capitulo 17

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Capitulo 17 

Fue un jadeo breve porque no hubo tiempo para más.

___ le rodeó el cuello con los brazos y se estrechó contra James mientras éste la besaba. Se aferró a James como si fuera una balsa en un mar de misterio que le iba ser explicado en ese momento: por qué la gente se besaba, por qué se abrazaba, por qué se enamoraba. Dentro de un momento ella conocería las respuestas, pero para eso él debía seguir besándola, abrazándola con fuerza y llenándola de calor.

Las gemelas empezaron a llorar. ___ tardó un poco en advertirlo y no lo asimiló de inmediato. Pero lloraban y tendrían que atenderlas. Aquello significaba que deberían dejar de besarse. A regañadientes se alejó y James hizo lo mismo.

-No -mascullaba él como si estuviera enfadado; tenía los ojos llenos de remordimiento-. No, tonto de capirote, así no.

___ no comprendió. Durante un momento temió que James le estuviera hablando a ella, pero se dio cuenta de que estaba hablando consigo mismo. Seguía sin comprender. Pero no había tiempo para explicaciones. Las criaturas lloraban.

James la observó cuando se acercó a las gemelas y se maldijo en silencio. Aquella no era manera de tratar a una amiga. Si no tenía cuidado lo echaría todo a perder.

___ no se parecía a las otras mujeres que él conocía. Desde que tenía memoria, siempre había estado rodeado de mujeres. En párvulos, las niñas lo habían elegido como el chico más guapo. En la secundaria, había sido el mayor conquistador y así constaba en el libro escolar del año. En la preparatoria había salido con varias chicas, con algunas durante poco tiempo y con otras durante más tiempo. Había salido con mujeres bellas, sensuales, divertidas. Nada había durado mucho porque la mitad de la alegría era la novedad, el misterio, la persecución. Lo había hecho mil veces y podría hacerlo cuando quisiera.

Pero quería algo diferente con ___. Por eso se le había ocurrido que podrían ser amigos. Los amigos no llegaban y se iban como los amantes. Un amigo era de por vida. Y por experiencia, él sabía que la manera más rápida de perder a una mujer era tener una relación sentimental con ella.

-¿Podrás cuidar sola a las criaturas? -preguntó de pronto-. Quiero ir a la fiscalía antes del mediodía. Creo que obtendré mejores resultados con el turno matutino. Hay algunos tipos en la tarde que de poder, se divertirían fastidiándome.
-Adelante -respondió-. Cuanto antes lo averigüemos, mejor.

James asintió y se volvió.

___ lo observó salir con sentimientos ambiguos. Nunca había conocido a un hombre que desencadenara todos esos conflictos en ella. Él le gustaba. Tendría que aceptarlo, al menos para sí. Le gustaba mucho y cuando la había besado...

Nunca se había sentido así. No sabía que era posible. En las novelas y en las películas se hablaba del flechazo amoroso y la pasión sobrecogedora, pero ella siempre había pensado que aquellos sentimientos pertenecían al mundo de la fantasía, como las princesas y los príncipes que mataban dragones. Se inventaban para divertir y entretener; no existían en la realidad. Pero ya no estaba tan segura.
El problema era que eso podría llegar a ser muy embarazoso. ___ sabía que ese tipo de relación no duraría. En cuanto resolvieran el problema de las gemelas, James desaparecería y si seguía enamorada de él, el asunto podría ser bastante molesto.

La solución, por supuesto, era no permitir que las cosas se le subieran a la cabeza. Con sensatez se dijo que no se tomaría en serio nada de lo que él dijera o hiciera. Seguramente lo había dicho todo cientos de veces antes.
Pero una parte pequeña de ella se rebeló. ¿Por qué no disfrutar cuando pudiera mientras durara? ¿Por qué no?

James olvidó la inquietud bastante pronto. Salió del apartamento sintiéndose ligero y excitado. Le pareció gracioso el hecho de ver chiquillos por doquier. Nunca les había prestado atención. Simplemente habían sido parte del paisaje.

-Oye, Sally -le dijo a la rubia despampanante de recepción y le hizo un guiño lascivo.
-Hola, James -respondió siguiéndole la corriente-. ¿Cómo estás?
-Igual que siempre, Sal. Sigo buscando el corazón de oro, como de costumbre.
-Avísame cuando estés dispuesto a buscar a una mujer verdadera, cariño -dijo y se movió de forma provocadora-. Es posible que quieras tratar que sea tuya luego de haberla probado.

James hizo una mueca y se protegió los ojos como si hubiera demasiada luz.

-¿Quién está? -preguntó-. ¿Jerri? ¿Craig Hattori?
-No, los dos han salido.
-Muy bien -miró a su alrededor para asegurarse de que nadie podía oírlo-. ¿Podría ir a hacer una investigación en la oficina de Jerry? Sólo necesito las claves de entrada y salida.
-No sé, James.
-¿ Desde hace cuánto tiempo nos conocemos, Sally? Sabes que no haré nada que pueda causarle problemas a nadie. Además, sabes que Jerry me dejaría usar su oficina.
-Está bien, pero hazlo deprisa -asintió a regañadientes-. Si sigues allí cuando el capitán Texiera llegue, diré que no sé cómo has entrado.
-Hecho -le dio un beso fugaz en la mejilla-. Muchas gracias, Sal, me has salvado la vida.

Los antecedentes criminales de Adam eran largos y sensacionales. Había entrado y salido de prisión desde los dieciséis años; acusado de todo. En ese momento era el sospechoso principal de un asesinato en un hotel. Había una orden de arresto contra él. La última dirección que se le conocía era el apartamento que ocupaba James.

-Estupendo -murmuró mientras leía el expediente en el ordenador-. He tenido suerte de que algún novato no haya ido a detenerme por equivocación.

Janine aparecía como una de las amiguitas de Adam. Como no sabía su apellido, James tuvo que suponer que ella debía ser la madre de las criaturas. Lo que averiguó no fue agradable, pero los antecedentes de la mujer no eran tan terribles como los de Adam. Había entrado en un reformatorio a los quince años, la habían acusado de robo menor. No era una chica decente, pero últimamente no había cometido ninguna fechoría.

-Supongo que estaba demasiado ocupada en tener hijos -masculló entre dientes.

No aparecía su dirección ni los nombres de parientes en el expediente. Ninguna pista que él pudiera seguir.
James apagó la computadora y ordenó el escritorio de Jerry. Saludó con un movimiento de brazo a Sally, salió y volvió a su apartamento, con el ceño fruncido porque no había averiguado nada nuevo que pudiera ayudarlos a tomar una decisión.

-Es decir, aunque Adam apareciera, no podríamos entregarle las criaturas a una persona como él -dijo ___ después de escuchar el informe de James.
-Adam es un desgraciado, pero en este momento no está acusado de nada -le recordó James-. Sólo tienen sospechas. Y si él es el padre natural...
-¿Quieres decir que darías a Danni y a Donna a un hombre como ése? -exigió-. ¿Cómo puedes tan siquiera pensarlo?
-Escucha, ___. El Servicio Social se las entregará en cuanto él aparezca. Adam tiene derecho a tenerlas, a menos de que se pueda demostrar que él les haría algún daño. Es su padre.
-Sólo tenemos la palabra de Janine.
-Sé lo que sientes -miró hacia la habitación en la que dormían las gemelas-. Tampoco a mí me gusta la idea de que queden en manos de Adam o de Janine. Pobrecitas, pero incluso la gente mala tiene hijos. No se puede hacer nada al respecto.

___ guardó silencio. James se movió inquieto y deseó poder evitar lo que iba a hacer a continuación.

-Creo que lo mejor será llamar a los Servicios Sociales -murmuró-. Preguntaremos dónde hay que llevarlas y yo...
-No.
-¿Qué?
-No -repitió ___-. No llamaremos a los Servicios Sociales.
-___, no podemos hacer otra cosa. No pueden quedarse aquí, no son nuestras.

Calló y ___ se limitó a mover la cabeza.

-___, hablaremos con el que esté a cargo de la oficina. Les diré todo lo que sé de Adam y de Janine y ellos podrán hacer una petición formal para que la policía les mande los expedientes. Luego harán lo que proceda. Quizá decidan buscarles unos padres adoptivos. Danni y Donna podrían terminar en un hogar agradable...
-¡No! -se soltó sus manos y se alejó de Louis-. No. No. No podemos permitir que eso suceda.


un regalo en mi puerta(james) CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora