Capitulo Diez

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-La tienes a diez centímetros de tu brazo, ¡tómala tú!

-¡Que me des el azúcar, Martina!

-¡No!

-¡Listo, no me caso, pido el divorcio absoluto, contratare a alguien para que llegue a la mitad de la boda y diga "yo me opongo"- le grité a Martina en el desayuno

Las cosas no iban bien, tal vez Martina estaba considerando el matrimonio ahora que éramos novias oficiales

Había pasado una semana desde su cumpleaños y nuestro compromiso, pero más allá de ser la pareja feliz que fuimos en el parque de diversiones que fuimos con los chicos, volvimos a ser las mismas de antes, de alguna manera eso me gustaba

-Toma- me extendió el frasco con la cabeza gacha y la voz cansada, esto de las peleas la estaba estresando, aunque para mí era un respiro de tantos cariños y besos que me daba en la escuela

Si creía que la peor parte de contarle a nuestros amigos había pasado, es porque había olvidado que aun iba a clases. Todas las chicas empezaron a lanzarme miradas aterradoras, los chicos nos molestaban con la luna de miel, y Galo... era el que iniciaba las burlas

-Lu, ¿Me puedes acercar la miel?- me dijo Delfina, la miel estaba mas lejos que la azúcar, así que me levante y me acerque para pasarle el azúcar

-¿¡Te paras por la miel y no por el azúcar?!- exclamo Martina, su cuello iba acalorándose por la frustración y no dejo de bufar hasta que acabamos de desayunar

Mi padre ya se había ido a trabajar, mi madre desayunaba en la cama, Franco no se encontraba en casa porque ahora vivía en una universidad y Chivín comía en la cocina, nuestros desayunos sin un adulto eran un caos total

-Voy a lavarme los dientes, espérenme- nos aviso Delfina mientras subía las escaleras

Nos quedamos solas en la entrada, listas para irnos. Mire de soslayo a Martina, nunca logro usar el uniforme como se debía: La chaqueta arrugada, la camisa afuera, los pantalones por debajo más de lo normal y la corbata suelta alrededor de su cuello

Me acerqué a ella y comencé a anudar su corbata, al menos se vería un poco más presentable. A veces me pregunto que habrá pasado con la niña que todos adoraban de pequeña

-Tienes que pasarla por debajo, la pones aquí y ya esta- Mientras yo le arreglaba la corbata y le daba indicaciones, ella me sonrió y me beso en la mejilla

-Tendrás que darme clases particulares si quieres que aprenda a anudar esa cosa- me dijo, sosteniendo entre manos el extremo de su corbata

-No es necesario, puedo hacer esto todas las mañanas- le dije, restándole importancia con la mano. Sin embargo, para Martina, mis insignificantes gestos de amabilidad tenían mucha importancia para ella

Entrelazo nuestras manos y tiro de mí para quedar más cerca

-¿Te había dicho que te amo?- susurro en mi oído. Me estremecí, durante la semana el papel de esposa me estaba afectando demasiado, cuando hacía como si nuestro matrimonio no me importaba, ella hacía un gesto demasiado lindo y hacía que mi corazón se acelere y mi pulso se disparara

-Creo que unas mil veces- le respondí tratando de alejarme

-¿Tan pocas?- Martina y su romanticismo me enfermaba para bien y para mal- Entonces tendré que decírtelo como unas mil veces mal

-Martina, eres la activa, no puedes ser tan...así

-¿Así como?- me pregunto mientras me abrazaba de espaldas

marry me - martuli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora