Límites

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POV’ Cadie.

La importancia de una promesa es subjetiva. El individuo es quien decide el valor que tendrá o el tiempo que durará aquel pacto.

Ella había prometido que al despertar seguiría aquí, pero al abrir los ojos no fue su rostro lo primero que vi. Me sentía asustada y cansada, el deterioro de mi vitalidad física era cada día más difícil de soportar, sobre todo por la fiesta de ayer.

Al cerrar los ojos le apostaba al universo mi estadía aquí y aunque antes no me hubiese importado despertar en mi mundo, ahora era diferente. No quería irme nunca más o por lo menos no sin antes volver a besarla.

Salí de la habitación, bañada arreglada y sin saber a lo que me enfrentaba. Quizás ella estaría en la cocina preparando el desayuno o quizá…

—Buenos días, Cadie—Me saludó Sarah desde la sala. Lucía bien a pesar de lo mucho que había bebido la noche anterior.

—Buenos días, me alegra que te sientas mejor—respondí.

—Fue muy divertido lo de anoche, pero no se volverá a repetir—dijo seria. Seguramente Cate, la había amenazado porque tanta madurez no natural en ella.

—Lo sé. No quisiera volver a pasar por lo de anoche—hablé en el mismo tono que ella y me aproximé al sofá.

—¿No piensas desayunar?—preguntó con extrañeza.

—No tengo hambre—negué.

—Eres muy extraña. No comes bien, tomas demasiado, mas no pareces sentir los efectos. ¿A caso eres de otro planeta?—preguntó divertida.

—Quizás de Marte o Saturno—bromeé con ella.

—Divina juventud—suspiró.

Guardé silencio un instante y miré la casa con nerviosismo, sin embargo Sarah decidió terminar pronto con él y decirme algo que obviamente ya había contemplado.

—Ella se fue—dijo sin mirarme.

—¿A dónde?—pregunté con temor. —¿De verdad me había abandonado aquí? —Sarah volteó a mirarme inquisitiva y sobre todo orgullosa; parecía que hubiese descifrado el enigma más grande de su vida.

—No voy a preguntar cuánto te gusta porque creo que eso es más que obvio, pero sí que debería de saber cuáles son tus intenciones con Cate.

¿Mis intenciones? ¿Si era tan obvio mi amor por su amiga, no lo eran también mis intenciones? ¿Que me ame, que quiera pasar su vida conmigo? —No estoy esperando ser la madrastra de sus hijos definitivamente, mucho menos ser portada de revista con ella, tampoco quiero causarle un conflicto. Soy consciente de la posición en la que estoy y no espero nada más. Y sí ya sé que tanto tú como ella, piensan que hablo por hablar y que con el tiempo saldrá a la luz mi verdadero interés. Que seré caprichosa y le exigiré más de lo que ella puede darme, así que no me queda más que demostrar con hechos mis palabras. Si Cate me quiere hoy y mañana ya no, me haré a un lado, pero si por el contrario ella me pide que viva en su sótano no tengo problemas con hacerlo; estaría encantada. Lo que ella me pida, lo haré sin dudarlo—aseguré con firmeza.

—Así que es devoción—asintió pensativa.

—Yo más bien diría que no es algo de este mundo—Sonreí orgullosa.
Sarah volteó a mirarme y correspondió mi sonrisa.
—Ella está en la cocina preparando la comida—dijo en un tono burlón.

En otras circunstancias me habría molestado, pero viniendo de Sarah no podía, después de todo ella necesitaba vengarse por lo de anoche.

—No había necesidad de tratar de embriagarme—dije irónica, omitiendo totalmente su chiste.

—Quería que hicieras un espectáculo—Confesó.

—Será en otra ocasión—Reí por lo bajo.

—Tenlo por seguro—Mofó.

Asentí divertida y me levanté con prisa. Caminé sigilosa hasta la cocina y encontré a Cate platicando con Diana (la empleada). Se veía sumamente hermosa con su delantal color amarillo y su cabello ligeramente sujeto por una cinta de color rojo. Me quedé admirándola detrás de la puerta, pues no quería interrumpir la armonía con la que conversaban respecto a la comida.

—¡Cadie!—Me sorprendió Vivian. Volteé asustada y le pedí que por favor bajara el tono de su voz. —¿Qué haces aquí escondida?—Susurró.

—No estoy escondida—respondí en voz baja y me incliné hacia ella.

—¿Estabas vigilando a mi mamá?—preguntó con una ceja alzada y la sonrisa.

—No, solo no quería interrumpirla—negué, avergonzada.

—Ah, yo pensé que querías mirarla como ella te miraba en la mañana.

—¿Ella me miraba?—Sentí las mejillas calientes.

—Sí, mientras dormías. Tenías tu cabeza sobre su brazo y la abrazabas con fuerza. Creo que no pudo dormir por estar vigilándote, ¿tuviste sueños malos?

—Sí, soñé horrible—Fingí miedo.

—A mí también me pasa y por eso tengo a bonnie, él se asegura de que nada malo me pase. Te regalaré uno también—dijo con emoción.

—Eso me alegraría mucho—Le sonreí y acaricié su cabello.

—¿Qué hacen aquí? ¿Están conspirando a caso?—Nos sorprendió su madre.

Me enderecé completamente, pero al hacerlo sentí que mi trasero rozó con su cuerpo; ella estaba detrás de mí. Abrí los ojos, sorprendida. Creí que ella se apartaría ante mi rose, pero no lo hizo.

—Mami, Cadie no ha desayunado—comentó Vivian.

—Y cómo iba a hacerlo, si se acaba de levantar—respondió su madre, muy cerca de mi oído.

—¿Puedes hacerle un wafle, mami?

—No sé. ¿Eso es lo que ella quiere?—preguntó la mayor.

Cada vez que ella pronunciaba alguna palabra, mi cuerpo se convertía en una masa intangible y creía que caería derramada al piso en cualquier momento.

—¡Cadie!—Gritó Vivian.

—¿Si?—Volteé a mirarla.

—¿Si quieres wafles?

—Lo que sea está bien—respondí con nerviosismo.

—¿Viste, mami?

—Bueno, entonces, Diana ¿puedes preparar un “lo que sea está bien” para Cadie, por favor?—Se alejó de mí.

Vivian comenzó a reír por el chiste que había hecho su madre, yo por el contrario seguía estática; su acercamiento había sido tan inusual. No quería pensar con perversión, pero era innegable que aquello había sido intencional. Desgraciadamente, no podía unirme a un juego así, la respetaba demasiado como para evidenciarla enfrente a su hija. Mi mente podía imaginar muchos escenarios a solas con ella, pero no aquí y no sin su consentimiento.

Después de desayunar los ricos wafles en completa vigilancia de Vivian, quien no me dejaba que desperdiciara ni una sola migaja. Su madre le ordenó que preparar su mochila, pues luego de la comida nos iríamos. A desgana, pero Vivian terminó por hacerle caso.

—¿Cómo te sientes?—Preguntó la mayor una vez que nos encontramos a solas.

—Mal—respondí sin mirarla.

—¿Mal por qué?—Su rostro lleno de preocupación, me enternecía.

Ladeé la cabeza y la miré con tristeza.

—Prometió que al despertar seguiría a mi lado y no lo hizo—Confesé.

—La promesa era que seguiría aquí. No que estaría todo el día en la cama esperando a que despertaras—respondió con seriedad.

—Creí que…

—Debes ser más clara con lo que quieres—sonrió divertida.

—El querer algo de usted, ¿me da el derecho de pedírselo?

—Depende—dijo y se acercó a mí rostro.

—Depende de qué—Quise saber.

—Del lugar y del momento—acomodó con ternura un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

¿Tan segura estaba de lo que yo quería? ¿Tan obvia era?

—En qué lugar y en qué momento estaría dispuesta a besarme—pregunté en voz baja.

—Definitivamente no aquí en la cocina—sonrió y mordió con descaro su labio inferior.

Entonces, sí estaba seduciéndome. ¿Acaso estaba probando mis límites?

—Avíseme cuándo y dónde, entonces—acerqué mi frente a la suya y, luego suspiré profundamente.

Por más que lo deseara, no caería tan fácilmente en la trampa, porque eso es de lo que se trataba su plan; de medir mi resistencia y asegurarse que no tuviera arrebatos por ella.

《Lo que usted quiera, cuando usted quiera y donde usted quiera》

Fue lo que había dicho y estaba dispuesta a cumplirlo.
Me abstendría de besarla y le demostraría que puedo esperar a que sea ella quien de las órdenes, no importa cuan desesperada este por un beso o una caricia suya. No soy una niña y no me voy a dejarme llevar, sin que ella esté totalmente de acuerdo.

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𝑻𝒂𝒏 𝒄𝒆𝒓𝒄𝒂... (TERMINADA PRIMERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora