22. el paquete

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Llevo unos días bastante irascible,todo me sienta mal. Estoy demasiado nerviosa por el tema de los vampiros.
Hay demasiadas señales que no puedo obviar.
Y lo que más me preocupa es si están interesados en mi, en Robert o mi bebé.
Los ojos se me nublan de solo pensarlo.

Me acerco a la habitación y veo a Robert sosteniendo a Valeria mientras le empieza a relatar una leyenda.
Me apoyo en el marco de la puerta y comienzo a escuchar mientras no puedo dejar de mirar esa imagen tan tierna.

- amor, papi te va a contar el mito de
Aquiles y Pentesilea:

Un efímero pero profundo amor, fue el que Aquiles, mítico héroe griego, sintió por Pentesilea, la reina de las amazonas...

Narran las voces del pasado a quién las escucha, la desgracia del héroe griego, Aquiles, a los pies de la fortaleza de Troya. Muchos fueron los llamados a participar en la gran guerra que dividiría el mundo.

Aquiles, el de los pies ligeros, midió su bravura con algunos de los más fieros guerreros que acudieron a liberar a Troya del sitio de las tropas espartanas.

Quiso el caprichoso azar para desgracia del héroe que las amazonas, reinadas por Pentesilea, acudiesen en ayuda de los troyanos.

Aquiles y Pentesilea, se enfrentaron a muerte, fiera fue la resistencia opuesta por la hermosa reina amazona al valeroso guerrero. Tras una dura lucha, Aquiles consiguió derrotarla.

Cuando Aquiles atravesó con su espada el torso de Pentesilea y la giró – como es debido- tres veces en la herida- , vio de repente que la reina de las Amazonas era muy bella. Mientras la muerte golpeaba a la amazona, en ése preciso instante en que caía inerte a los pies del guerrero.

Aquiles se dió cuenta de que la amaba profundamente. La tendió cariñosamente sobre la arena, le quitó el casco pesado, le acomodó el cabello y con delicadeza le cruzó las manos sobre los pechos. No tuvo el valor para cerrarle los ojos.

La miró una vez más, despidiéndose y como si estuviese obligado por una fuerza exraña, lloró – como ni él ni ningún otro héroe de esa guerra había llorado – con la voz baja, hechizada, desamparada, en el que se repetía la queja impropia para un hijo de Tetyda – la cadencia del arrepentimiento. Sobre el cuello, los pechos, las rodillas de Pentesilea caían como las hojas del árbol, las sílabas prolongadas de esta elegía, cobijaban su cuerpo, entibiándose.

Ella misma se preparaba para una Cacería Eterna en los bosques incomprensibles. Sus ojos, todavía sin cerrar, miraban de lejos a su vencedor, azulosos, obstinados, con odio.

Este episodio mítico estaba narrado en un poema épico llamado la Etiópida, atribuido a Arctino de Mileto, y que venía a ser la continuación de la Ilíada.

- desde luego! contarle eso a tu hija y más siendo un bebé. Digo en tono de regaño.

- es una historia bonita, dice el mientras deja a Valeria sobre su cuna.

- lobito, todas tus historias son tristes y ninguna tiene un final feliz.

Veo como se acerca hacía mi, rodea mi cintura con sus fuertes brazos mientras dice:

- la nuestra si.

El sonido de la puerta rompe ese momento mágico. Me separó de el cómo puedo y me acerco a abrir.
Es un repartidor me deja un paquete y me entrega una nota para firmar.

Sostengo el paquete entre mis manos y pienso que puede ser. Rober está parado detrás de mi observando en silencio.
Retiro el precinto, levanto las solapas y miro en su interior, saco unas llaves y una carta escrita a mano.
Dejo la caja y las llaves en la mesa y me dirijo al sofá a leer el contenido de la carta.


Amalia Reina de las Brujas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora