Capítulo 8 🌹

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Samuele

Pasé toda la tarde revisando la cadena de restaurantes que habíamos abierto Vitale y yo, algo legal entre tanta mierda y extorsión. Podía decir que no todo era malo en mi vida pero pesaban más las cosas malas que había hecho, las personas que lastimé, a quien herí. Metíamos armas y drogas a las calles de Calabria y no importaba cuantos actos buenos hiciéramos lo malo siempre iba a pesar más.

—Me duele el trasero —se quejó Vania entrando a la casa —. Todo el día conduciendo, yendo de un lado al otro —sostenía las llaves entre sus manos.

—¿Crees que a mí me gusta? —entornó los ojos en mi dirección —. Gracias por acompañarme.

—Sabes que lo hago con gusto, me siento orgullosa por ti —nos detuvimos antes de subir las escaleras. Puso una mano en mi brazo —. Has logrado mucho en este tiempo —una bonita sonrisa se deslizó en sus labios.

—Gracias, Vania —bajó su mano y empezó a subir las escaleras.

—Me voy a meter en la ducha, voy a poner música y me voy a olvidar de todo —suspiró —. Esta noche ya hice mi trabajo.

Giró para ir a su habitación y la seguí, volvió a dar vuelta y yo continúe hasta llegar a la puerta de la mía. Antes de entrar me detuve de golpe cuando vi a una chica acostada en mi cama. Una chica en mi cama. Fruncí el ceño y miré a ambos lados del pasillo. De nuevo miré la cama, ella estaba cubierta con una manta. En mi cama.

¿Qué está pasando aquí?

Di un paso atrás y regresé de nuevo por el pasillo. Mamá iba subiendo las escaleras con unas toallas en las manos. ¿A dónde iba con esas toallas?

—¿Y Vitale? —le pregunté. Me sonrió y se acercó para dejar un beso en mi mejilla.

—En su habitación —iba a preguntar para quien eran esas toallas pero se alejó. Caminé hacia la habitación de Vitale. La puerta estaba abierta pero de todos modos toqué con los nudillos.

—¿Puedo pasar? —pregunté.

—Pasa —respondió. Empujé la puerta y estaba sentado en la orilla de la cama, se quitaba los zapatos que dejó a un lado.

—Hay una chica en mi cama, ¿por qué hay una chica acostada en mi cama? —me crucé de brazos.

—Dijo que es la chica a la que ayudaste el día de la fiesta y que necesita hablar contigo.

—¿Y la dejaste pasar? —asintió —. ¿Por qué?

—Se veía muy mal —se puso de pie y se quitó la chaqueta para colgarla en un gancho y meterla al closet —. No sé, pero me dio confianza.

Si Vitale decía eso era por algo, él no confiaba en todas las personas, a veces pensaba que no confiaba ni en él.

—¿Ah sí? —asintió.

—Sí. No sé que necesite o qué está pasando pero si tienes que ayudarla hazlo. Es solo una niña —sí, ese era el maldito problema.

Era muy bonita pero no debía tener más de dieciocho años, era una niña para estar metida aquí.

—Bien —resoplé y me pasé las manos por el cabello —. Voy a ver que quiere y te aviso —me di la vuelta para salir de su habitación —. Oye —me giré un poco —. ¿Sabes que está pasando con mamá?

—Tenemos que hablar de eso también —sonrió y empezó a desabotonar su pantalón. Era hora de salir de aquí.

Cuando estuve frente a mi habitación solté un suspiro. Tenía las manos metidas en los bolsillos de mi pantalón, miré a la chica que seguía profundamente dormida y me daba pena despertarla pero si tenía algo que decir no lo haría dormida, ¿o sí? Vaya, que dilema. Así que di un paso dentro y levanté la mano para tocar la puerta con los nudillos. Se removió en la cama, miró a su alrededor y se irguió para frotarse los ojos con una mano. Al verme de pie frente a ella se deslizó hacia arriba y se cubrió con la manta.

Anhelo (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora