—¿Dónde está?—Quiso saber Vivian en cuanto me vio llegando sola.
—No fue posible traerla—Negué.
—¿Te rechazó?—Cuestionó incrédula y frunció el ceño de su angelical rostro.
A veces tomaba la postura de un adulto y me parecía ver mi reflejo frente al espejo; de niña me comportaba igual.
—No, tenías razón. Ella no me odia—Sonreí.
—Te lo dije—Gritó llena de emoción—Ella te quiere mami, ella te quiere—Dio saltitos de alegría.
—Shh, cariño. Guarda silencio—La tomé entre mis brazos.
—¿Tú la quieres, mami?—Preguntó en voz baja. Asentí y la llevé cargando hasta su habitación—¿De qué hablaron?
—De nada en realidad, pero quedamos en que la visitaríamos un día de estos.
—Mañana mami, vamos mañana—Gritó.
—Shh, cariño, esto debe ser un secreto entre nosotras. No creo que a tu hermano le guste la idea de que sigamos en contacto con Cadie.
—Un secreto… sí. Cadie y yo teníamos muchos secretos—Colocó con gracia su dedo índice sobre sus labios, simulando hacer silencio.
—¿Sí? ¿Cómo, cuáles? ¿Ah?
—Mami, son secretos. No puedo decirte—Negó con firmeza y se cruzó de brazos.
—Solo estaba probando tu capacidad para guardar secretos—Me acerqué a ella y le hice cosquillas.
—Puedes torturarme, no diré nada—Advirtió entre risas.
—Eres la mejor guardando secretos—La solté y miré con orgullo.
—Entonces, ¿podemos ir a verla mañana?–Hizo un tierno puchero.
—No, mi amor. Mañana tengo que regresar a trabajar, pero el fin de semana estoy de vuelta y podremos ir.
—¿Lo prometes?—Me enseñó su dedo meñique.
—Lo prometo—dije y entrelacé nuestros dedos. Me abrazó con fuerza y depositó un tierno beso en mi mejilla.
—Yo me encargo de las galletas—Susurró a mi oído.
Sonreí al escucharla. Ella definitivamente es la luz de mi vida.
[…]
La semana estaba trascurriendo lenta y tortuosamente. Me sentía cansada por las desveladas en el set de las grabaciones y solo imaginaba mi regreso a casa para poder dormir en mi cama.
—Hola, cariño—Saludé a mi esposo por teléfono.
—Hola. Qué bueno que llamas—dijo emocionado.
—¿Pasó algo?
—Sí. Verás… quiero llevar a los chicos a una exposición de arte en Indonesia y…
—¿Indonesia?—Alcé la voz, sorprendida y con una extraña molestia que crecía sin control.
—Será solo por un fin de semana.
—¿Cuándo? Sabes que estoy trabajando, no sé si…
—Este fin y no tienes de qué preocuparte. Ya he planeado todo. Dejaré a Vivían con la niñera y me llevaré a los chicos, ¿está bien?
—Pues, si ya lo has arreglado todo —respondí resignada.
—Bien. Te paso a los chicos—dijo sin más
¿Ahora eran así las cosas? ¿Él planeando viajes en los que no soy contemplada?
Luego de hablar con mis hijos respecto a su viaje y de escucharlos tan animados, tuve que hacerme a la idea de que ellos son más felices compartiendo momentos con su padre que conmigo. Siempre tuve celos de que les gustara lo mismo, de su maravillosa relación, sin embargo trataba de hacerme la loca; según mi psicóloga pensar en ello solo aumenta el estrés y debía dejar de hacerlo.
Finalmente el tan esperado viernes llegó y aunque hubiera querido estar antes para despedirme de los chicos fue imposible.
—Hola, mami—Me saludó mi pequeña con una sonrisa en cuanto me vio.
—Hola, mi amor. ¿Cómo estás?—La tomé entre mis brazos y la cargué hasta la sala.
—Bien, mami. La señorita Lourdes y yo estuvimos jugando toda la mañana, ¿cierto?—Le preguntó a la niñera.
—Sí niña, fue muy divertido—respondió ella.
—Me alegra mucho—Le sonreí a ambas—Gracias, Lourdes y no te preocupes puedes tomar el fin de semana, yo me haré cargo.
—Pero, el señor dijo que…
—No importa lo que haya dicho mi esposo—La miré con seriedad.
—Claro, señora. Con permiso—Bajó la cabeza con vergüenza y se retiró a paso rápido.
—Mami, sobre nuestro secreto…—Susurró mi pequeña.
—Sigue en pie, cariño, es más se me ocurrió un plan mejor—Le sonreí divertida.
—¿Cuál?—Preguntó emocionada.
—Le diremos a Cadie que pase el fin de semana con nosotras.
—¿De verdad? ¿Le dirás qué se quede?
—Bueno, esperaba que tú la convencieras.
—Tendré que llevar muchas galletitas entonces. No creo que acepte si no le doy como 100 o más, no sé o, y si mejor tú...—Dudó en seguir con su proposición.
—¿Yo qué...?
—Tú podrías convencerla—Me miró divertida.
—No, no creo que me haga caso—Negué con nerviosismo.
No quería tener que pedirle nada a Cadie, no después de como la traté.
—Sí, sí te hará caso si le das besitos en su nariz como a mí—Gritó emocionada.
—No, cariño. Ella no es mi hija y no creo que le gusten los besitos en la nariz—Le sonreí tratando de ocultar mi vergüenza.
—Bueno, entonces dale un de los besos que le das a papá—Soltó con inocencia.
—¿Qué? No, no, cariño. Esos besos solo deben darse a alguien que amas y que es tu pareja, no a cualquiera.
—Cadie no es cualquiera y ella te ama, estoy segura—Afirmó.
—¿Ella te lo dijo?—Pregunté sorprendida.
—No, pero...
—Pero qué.
—Lo leí en su libreta—Admitió avergonzada—Ella tiene muchos poemas y cosas divertidas sobre ti—Sonrió.
—¿Sobre mí?—Fruncí ligeramente el ceño por la sorpresa.
—Sí. Es como una novela dónde ustedes se aman—Rio por lo bajo.
—¿Una… novela?—La miré confundida. Aquello debía ser una mala compresión de lectura por parte de Vivian.
—Cadie se molestó un poco cuando supo que yo había leído su libreta y me hizo prometer que no le diría a nadie, pero no dijo que sería un secreto. Tú me has dicho que el amor no debería ser un secreto, así que yo puedo decirte que ella te ama, ¿verdad, mami?—Me miró con ilusión
No supe que contestar a la forma tan inocente con la que me contó aquello y me hice a la idea de que seguramente lo que leyó no era sobre mí. ¿Una novela?, ¿poemas? No podía ser sobre mí, no puede pensar en mí de esa manera… no debería.
—Estuvo muy mal que invadieras su privacidad—La regañé.
—No volveré a hacerlo—Agachó su cabeza.
—No es correcto tampoco que me cuentes algo que ella te pidió que no compartieras. Aunque sea de amor, estuvo mal, cariño.
—Sí mami, lo siento.
—Bien, ahora... yo necesito que guardes otro secreto—Tomé su rostro entre sus manos y le sonreí cómplice.
—¿Cuál?—Preguntó con asombro.
—No le digas lo que me has contado todo esto, ¿de acuerdo?
—De acuerdo, mami—Me abrazó con fuerza.
—¿Qué quieres que te prepare de comer?—Cambie el tema.
—La señorita Lourdes hizo spaghetti—Sonrió.
—¿Y no se te antoja nada más?
—¡Galletas! Tenemos que hacer más para Cadie. Si no vas a darle besitos al menos tenemos que llevarle galletas —Alzó sus hombros.
—Hagamos más galletas entonces—respondí.
—¡Sí!—Exclamó efusiva y se levantó de la cama de un salto.
—¿A dónde vas?—La miré confundida.
—A la cocina—Detuvo sus pequeños pies.
—Primero una ducha—dije seria.
—Primero las galletas—Hizo un puchero.
—Una ducha—Ordené, firme.
—Galletas—Se cruzó de brazos.
—Si no te duchas, no iremos a ningún lado mañana.
—Como te decía, mami primero la ducha—Bufó y caminó hacia el baño con molestia reprimida.
—Pequeña traviesa…
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𝑻𝒂𝒏 𝒄𝒆𝒓𝒄𝒂... (TERMINADA PRIMERA PARTE)
ChickLitConstruiré un lugar en donde podamos estar juntas... ✨ ___________________________________ 𝕴'𝖒 𝖓𝖔𝖙 𝖕𝖊𝖗𝖋𝖊𝖈𝖙 :v (lamento de ante mano si encontráis alguna falta de ortografía ^.^