Perfidia.

626 76 71
                                    

POV' Cadie.

《Era tu fantasía, así que debes cargar con las consecuencias.》

¿Era mi fantasía? ¿Cate era mi fantasía? y ahora, que por fin había logrado hacerla realidad, ¿debía cargar con las consecuencias? ¿Cuáles serían?


[…]

—Llegamos—dijo y volteó a mirarme.

—Quédate—Supliqué.

—No tenías que pedírmelo—respondió con una sonrisa.

Entramos juntas al apartamento y ella bromeó respecto a mis plantas, diciendo que se veían muy consentidas. No entendía a lo que se refería así que me explicó diciendo que cuando le damos mucha atención a algo vivo, este continuamente seguirá pidiéndonos más y más.

—Se vuelven consentidas—Finalizó su indirecta.

—¿Quién no se volvería adicto a lo que tanto le gusta? Es inevitable no pedir más y eso no es un capricho —Alegué.

Creí que ella volvería a dar otro argumento, obligándonos así a debatirlo, pero simplemente se rio.

—¿Me presta su baño, señora de las plantas?—Mofó.

—Por supuesto, madam—respondí divertida.

—¿Quieres que me lleve tu mochila?—Preguntó y ambas volteamos a mirar el sofá dónde había dejado aquel el objeto.

—Bueno, está bien, gracias—Le sonreí.

Tomó la mochila y se dirigió a hacia mi habitación.
Mientras ella estaba en el baño, yo me dispuse a preparar dos tazas de té. Al terminar de servir, me senté en el sofá y esperé a que ella volviese, pero por alguna razón no lo hacía.

—¿Se habría metido a bañar o algo así?—Negué y me dirigí hacia la habitación, toqué la puerta y al no escuchar respuesta alguna, decidí abrir y asomarme por la puerta.

—¿Cate...?—La llamé, pero ella no respondió.

Al entrar al cuarto la encontré de espaldas, sentada sobre mi cama en total silencio.

—¿Está todo bien?—Me acerqué. Alzó la vista y me miró unos segundos, sus ojos estaban rojos y por su rostro ese veían las lágrimas correr. —¿Decepción, ira, dolor?—No tuvo que decirme nada, solo hizo falta que yo mirase sus manos para adivinar el porqué de su llanto y su forma tan horrible de mirarme.
Cate había leído la libreta, se había enterado de la verdad. Un silencio sepulcral se apoderó de la habitación. Ella volvió a mirar sus manos y yo, ni siquiera podía escuchar su respiración. Hubiese pensado en alguna excusa, una mentira y simplemente decírsela, pero ella no la creería de todas formas y solo lograría que me odiase más de lo que seguramente ya lo hacía.
De todos los finales que imaginé, nunca pensé que este sería el elegido. Un final en el que ella se pregunta si es real, si su vida es producto de mi imaginación o si es que soy alguna clase de psicópata y es probable que esa sea la respuesta.
Después de lo que Cate considero suficiente tiempo para que yo hablase y dándose cuenta de que no lo haría, fue valiente y decidió hacerlo ella.

—Quiero que digas la palabra—Espetó.

Hacerme la tonta sería absurdo, ella me estaba pidiendo claramente que me marchara, que desapareciera de aquí. —Necesito la libreta—Pedí con torpeza, debido a la vergüenza y al miedo. Quizá mi rostro no tenía expresión alguna, pero mis manos temblorosas me delataban.
Ella no dijo nada más y se levantó de prisa. Se plantó frente a mí como esperando a que yo le diera la cara. Estaba consiente de lo que me merecía y era obvio lo que ella deseaba hacerme. Me levanté y le sostuve la mirada, estaba preparada para sentir su palma sobre mi mejilla, mas no lo hizo. Cate se arrojó a mis brazos y me apretó con fuerza dejándome casi sin respiración.

—Me imagino lo desgraciada que debe ser tu vida, como para que tengas que vivir de una utopía—Musitó.

Permanecí en silencio, petrificada por sus palabras. Hubiese preferido que me gritara y golpeara a recibir su lástima.
Luego de unos minutos me soltó y me entregó la libreta. Observé con duda aquel objeto entre sus manos, sin ganas de querer siquiera tocarlo, pues hacerlo significaría decir la palabra.

¿Ella quería asegurarse de que fuera real lo que estaba escrito ahí? Muy en el fondo quizás esperaba al igual que yo, que esto solo fuese un mal sueño, una maldita broma de mi parte, pero no lo era y si me atrevía a pronunciar aquellas letras la destrozaría.

—Tómala—Ordenó.

—¿Eso es lo que de verdad quieres? —Pregunté al borde de un ataque de pánico. —Dime qué no, Cate.

—¿Crees que la estrella de tu mundo de verdad querría estar contigo aquí, en este idilio?—Soltó con desprecio. Negué con vergüenza ante sus palabras.—Pues, yo tampoco quiero… prefiero desaparecer—dijo con un tono lleno de melancolía.

—El que yo me marche no significa que tú vayas a desaparecer, seguirás aquí.

—Pero, ya no te vería más y eso aliviaría mi carga—Arremetió. Agaché la cabeza y tomé la libreta con resignación.—Dilo—Volvió a ordenar.

—Para mí eras real, Cate. Creé este mundo con amor y…

—El amor no es manipulable y tú te metiste en mi vida aprovechándote de los demás. Usaste a mi hijo, a la directora y quién sabe a cuánta gente más.

—Cuando lo hice tenía en mente que no eran reales, pero me equivoqué.

—¿Quién crees que eres para decir lo que es real y lo que no? No porque lograste que tu película mental se hiciera realidad, significa que los actores te pertenecen. ¡No somos títeres!—Espetó furiosa.

—Sé que no, pero yo no te obligué a enamorarte de mí. Si leíste el guion te habrás dado cuenta de que la mayoría de lo que escribí no sucedió. Lo que sientes por mí, no lo escribí yo.

—No siento nada más que pena por ti. Deja ya de hablar y márchate. Ve a tu mundo real, enfrenta tu realidad y deja de imaginar futuros con alguien que ni siquiera sabe que existes. No eres especial, Cadie. Hay un millón de chicas como tú que sueñan con diferentes cosas, algunas crean mundos alternos y otras aprenden a vivir de la realidad.

—¿De verdad me vas a hablar de realidades? Que fácil es juzgar cuando te sientes lastimada, ¿no? Que fácil es ponerse en el plan de víctima, pero ninguna de las dos lo es. Sientes que sí, porque estás programada para hacerlo, no lo eres. Jamás lastimé a tu familia, no fui yo quién te separó de tu esposo, en el guion no dice que estás obligada a amarme—hablé  con toda mi amargura.

—Yo no te amo y tienes razón estoy programada para sentir, quizá no lo inventaste tú, pero alguien más lo hizo así que toda esta aventura no es más que una ilusión. ¡Despierta de una vez!

—Si eso es lo que realmente quieres—Apreté la libreta entre mis manos y cerré los ojos.

—Prométeme que no volverás—Desvió la vista.

—No tengo que prometerlo, sé que será imposible que vuelva—Un fuerte dolor en mi pecho me invadió al escuchar en voz alta mis palabras.

—Mejor así—Musitó.

Alcé mi vista y la observé; su rostro no expresaba ningún sentimiento, más sus ojos seguían derramando lágrimas de dolor.
—Era verdad lo que dije. Te amo, Cate, te amo de verdad.

—¿A mí, tu fantasía? ¿o a la Cate real?

—Tú eres real para mí.

—Adiós, Cadie—dijo y se dio la vuelta.

“Cargar con las consecuencias”
—¿Eso es lo que debía hacer ahora?— Solté el aire contenido y con él, cualquier esperanza de que ella se arrepintiera de su decisión. Debía irme, debía desaparecer, pero cómo si yo no quería dejar de verla. No podía alejarme ahora. —Cate, lo siento—Me aferré a su cintura.

—Si de verdad me quieres, vete ya.

Me derrumbé en llanto luego de escucharla, mis piernas flaquearon y caí al piso. Sin embargo ella seguía firme frente a mí, dándome la espalda, ya ni siquiera era capaz de mirarme.

—Perdóname—Sollocé. Me aferré fuertemente a sus pies y cerré los ojos con fuerza.

Perfidia.







Continuará
_______________________________

🌸

𝑻𝒂𝒏 𝒄𝒆𝒓𝒄𝒂... (TERMINADA PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora