Capítulo 5

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Katsuki x Izuku
Au Medieval

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Magia.

Allí todo era real, ambos vivían en un hermoso mundo de fantasía... Pero allí también eran reales sus pesadillas.

Izuku era bastante conocido en aquella zona, era un joven explorador que partía por distintos rumbos, perdiéndose por varios meses y regresando siempre a su hogar.

Su hogar era con su madre... También en el reino de su amado príncipe. Quizá este último ni sabía de su existencia, pero si algo era cierto es que no podía ignorar la existencia de Katsuki Bakugō, un hermoso rubio cenizo de ojos rubí que era no solo un príncipe prometedor y poderoso, sino también un increíble guerrero que sobrepasaba las expectativas de cualquier otro.

Mitsuki se había encargado de entrenarlo y siendo la mujer más fuerte del reino fue vencida por primera vez cuando Katsuki cumplió 19 años de edad, mostrando que sí merecía su puesto como príncipe y futuro monarca de aquellas tierras, la mujer estaba orgullosa, su hijo había luchado con dientes y uñas por aquel puesto, ahora tenía el respeto de todos allí.

Ciertamente el reino de los Bakugō era muy distinto a cualquier otro, no era como el de los Todoroki.

Las tradiciones eran bastante conocidas por ser extrañas para aquellos que no pertenecían al reino.

Izuku incluso que se había establecido con su madre allí tras haber cumplido sus 12 años ciertamente se sentía extraño y a la vez maravillado mientras conocía más y más de aquel lugar.

¡No había ningún otro reino así!

Una de las tradiciones más asombrosas a su vista era la comunicación que tenían con los dragones.

Allí fue cuando le vió por primera vez...

Observó curioso como había gente al rededor de algo, se coló con cuidado, a sus 13 años recién cumplidos su curiosidad aumentó más.

Sus ojos esmeraldas brillaron maravillados al observar al dragón de escamas rojas.

¿Qué está pasando? Se preguntó, generalmente no habían dragones en zonas públicas.

Su mirada luego se topó con el hermoso rubio cenizo que trazaba con sus propios dedos en su piel figuras que no conocía, pero era hermoso, con aquella tinta de color rojo oscuro mientras vestía únicamente un pantalón, sentado sobre sus propias piernas dejaba marcas sobre su pecho, hombros, brazos y abdomen.

Luego acercandose sin duda alguna tomó más de aquella tinta para trazar en el hocico del dragón aquellas formas que hizo sobre su piel, le admiraba por el simple hecho de estar en contacto con un dragón sin miedo, aunque ya había visto a hombres de allí volar sobre las gigantescas bestias, él nunca sería capaz, el miedo le ganaba por sobre la curiosidad.

Su mirada esmeralda se concentró en cada paso, casi sintió el dolor del dragón al ver como le retiraba una escama con sus propias manos y la extendía a otra persona, de la misma forma hacia un corte sobre su mano, no entendía que pasaba y tuvo miedo de ver a un niño devorado cuando el dragón abrió su boca, pero lo único que hizo fue lamer la herida del rubio cenizo.

Con ello terminaron, al parecer era un ritual de acercamiento, con ello establecían un lazo irrompible con aquellas bestias y así poder hablar con ellas, el joven ojirubí era el nuevo dueño de aquel dragón y por último se enteró que ese mismo joven era el futuro soberano de aquellas tierras.

La parte más hermosa de todas... Fue cuando la mirada rubí se posó sobre la suya, un escalofrío recorrió su cuerpo, era más hermoso que cualquier otro que pudo haber imaginado en toda su vida.

En Una y Mil VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora