Cosas de chicas⭑

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Pov' Cadie.

—¿Quién?—Pregunté al escuchar que habían tocado el timbre, pero al no escuchar respuesta alguna, me acerqué a la puerta y miré por el pequeño orificio.
—¿Vivian?—Abrí la puerta de prisa y me encontré a la pequeña hermana de John y a su bellísima madre—¿A qué se debía su hermosa visita?

—Hola, te extrañé—Gritó y corrió a abrazarme.

—Yo también te extrañé—Correspondí a su abrazo con alegría—Adelante—Hice un ademán para ambas entraran.

—¡Tienes muchas plantas!—Gritó Vivian emocionada.

—Soy la señora de las plantas—Le hice un guiño.

Escuché a su madre reír por lo bajo y volteé a verla con la ceja alzada.

—Lo siento, pero de señora no tienes nada—Volvió a reír.

—Mami, claro que sí. Vela, se viste como tú cuando descansas—Comentó la menor.

En ese momento las tres soltamos una carcajada por aquel comentario tan inocente de Vivian.

Pocas veces pude ver a mrs. B en ropa informal, pero el que su pequeña comparara mi camisa holgada, deslavada y rota con sus elegantes pijamas de satín y seda, me divertía en demasía.

—Ni sacándome la lotería podría vestirme tan bien como tu mamá—volteé a ver a la pequeña.

—Hablando de vestir bien. ¿Por qué no estás arreglada?—Me preguntó la mayor.

—¿No esperaba visitas?–La miré con obviedad.

—¡Mami!, dijiste que le habías avisado—Vivian se cruzó de brazos y miró a su madre con seriedad.

Quise reírme en ese instante; ambas eran tan parecidas.

—Claro que le avisé—respondió la mayor.

Vivían volteó a mirarme con el ceño fruncido.

—¡Está mintiendo!—Negué.

—¡Oye!—Me reprendió su madre y golpeó mi hombro, tomándome totalmente desprevenida.

La miré con sorpresa, no creí que la tan elegante y propia mujer, se comportase como una chiquilla, no conmigo por lo menos.

—¡Auch!—Me quejé y sobé mi brazo adolorido—Aparte de mentirosa, pegona—dije fingiendo molestia y miré a Vivian con un puchero. Ella indignada volteó a ver a su madre con desaprobación.

—Ay, no te pegué. Que dramática—Alegó la mayor.

—Mami, lo vi, no mientas y discúlpate—reprendió la pequeña.

—Sí mami, discúlpate—La miré divertida.

—No lo haré—dijo orgullosa y se cruzó de brazos.

—Mami…—La presionó Vivian.

—Bien—Bufó—Lo siento—Reviró los ojos.

—No es suficiente—respondí divertida y me crucé de brazos.

—Dale un beso, mami—Ordenó la pequeña, quién nos miraba a ambas con severidad.

Me acerqué a su madre y le señalé mi mejilla.
Esto era mucho más que una fantasía para mí; deseaba que sus labios color rosado, se impregnaran en mi piel para siempre.

Ella como siempre dudosa, quizás hasta nerviosa… Se acercó hasta mi rostro y depositó un tierno beso en mi mejilla izquierda. Instintivamente cerré los ojos al sentir la humedad y suavidad de sus labios. En ese mismo instante, deseé que el tiempo se congelara y que solo existiéramos nosotras dos, que su beso se extendiera por todo el rostro hasta llegar a mis labios.
No me percaté del momento en que se alejó porque la calidez de su presencia seguía intacta en mi mejilla, en mi piel, en mis entrañas.

—Mami, dale otro—Gritó la pequeña, emocionada.

Volteé mirar a la pequeña con una sonrisa; ella parecía ser alguna clase de hada que cumple deseos.

—No, nada de besos. Mejor vámonos ya que tengo hambre—Gruñó y se acercó a la pequeña.

Regresé mi vista hacia la mayor; se notaba su vergüenza, sus mejillas se había pintado de un lindo color carmesí.

—Duró muy poco su visita—dije con tristeza.

—Pero, si tú vienes con nosotras—Alegó Vivian.

—¿En serio?—Las miré a ambas con alegría.

Su madre asintió y con emoción corrí hacia mi habitación por mis zapatos.

—¡Por el amor de dios, Cadie!—Exclamó la mayor al verme—Ponte unos jeans—Ordenó.

—¿Le avergüenza mi ropa?—Pregunté divertida.

—Mami, no se avergüenza. Mami, está celosa—Gritó la pequeña y comenzó a reír.

—No la escuches—Negó su madre con una calma mal fingida.

—Digo la verdad. A mami no le gusta que salgas así, porque no quiere que nadie te miré—Continúo riendo la pequeña.

—Shhh, cariño eso no es así–dijo su madre, intentando así que ella guardara silencio, pero fue inútil.

—Ella es como John, también se molestó cuando te pusiste el traje de baño, ¿recuerdas?

Asentí ante su pregunta y aguanté la risa como pude. No quería incomodar más a su madre y que terminara arrepintiéndose por venir. Regresé a mi habitación y busqué entre mi ropa unos jeans y una blusa de tirantes. Aunque hubiera querido creer en las palabras de Vivian, no podía. Yo no concebía la idea de que su madre pudiese sentir celos. Ella y John, por desgracia o fortuna no se parecían en nada.

—¿Mejor?—Le pregunté a ambas.

—A mí me gustaba más la otra ropa, porque con ella no te ves tan delgada. Creo que deberías comer más galletas—Comentó la pequeña.

Definitivamente era como su madre.

—Es verdad—Confirmó la mayor, mirándome de arriba abajo.

—Comeré más galletas, lo prometo—aseguré con una sonrisa y ambas salimos de mi apartamento.

[…]

Luego de comer pizza, helado y galletas (o por lo menos Vivian y yo, ya que su madre comió solo pizza vegetariana), regresamos de nuevo en el auto.

—Quiero agradecerle la invitación a comer—dije.

La mayor volteó a mirarme un instante, pues iba conduciendo; me regaló una tierna sonrisa y continúo manejando en silencio.

Volteé hacia la parte de atrás del auto y Vivian se encontraba totalmente dormida.
—No durmió bien anoche por la emoción—Comentó su madre.

—Es una niña encantadora. De haber sabido que iban a visitarme, yo tampoco hubiese podido pegar un ojo, pensando en qué hacer de comer y todo.

—¿Sabes cocinar—preguntó sorprendida.

—Por supuesto. El cereal con leche me queda exquisito—Mofé.

—Oh, sí lo creo—dijo y soltó una leve carcajada.

Desvíe mi vista a la carretera y me di cuenta de que este no era el camino a mi apartamento.

—No te vamos a secuestrar—dijo al darse cuenta de mi extrañeza.

A caso seguía mirándome.
—Ustedes podrían hacerlo y yo no me opondría, pero el resto de su familia...—Dudé—Bueno, no creo que estén de acuerdo con eso.

—No están en casa. Ellos… se fueron de viaje—dijo en un tono que evidenciaba su molestia.

—¿Sin ustedes?—pregunté sorprendida.

—Cosas de chicos—dijo entre comillas.

—Oh, ¿y es por eso que fueron por mí? ¿Para hacer cosas de chicas?

—Correcto—confirmó con una sonrisa.

¡Muy bien! Pase de ser como su hija a ser como su amiga. Definitivamente, ella jamás iba a verme más que como una chica normal, no importa si yo deseaba o no que ella me viera diferente. Aquí o allá, la realidad es cruel siempre.

Fin del pov'
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𝑻𝒂𝒏 𝒄𝒆𝒓𝒄𝒂... (TERMINADA PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora