Capítulo 50

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Salieron volando por los aires sin siquiera rozar al ángel, un empuje de aire o algo extraño que no conocían los arrojó lejos del otro. Todos terminaron en el suelo, todos los nefilim rodando y terminando sobre sus pies. Nadie tenía idea de lo que podría suceder ahora. 

–Al fin–el ángel abrió sus brazos en un gesto de bienvenida, nada prudente para la situación–Junté a todos los culpables de dejar libre a un demonio mayor, aunque el resto de los nefilim tienen poco que ver. Y sólo en unas horas de estar en la tierra. 

–Ya estamos aquí, di qué es lo que quieres de una maldita vez y libera a esos dos chicos–el brujo comenzaba a enfadarse de verdad, el glamour de sus ojos desapareció dejando ver los dorados gatunos. 

El ángel se acercó a grandes zancadas al brujo y se paró a pocos metros. 

–Matarte sería un precio justo, demonio–escupió con ojos brillando, quizás fuego helado o más bien simple hielo, era diferente a la mirada de los nefilim, carecía de humanidad–A ti y al vampiro. 

–Como le toques un sólo cabello...–amenazó el brujo–Quizás muera, pero te arrastraré conmigo al infierno. 

–Tu magia demoniaca no es nada contra mi, engendro–la repentina aparición de llamas de fuego blanco por toda su piel desconcentró brevemente al brujo. 

Namjoon también convocó su magia. La presencia de poder en el lugar ponía los pelos de punta a todo el resto. 

Jungkook intentaba forzar las barras de luz donde seguían encerrados los otros dos, pero era en vano, estas también parecían debilitar sus fuerzas. 

–Vas a convocar al demonio ese y los liberaré. Entraré por medio de ese portal al infierno–se oyó la voz del ángel–.Ese es el trato. 

–Libéralos ahora e iré contigo–exigió el brujo. 

–Sin trucos, engendro de demonio, o los mataré a todos y no habrá escapatoria–le advirtió el ángel. 

Namjoon asintió. Todo lo que quería era apartar al resto de esta situación. 

–No–el vampiro se irguió para ver al brujo. 

La prisión de luces brilló con intensidad aturdiendo a todos, que cubrieron sus ojos para no quedar ciegos. Cuando se desvaneció y volvió la oscuridad, ni el ángel ni el brujo se veían por ningún lugar. 

Namjoon se tambaleó en sus propios pies, no había comparación con los portales que él creaba, el transporte del ángel lo dejó aturdido

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Namjoon se tambaleó en sus propios pies, no había comparación con los portales que él creaba, el transporte del ángel lo dejó aturdido. 

Apreció arena blanca sobre sus pies, al subir la vista vio el atardecer, el sol bajando lentamente en el horizonte infinito donde se extendía el mar. 

–Convoca al demonio como si fueras a pedir algo, apenas lo hagas voy a intervenir de sorpresa. No intentes nada cuando toque tus hombros, te haré dormir unos minutos, al despertar habremos desaparecido–no podría percibirse un sólo atisbo de emoción en el otro ser. 

Cazadores de demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora