Beatrice
Habían pasado dos días desde el atentado que sufrió Vitale. El doctor le dijo que tenía que guardar reposo pero era tan necio que ya había salido de su cama y bajó las escaleras, aún quejándose por la herida que no había sanado del todo.
—Vitale —insistí una vez más para que regresara a la cama pero era inútil hacerlo cambiar de opinión —. No deberías estar haciendo esto —nos detuvimos unos segundos en las escaleras.
Tenía la mano en la herida.
—Llevo dos días en esa cama, tengo que tomar aire fresco —se quejó. Sostuve su brazo con cuidado y seguimos bajando lentamente hasta que estuvimos abajo.
—Eres tan necio. Tu mamá se va a enojar conmigo—me miró y sonrió.
—Nadie se podría enojar contigo —sostuvo mi barbilla con dos dedos y se acercó para dejar un casto beso sobre mis labios.
—De todos modos, no deberías caminar...
—No me va a pasar nada, Bea —dimos un paso para ir a su despacho pero la puerta de la casa se abrió y detrás salió madame Ricci. Al verla casi suelto a Vitale pero me contuve y solo sonreí.
—Donna —pronunció su nombre y después soltó un quejido.
—Eres un niño testarudo y necio —cerró la puerta y se acercó a nosotros —. ¿Cómo estás querida? —nos saludamos con un beso en la mejilla.
—Estoy muy bien, madame Ricci, ¿y tú? —puso su mano en mi brazo. Sus uñas largas y bien cuidadas cómo siempre.
—Cariño, dime Donna —pidió.
—Está bien, Donna —sonrió y me pellizcó la mejilla derecha.
—Supe lo que te pasó y tenía que venir a verte —se dirigió a Vitale —. ¿Cómo te sientes?
—Como si me hubiera pasado un camión por encima —los dos se rieron, Vitale con un poco más de dificultad —. Vamos a mi despacho.
Entramos al despacho de Vitale y lo ayudé a sentarse en uno de los sofás, madame Ricci lo hizo en el otro sofá.
—No creo que solo hayas venido a verme —madame Ricci dejó su bolso a un lado y soltó un suspiro. Me miró y por esa mirada supe que esto tenía que ver conmigo —. Lo que sea que vas a decir Bea lo puede escuchar —tiró de mi mano y me senté a su lado.
Vitale me daba mi lugar y para mí era tan importante que lo hiciera. Me sentía tan segura a su lado.
—Pues vengo con malas noticias —murmuró —. André logró entrar al club, estaba buscando a Bea pero como no la encontró se puso como loco. Amenazó con regresar y que ella esté ese día ahí. Obvio que nadie le dijo nada, antes muertos que abrir la boca.
Empecé a sentir pánico cuando madame Ricci dijo que André logró entrar al club. Pensé en la mínima posibilidad de que me hubiera encontrado ahí si no estuviera aquí con Vitale.
—No sé como le vas a hacer pero no quiero que nadie hable, que nadie diga donde está Bea —madame Ricci asintió
Pudo notar mi incomodidad por la manera en la que me aferraba a su mano, siendo esta mi único soporte ahora mismo.
—Bea...
—André es peligroso —murmuré.
—Yo soy mucho más peligroso que André, y más le vale no acercarse a ti porque lo voy a matar —zanjó. No había ni una pizca de diversión en su voz, su rostro era impasible.
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Anhelo (COMPLETO)
Romance"Una luz en la oscuridad" Gracias a la hermosa portada a @NaniGarces