Capítulo 4

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Katsuki x Izuku Fem
Au Castillos

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Princesa y esclavo.

El amor prohibido que crece tras los muros de un hermoso castillo.

Izuku Midoriya la joven princesa de esponjoso cabello verde y redondos ojos esmeraldas, con hermosas pecas decorando sus regordetas mejillas, vivía en el resguardo de un hermoso castillo, su padre y madre eran muy amorosos con ella al ser su única hija a quien buscaban emparejar con un príncipe digno que pudiese mantener sus riquezas en alto.

Desde pequeña siempre estudiando para ser una princesa perfecta, que llamase la atención de todo príncipe para que se convirtiesen en sus pretendientes.

Ella... Estaba aburrida de todo aquello, cada día su institutriz era quien gobernaba su tiempo, orden tras orden, regaño tras regaño, golpe tras golpe, sus manos heridas ya que aquella mujer no tenía paciencia y mucho menos delicadeza, su trabajo era convertirla en una princesa bien educada... En un vientre perfecto, pues sabía bien que su propósito solo era tener un hijo con el príncipe que sus padres aceptasen.

Era un infierno saber que no podía decidir su propia vida o marcar un camino por su cuenta, ella quería ser una guerrera como los que estaban en sus tropas, fuertes e invencibles. Siempre sería imposible seguir ese deseo, se había rendido con ello, perdidas sus esperanzas no le quedaba más que vivir aquella vida aburrida hasta que al fin alguien la tomase como esposa.

Aquel día sus ojos verdes normalmente brillantes empezaban a perder su brillo ¿Cómo había terminado así? Emperejada con aquel príncipe pretencioso y desagradable en aquel baile, sabía que debía aceptar su invitación haciendo uno de los tantos gestos que le enseñaron, su padre lo exigía con su mirada.

—Gracias príncipe...—Respondió haciendo una reverencia como le habían enseñado, el joven de cabellos rubios sonrió, la princesa era sin dudas hermosa, no pensaba perder su oportunidad.

—Es un placer—Respondió tomando una de las manos de la peliverde, cubiertas con aquellos guantes largos de color blanco que ocultaban sus heridas, para acercarla a sus labios y besar los nudillos de la chica.

El baile inicio y ella simplemente le siguió el ritmo, escuchando el sonido de la música que se daba en aquel lugar, el salón disponiéndose para ellos cuando las parejas se alejaban un poco para que todos supieran que la pecosa al fin había aceptado a uno de sus pretendientes cerca, ya suponiendo por costumbres que sería su prometido.

La elegancia de la peliverde era envidiada por las mujeres de la sala y los hombres frustrados notaban que habían perdido su oportunidad con ella, considerando al rubio suertudo.

Al finalizar el baile ambos hicieron una reverencia para poder tomar un descanso.

Monoma solo se alejó cuando pudo recibir el consentimiento de los reyes, en definitiva sería su nuevo prometido.

Izuku odiaba eso.

Al llegar al reino y desocuparse fue directamente a su habitación para poder desvestirse y quitarse el estorboso corset, se recostó en su cama con las delgadas prendas que cubrían su cuerpo, ella no permitía a sirvientas a aquella hora, aunque demorase más prefería desvestirse y vestirse totalmente por su cuenta, porque la vergüenza era enorme y en algún punto se volvió demasiado desagradable.

Sabía que debía despertar más temprano al día siguiente ya que llegaba algún tipo de cargamento al reino.

No esperaba que fuese aquel tipo de cargamento... Nunca vió bien aquel tipo de situaciones ¿Por qué hacían eso con las personas? No lo sabía.

En Una y Mil VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora