Capítulo 20 🌹

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Vitale

La hoja de mi navaja paseaba por su mejilla ensangrentada, gemía de dolor bajo la luz mortecina de la lámpara que colgaba en su cabeza. Di la vuelta a su alrededor sin quitarle la mirada de encima, se quejaba, a ratos lloraba, pedía no seguir pero ni Samuele ni yo le hacíamos caso. Disfrutamos tanto verlo sufrir, rogar y suplicar, era tan placentero saber que por primera vez en toda su vida estaba pagando por lo que le hizo a Fio y tal vez a muchas chicas más que tuvieron la mala suerte de caer en sus manos.

—P-por favor —gimió.

—No te escucho —Samuele estaba detrás de él. Cogió su cabello entre sus dedos dejando al descubierto su garganta. Su boca estaba rota, los labios abiertos, ya ni siquiera tenía algunos dientes porque Samuele se encargó de sacarlos él mismo con unas pinzas que encontró por ahí.

—Ya no más —gimoteó —. Ya no —su cuerpo se estremeció cuando mi hermano tiró más fuerte de su cabello.

—Fio también te pedía que pararas y no lo hiciste —espetó Samuele. Se acercó a su oreja provocando un escalofrío en su cuerpo.

—Te decía que ya no más y seguías lastimando su cuerpo, lastimándola tanto por dentro como por fuera —deslicé la navaja por su garganta expuesta y subí a sus labios metiendo la hoja en su boca.

—Yo no le hice nada, ya les dije —levantó la cabeza dejando ver su rostro, estaba hinchado, lastimado, cubierto por la sangre que le hicimos derramar.

—Maldito mentiroso —espetó Samuele y soltó sus cabellos.

Más de una vez perdió la paciencia con esta basura y lo golpeó tan fuerte que lo dejó inconsciente, aún así no se detuvo y lo seguía golpeando hasta sacar todo el odio que sentía hacia su persona. Era la primera vez que mi hermano se involucra de esta manera con alguien, nunca perdía el control así de fácil pero con Alonzo no tenía paciencia, solo tenía que hablar para empezar a golpearlo.

Me aparté en el momento que se puso a mi lado y logré vislumbrar sus intenciones en aquel par de luceros.

—La violaste una y otra vez, profanaste su cuerpo, dejaste traumas en ella que no puede superar —lo cogió de la barbilla obligándolo a mirarlo a los ojos —. La hiciste sentir una basura cuando la basura aquí eres tú nada más. Y te juro que vas a pagar, vas a pedir y suplicar que te mate, ¿ y sabes qué? Lo voy a disfrutar tanto.

—Nadie hará nada por ti, Alonzo —me crucé de brazos.

—Mi esposa sí —nuestra carcajada resonó por todo el lugar.

—No hará nada porque si desobedece tendrá el mismo final que tú. No creo que sea tan tonta —Alonzo se rio y aquello hizo enojar a Samuele que no dudó en golpearlo en la cara con un puñetazo que le hizo girar la cabeza.

Lo golpeó una y otra y otra vez hasta que no resistió y quedó inconsciente.

—Maldita basura —gruñó apartándose.

—¿Qué más quieres? —le pregunté entregándole una toalla para que se limpiara las manos.

—Quiero que ruegue y suplique de rodillas —me miró fijamente —. Eso es lo que quiero.

—No te conformas con nada, ¿eh? —pasaba la toalla entre sus dedos para quitar el rastro de sangre.

—He visto a Fio en sus peores momentos. La ha escuchado gritar y llorar por cada una de las pesadillas que tiene con esa basura —señaló a Alonzo que todavía no despertaba —. He visto el dolor en sus ojos, la vergüenza y la tristeza, Vitale. Tú mismo lo has visto con Bea y dime que no harías nada para vengar lo que ese bastardo le hizo —no me quitaba la mirada de encima.

Anhelo (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora