Devoción†

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Pov’ Cadie.

“Veneración, devoción, adoración”.
Son palabras que no deben ser usadas con cualquiera, pues se tiene la costumbre de venerar deidades/santos; sentir devoción por lo celestial, adorar a lo sagrado.

—Cate para mí es una religión. Yo la seguiría hasta el fin del mundo y si ella me lo pidiese... Lo que sea, lo haría.

“Tengo un altar puesto para usted, lleno de flores del campo que yo misma corté; representan su libre albedrío y la fuerza con que la que se planta frente a la vida. El mantel, blanco como su alma, pura. Cristales de colores brillantes y alegres como su personalidad. Agua salada y fría como su coraza. Vino tinto, dulce y burbujeante”.

—Sabiendo todo esto, que no le quepa duda alguna; sus deseos son mis órdenes, su palabra es la única que predico, su magia es la única que en la que creo y su presencia es a quien yo venero.

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—Mantenerme de pie me ha costado. Mi impertinencia y mi mundano deseo, me alejó de ella. Mrs. B, no ha vuelto a mirarme; es que como si ahora me repudiase, como si deseara que yo muriese en algún accidente, para que ella se lamentara sin sentir culpa alguna; deseaba las manos limpias frente a mi suicidio. Desaparecer era lo único que me quedaba por hacer, eran sus deseos y debía cumplirlos; mi castigo sería la soledad.

Pasaron 2 meses en los que me mantuve al margen y sin poner un solo pie en aquella hermosa mansión, y a decir verdad, extrañaba absolutamente todo; desde el moho en las escaleras de la entrada, hasta la fina madera de los pisos de su habitación… mas era necesario que no volviésemos a vernos. Prefería mantener los buenos recuerdos que vivimos en Escocia y no los malos, no su indiferencia y su evidente incomodidad hacia mí.
Ya no sabía que otra excusa inventarle a John para no ir los fines de semana a su casa, para rechazar sus propuestas a comer o a cenar, pero no podía volver ahí. No era lo suficientemente fuerte como para soportar la indiferencia de su madre, no otra vez y mucho menos su tolerancia forzada. En el fondo sabía que me merecía aquello, pero prefería no enfrentarlo.
Mrs. B, había tomado distancia por moral, por vergüenza, por asco… no lo sabía, pero para mí era insoportable verla huir de mi presencia y sobre todo el horror con el que me miraba. A veces sentía lo mismo con John y por eso mismo la entendía... También debía alejarme de él.

[...]

—Vas a terminar conmigo, ¿cierto?—Me preguntó entre lágrimas.

—Lo siento John, pero no…

—¿Es por mi madre?

—¿Cómo?—Lo miré sorprendida.

—Ella piensa que no has vuelto a la casa por su culpa, me lo dijo y…

—No, no es por tu madre. Tu familia me agrada y lo sabes—Intenté sonar segura.

—¿Entonces?—Me miró desconcertado.

—Es solo que… ya no pasamos tiempo juntos y creo que mereces más que alguien que está ocupada siempre, eso es todo—Mentí. Por supuesto que una parte era verdad, pero no la verdad a su pregunta.

—Pero, yo te quiero a ti.

—Yo también te quiero y por eso es mejor que esto acabe ahora.

—Sabes que yo deseaba que fueras la primera y la única—dijo avergonzado y se acercó a mí, temeroso.

—Y yo te dije que debías esperar a alguien que realmente mereciera ser la primera. Alguien que te amara con la misma intensidad que tú. Somos jóvenes, no sabemos nada sobre el amor y creo que nuestra relación fue bonita, no lo niego, pero es momento de avanzar—Sentí totalmente mis palabras, incluso yo, ya no estaba segura de nada sobre el amor.

—No quiero dejarte—Me abrazó con fuerza.

—Me olvidarás, estoy segura—Lo consolé como a un niño pequeño.

—Gracias por ser sincera conmigo—Musitó.

—Perdóname si te he dañado. Te juro, nunca fue mi intención—Besé su cabeza. El arrepentimiento en mi palabras venía del fondo de mi corazón. Enamorar a su hijo era parte del plan, sin embargo mi idea había sido errónea, totalmente guiada por mi ego. De verdad creí que aquello sería tan fácil como quitarle un dulce a un niño… me equivoqué.
John era un joven libidinoso y con traumas, como todos, pero bien educado y cariñoso. Se conformaba con mis insípidos besos y frías caricias. Estaba consiente de que lo había utilizado, pero de otro modo no hubiera sido tan fácil el acercarme a su madre, no sin su ayuda. Ambos vivimos juntos la belleza de un sueño. Él, el de conocer el amor y yo, el de conocer a su madre.  Cuando empecé con este malévolo plan, esperaba estar a la altura. Pasaría por quién debía de pasar y utilizaría a mi favor cualquier oportunidad, pero me había engañado; no pude apagar mis sentimientos.

[…]

—Quiero hablar contigo—dijo con seriedad y mirándome a la cara.

—¿Qué pasa Amely? Me asustas—respondí consternada.

—¿Por qué tus calificaciones han bajado?—Puso sus manos entrelazadas sobre el escritorio y me miró inquisitiva.

—Me distraje, pero te prometo que estudiaré el doble la próxima vez—Aseguré. Claro que aquello jamás lo cumpliría.

—¡Cadie, por dios! Se ve que no duermes, ni comes bien. Estás ojerosa y mucho más delgada. ¿Tiene que ver con ese chiquillo?—Preguntó con evidente molestia.
¿Por qué debía estarlo? Ella no tendría porque sentirse así conmigo. —Terminamos hace una semana—Fingí indiferencia. Era imposible que yo le dijera la verdad, ella no lo entendería.
—Me niego a creer que estés sufriendo así por él—soltó enfurecida—. ¡No vale la pena! Sabes… lo vi apenas ayer, conversando con otra chica y tú aquí sufriendo. Aparte de que es mucho menor que tú y…

—¿Lo viste con otra?—Pregunté sorprendida y con un nudo en la garganta. Estaba celosa, pero no por él, sino porque ahora otra mujer entraría en su casa. Otra a la cual seguramente tratarían mejor que a mí. Otra a quien su madre abrazaría con fuerza, a quien le serviría vasos leche y rebanadas de pastel. Sus sonrisas y atenciones ya tenían nueva receptora, otra que no era yo y que quizás era hasta mejor que yo.
—De verdad lo amas—dijo incrédula.

Negué y me di la vuelta dispuesta a marcharme; todo estaba saliendo mal y yo no sabía cómo arreglarlo. Amely se levantó de prisa e impidió mi huida. Tomó con fuerza de mi brazo y me jaló hasta su regazo. Me rehusé a sucumbir a su consuelo, pero ella no me soltó, no se alejó. Comencé a llorar entre sus brazos imaginando que eran otros… que eran los de mrs. B. Nada de esto estaba contemplado, mucho menos escrito, pero… tampoco lo estaba mi cobardía y aun así había sucedido. A donde quiera que vaya, no puedo fingir del todo bien y las cosas continúan a su propio ritmo.

—Me sentía la mejor cuando crucé la puerta del colegio, cuando Amely se ofreció a cuidar de mí y ahora, no era más que una fracasada. No había diferencia entre mis padres y yo.

Fin del pov

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𝑻𝒂𝒏 𝒄𝒆𝒓𝒄𝒂... (TERMINADA PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora