Capítulo 10 🌹

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Vitale

Todo olía a muerte, cómo si algo dentro de este lugar se estuviera pudriendo, el olor putrefacto era penetrante, fuerte, se metía en mis fosas nasales, quería vomitar. Algunas gotas de agua caían del techo, este era un asco total con manchas viejas de humedad y moho que se extendía a las paredes y el suelo.

—Apesta, quiero vomitar —dijo Samuele a mi lado. Le pedí no venir pero insistió tanto que aquí lo tenía pegado. Arrugó la nariz y se cubrió con un pañuelo.

—Te dije que no vinieras —levanté mi arma mientras que él venía detrás de mí. Cómo siempre lo estaba protegiendo.

—Tenía que venir —masculló.

El olor a putrefacción era fuerte mientras avanzamos más y más hacia la única puerta que estaba cerrada, los demás eran habitaciones abandonadas, con cajas vacías, algunos muebles rotos, basura que tenía ahí quien sabe cuantos años. Cuando recibimos el recado supimos que esto tenía que ver con mi padre, así que aquí estábamos, esperando saber algo del hombre que nos había enseñado todo lo que sabemos y a quien le debemos tanto.

Tres hombres venían detrás y dos más frente a nosotros, si esto era una trampa estábamos preparados para lo que sea. Les hice una seña a los dos hombres que estaban frente y pasaron frente a la puerta para abrirla y asegurarse que no había nadie dentro.

—No hay nadie, señor —dijo uno de ellos, se asomó de nuevo y dio un paso dentro de la habitación. El olor ya era insoportable, me tuve que cubrir la nariz con un pañuelo.

Entramos detrás de él y recorrí el lugar de hito en hito, aquí no había nada más que un tambo, en ese momento pensé lo peor. Me acerqué al tambo con cuidado, con el miedo latente de encontrar algo que nos dijera algo de mi padre. Pero lo que vi me dejó en shock, sin poder respirar, el arma que sostenía en la mano cayó al suelo, me llevé las manos a la boca y un par de lágrimas cayeron en mis mejillas.

—Vitale —habló Samuele a mi lado, quise apartarlo para que no viera el contenido dentro del tambo —. No, no, ¡no! —su grito me caló los huesos y ambos caímos al suelo de rodillas.

Samuele —tomé sus mejillas entre mis manos y lo obligué a mirarme. Estaba asustado, en shock. Seguía llorando, sin poder entender lo que estaba pasando en ese momento —. Samuele, mírame —le pedí una vez más.

—Está muerto, está muerto, Vitale —hundió el rostro en mi hombro, con los puños cogió mis ropas y se aferraba a estas con dolor —. ¡Lo mataron, Vitale! Lo mataron.

—Lo sé, lo sé —palmeaba su espalda con mi mano. Yo también estaba en shock, no podía creer que mi padre estuviera ahí, o sus restos mejor dicho.

El dolor nos recorría de los pies a la cabeza, se estancaba en nuestros cuerpos, el miedo y la rabia estaba presente, solo quería una cosa: venganza. La cual todavía no podía obtener.

Desperté con el rostro bañado en sudor, el pecho me subía y me bajaba, aparté las sábanas que cubrían mi cuerpo y me erguí para apoyar la espalda en el respaldo de la cama. Me pasé la mano por el rostro y fue en ese momento que escuché un grito, no lo dudé y me puse de pie para salir de la habitación. Caminé hacia la habitación de Bea, de donde provenían los gritos, empujé la puerta y encendí la luz.

—Bea —estaba agazapada en una esquina de la cama con las piernas recogidas en su pecho. Estaba llorando y se veía asustada —. Bea, soy yo, Vitale —caminé hacia la cama despacio, hasta que me senté en la orilla de esta y deslicé mi mano para tomar su tobillo. Se asustó y se alejó un poco pero cuando sus ojos se encontraron con los míos intentó sonreír.

Anhelo (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora