Después de releer el guion que me había enviado Guillermo, comencé a practicar mi papel.
Para mí era una experiencia única, pues el personaje estaba tan bien construido; místico, fantasioso y un poco aterrador. Guillermo le informó a mi representante que las grabaciones comenzarían en un par de meses y que serían en Escocia.
Como siempre, Andrew estuvo de acuerdo en que viajara, llegué a creer que ya ni siquiera le importaba mi estancia o ausencia. Se la vivía en su estudio o con su mejor amigo en el club. Parecíamos un par de amigos que viven juntos con un patético y triste convenio, pero nada más.
Afortunadamente las cosas en casa se sentían menos frías debido a la presencia de Cadie, John parecía ser otro, más feliz y atento. Incluso me había comentado su idea respecto a trabajar; tenía deseos de comprarle regalos a su novia y prefería que el dinero proviniese de su esfuerzo y no mi cartera. Lo entendía, pero yo quería que él se enfocara solo en estudiar, así que me las arreglé para asignarle pequeñas tareas y pagarle generosamente por ellas. Si su novia lo hacía feliz, valía la pena que él se esforzara limpiando los establos y los gallineros con tal de cumplir sus caprichos femeninos.
Las visitas de la joven se volvieron cada vez más frecuentes. Al principio era una vez a la semana y de repente, ya pasaba también los domingos.
Me agradaba tenerla aquí; siempre era tan atenta y amigable. Se llevaba tan bien con mis hijos, Vivian incluso lloraba por su ausencia; siempre quería pasar el tiempo jugando con ella.
Sin embargo, Cadie le explicaba con calma y cariño que ella no podía quedarse a vivir aquí, ya que tenía responsabilidades con las que debía cumplir.
La chica era irreal, parecía salida de un cuento de hadas; sus modales eran impecables, tenía muy buen gusto para todo. Aunque siempre parecía ser feliz, muy pocas veces la veía sonreír de verdad. Solo se notaba alegre cuando estaba con mi pequeña hija o conmigo. Al parecer, estar cerca de mi hijo la incomodaba y llegué a pensar que era debido a mi presencia, pues lo normal es que se sintiera cohibida, temerosa de demostrarle afecto a John en frente mío. Así que comencé a tomar distancia, pero, aquel día fue imposible alejarme de ella…
[…]
—De ninguna manera Cadie, no puedes irte. Es demasiado tarde y está lloviendo. El tráfico en la ciudad debe estar horrible—Demandó mi esposo.
—Es mejor que te quedes. Si te vas así, nos dejarías con el pendiente—Quise hacerla entrar en razón.
—Cadie, quédate—Suplicó Vivian entre pucheros.
—No sé…—Respondió dubitativa.
—Bueno, entonces déjame llevarte—Alegó mi hijo.
—¡No!—Respondió ella y ambas lo miramos con desaprobación.
—De ninguna manera se irán solos. Y pensándolo bien, no sé siquiera por qué te estamos preguntando. Te quedarás—Ordené con firmeza.
Ella me miró sorprendida y al mismo tiempo con un brillo extraño; sus ojos se convertían por ratos en u libro abierto para mí.
—Está bien—Respondió resignada.
Vivian comenzó a dar saltitos de alegría e inmediatamente le ofreció su cuarto, a lo que Cadie se negó.
—¡Vamos a mi habitación!—Exclamó John.
Tomó a Cadie de la mano, pero ella se rehusó y se plantó firme negándose a seguirlo.
A pesar de la confusión con la que mi hijo la miraba, ella no cedió, no se movió y él terminó por entender.
—Voy a mandar a preparar la habitación de invitados—Coloqué mi mano en su hombro.
Me había complacido su reacción ante la propuesta de mi hijo. Ella era una señorita y se notaba el respeto que tenía por las costumbres de la casa.
[…]
—Si necesitas algo no dudes en pedirlo. La habitación ya está acondicionada y el baño también. Descansa—Le sonreí—. Vamos cariño, despídete—Llamé la atención de mi pequeña.
—Hasta mañana, Cadie—Se despidió mi hija, depositando un beso en su mejilla.
—Sueña con los angelitos, muñequita—Cadie respondió con ternura. Vivian y yo salimos de la habitación.
Me encargué de arropar a mis hijos y una vez que todos se encontraban durmiendo, me dirigí a mi cuarto. Estaba por entrar cuando escuché un estruendoso ruido proveniente de la cocina.
—¡Oh, mierda!—La escuché maldecir.
Me asomé por la puerta y la encontré de rodillas, ligeramente inclinada hacia el piso, recogiendo los pedazos de vidrio.
—Levántate. Yo lo hago, no quiero que te lastimes —Susurré. Me agaché hasta el suelo y comencé a levantar las partes más grandes. Giré mi rostro para pedirle que me acercara la escoba, pero la encontré de pie, apoyada en la orilla de la alacena; tenía su pierna izquierda frente a mí y me miraba muy extraño.
—¿Pasa algo?—cuestioné en voz baja. Fruncí el ceño al darme cuenta de que su rostro estaba completamente rojo, su respiración entre cortada y ella no dejaba de morderse los labios con fuerza— ¿Te cortaste?—Pregunté preocupada y me planteé frente a ella. Negó tímidamente y me observó de arriba abajo, por inercia yo hice lo mismo; vestía una camisa, blanca que le quedaba grande y supuse que era de John. Sus piernas quedaban al descubierto al igual que sus bragas de color rosado, totalmente de encaje. En ese mismo instante me percaté de que apretó sus piernas y su respiración aumentó—. ¿Me puedes acercar la escoba y el recogedor?—Ordené, nerviosa ante su presencia.
Ella parpadeó un par de veces como si intentara despertarse de un sueño. Asintió rápidamente y con movimientos lentos y mal medidos, se apartó; parecía que algún lazo invisible le impedía alejarse del todo.
—Lo lamento—Se disculpó al volver.
—¿Tenías sed?—No quise mirarla y continué barriendo lo que quedaba del vaso roto.
—Le prometo que se lo pagaré—Soltó.
—Cómo crees, solo es un vaso—Me dirigí al bote de basura—. Lo importante es que tú estás bien—le sonreí—¿Venías por…?
—Leche—Completó ella.
—Déjame servirte, entonces—Pasé por su lado y tomé una taza de la alacena. Abrí la nevera y saqué la jarra con leche–. Es de almendras, hecha en casa. ¿Está bien?
—Sí—Respondió en un tono aniñado.
Serví la leche y regresé la jarra a su lugar. Estaba por girarme cuando sentí el peso de su cuerpo en mi espalda; sus pezones erectos rozaban contra mi pijama de seda.
—Gracias—Susurró.
Hace mucho tiempo que no sentía un acercamiento así, tan inesperado y sobre todo fuera de cámaras; me tomó desprevenida y no supe qué hacer.
De un momento a otro sus manos estaban sobre mi vientre y sobaba su rostro contra mi espalda; como si fuese un pequeño gato que ronronea a su amo. La escuchaba olfatear y suspirar; mi cuerpo se erizó por completo y me avergoncé por ello.
—Siempre es tan linda conmigo. Ojalá hubiera tenido una madre como usted—Sollozó.
Me giré sin soltarme de su agarre y la abracé con cariño. Era por mucho más alta que ella y fue imposible no enternecerme. Se escuchaba tan afectada y se aferraba a mí con temor, como si algo la hubiese asustado. No dije nada, simplemente acaricié su cabello y sobé su espalda. Luego de unos minutos, ella me soltó y me miró directamente a los ojos. Le sonreí y limpié el resto de sus lágrimas.
—Toma—Le acerqué el vaso con leche.
—Gracias otra vez—Sonrió.
—No hay de qué, lamento no haberte ofrecido nada antes de irme a dormir—Acomodé un mechón de su cabello y le sonreí de vuelta.
—Por favor, no se preocupe más por mí. Puede irse a descansar, no cometeré otro error—Agachó la cabeza.
—Anda, termina tu leche—Negué—Yo te espero—No iba a dejarla sola, no sin asegurarme de que estaría bien. Después de todo ella era parte de la familia y preocuparme era inevitable.
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𝑻𝒂𝒏 𝒄𝒆𝒓𝒄𝒂... (TERMINADA PRIMERA PARTE)
Chick-LitConstruiré un lugar en donde podamos estar juntas... ✨ ___________________________________ 𝕴'𝖒 𝖓𝖔𝖙 𝖕𝖊𝖗𝖋𝖊𝖈𝖙 :v (lamento de ante mano si encontráis alguna falta de ortografía ^.^