Capitulo 9
Mini-Maratón 1|2De inmediato se dijo que ella no era el tipo de mujer que le gustaba y no deseaba cambiar de idea.
Se acomodó y fingió leer, pero se limitaba a ver por encima del libro. ___ lo fascinaba, era una mujer con un corazón de oro. ¿Cómo serían los hombres con los que salía? Decidió que debían ser serios. Ingenieros o arqueólogos, hombres obsesionados con el trabajo. Era posible que ella también lo fuera, mostraba todas las señales.
Eso tendría que cambiar. Cuando se hicieran amigos, tendría que encontrar tiempo para tomarse la vida con calma y reír.
-James.
-Dime -levantó la mirada sorprendido.
-Te estás durmiendo.
-No es cierto -pero se le había caído el libro al suelo. Lo levantó y sonrió-. Sólo descansaba y juro que no volverá a suceder.
-Más te vale -contestó con una sonrisa que lo hizo meditar.No fue nada especial, sólo un presentimiento. Un pequeño estremecimiento detrás de la oscuridad en los ojos femeninos.
-¿Qué pasa? -preguntó ella al ver que la observaba detenidamente.
-Nada. No es nada.Pero había habido algo especial en su mirada.
James dejó el libro y bostezó. Se quedaría dormido si seguía leyendo. Además, no había descubierto nada especial.-Diría que todo parece marchar con normalidad, ¿verdad? -preguntó cuando ___ levantó la cabeza.
-Sí -asintió pensativa-. Con excepción de las cunas.
-¿Qué cunas? -tuvo un poco de temor.
-Necesitan camas.
-Pronto serán las tres de la madrugada -comentó después de mirar el reloj; estaba agotado-. No creo que haya tiendas abiertas a esta hora.
-Por supuesto que no. No podemos ir a comprarlas. Lo sé. Pero quizá podamos hacerlas.
-¿Hacerlas? Esta noche no.___ no contestó, pero a él no le importó. No se retractaría. Esa noche no se convertiría en un carpintero.
-Además -continuó con lógica-. No querrías despertarlas sólo para acostarlas en camas mejores. Por Dios, están dormidas.
De pronto oyeron algo en la habitación. James gimió, pero ___ saltó como si lo esperaba.
-Muy bien -dijo como un general frente a sus hombres-. Entraremos. Les cambiaremos los pañales. Les daremos de comer y deberán volver a dormirse.
-¿Es necesario que les cambiemos los pañales? -dio un paso atrás.
-Creo que no se los hemos cambiado con suficiente frecuencia.
-¿Si yo las doy el biberón a las dos, las cambiarás tú? -preguntó James, que no quería encargarse de eso.
-¿Cómo lo harás? -giró los ojos.
-Tengo dos manos, me las arreglaré.
-No seas tonto -levantó la barbilla. El General ___ estaba a cargo del asunto-. Ven, te enseñaré cómo hacerlo. Creo que ya lo tengo resuelto.Y ___ le enseñó a cambiar pañales. Las niñas despertaban y emitían sonidos de satisfacción. James se sorprendió al darse cuenta de que esos momentos podían causar cierta satisfacción.
-Mira, mamá -le susurró a ___ cuando vio que Donna lo miraba-. Estamos haciéndonos amigos.
-Cambia a esta y yo iré a calentar los biberones -dejó a Danni junto a su hermanita.Las dos miraron a James. Él las meció y les cantó una canción tonta. Donna sonrió, pero Danni frunció el ceño.
-Danni, Danni, sonrió -entonó él-. Anda, preciosa. Te cantaré una canción.
James repitió sus versos tontos primero dirigiéndose a una y luego a la otra y ellas no tardaron en reír. James sintió un nudo extraño en el pecho, como si dentro de sí tuviera un globo que se inflaba y que pronto iba a explotar.
¿Por qué le causaba tanta alegría la reacción de las niñas?
-¿Qué canción es ésa? -preguntó ___ sonriendo cuando volvió con los biberones.
-No tengo la menor idea -respondió alejándose de las criaturas a regañadientes-. Quizá mi madre me cantaba cuando yo era pequeño.
-Es posible -se volvió de inmediato-. Toma el biberón, verifica el calor sobre tu muñeca.James se sentó con Danni en brazos. Sonrió mientras ella bebía con ansiedad.
-Creo que te das cuenta de lo que esto significa. Acabamos de cambiarles los pañales y están bebiendo. Tendremos que cambiarles los pañales otra vez.
-Así es ¿no te parece gracioso?
-¿Gracioso? -gruñó él-. Me parece que es casi trágico.Danni lo observaba con los ojos bien abiertos y sin dejar de comer y de pronto, ___ notó que Donna, en sus propios brazos, volvió la cabeza para mirarlo también. Cada vez que James hablaba, Donna volvía la cabeza.
-Dios santo -dijo mirándolo sorprendida-. Incluso a esta edad, les gustas a las niñas. ¿Qué tienes que las atrae?
-Quiero saber por qué no lo ves tú -fingió sentirse ofendido.
-¿Yo? -no comprendió, pero luego se tranquilizó porque supuso que estaba bromeando. Por lo visto él no lo había notado. ¿Estaría ciego?
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un regalo en mi puerta(james) Completa
Roman d'amourSinopsis.Un canasto con un par de bebés era lo último que ______ Lee esperaba encontrarse en su puerta, pero allí estaba y alguien debía cuidarlos. Y si la única ayuda con la que podía contar era con la de su apuesto vecino tendría que conformarse c...