Cute Boy » LEE JENO✔️«COMPLETA»

d i e c i n u e v e

Jeno

Su madre lloró cuando lo vio tan lastimado. Cuando la primera lágrima calló por su mejilla sintió que el corazón se le rompía un poco. Pero nada comparado con el dolor que sentía el no saber nada de Haru. Desde la fiesta no pudo mantener comunicación con ella a pesar de todos sus intentos.

El más cercano a ella, Yuta, le había dicho que necesitaba tiempo. ¿Qué clase de tiempo? Se habían besado, ¿qué más prueba de que lo suyo era especial? Él debía estar a su lado para protegerla, sostenerla y ayudarla. Más aún cuando sabía que la bestia salvaje de Taemin no había sido procesado en la redada.

Pero su esperanza calló nuevamente, cuando fue a buscarla una vez más. Habían pasado dos semanas desde aquella fiesta. Su pelo largo y lacio caía en una coleta alta, el hematoma de su ojo era cubierto por unos grandes negros lentes para disimular la paliza que le dieron, más no podía ocultar las vendas de sus brazos por los raspones que se dio contra la fría madera astillada del piso aquella noche. Mas su aspecto no era lo que lo lastimaba, era ver su mano sujeta de aquel que le había hecho tanto daño sin dudarlo.

Sus manos se sostenían. Y el corazón de Jeno caía roto.

Cuando los ojos de ella se encontraron con los de él, no dudó en besarlo. Él entendió que esa era su salida, pero no pudo notar la desesperación de ella para que Taemin no notara su presencia.

Jeno apretó la tarjetita que Jaemin le entregó aquella noche contra su palma, yéndose con la promesa de regresar y salvarla, salvarla hasta de ella misma.

Hyerin

No podía creer lo que había hecho aquella noche, la resaca y el dolor de cabeza que atravesó durante clases era el claro recordatorio que no tuvo una noche común y corriente. La inolvidable brisa veraniega, los labios de Jaemin sobre los suyos y la libertad de haber confesado a Jeno la verdad que cargó por mucho tiempo sobre sus hombros.

Finalmente se sentía libre, tranquila. Los rumores de ella y Jaemin no cesaron, a pesar de ello. Sin embargo, ahora no se sentía tan sola. Renjun seguía a su lado, había hecho una extraña amistad con Haechan y con Mark que le encantaba coquetearle con torpeza y picardía. También empezó a conversar con algunas chicas de su curso.

Sentía que podía respirar, que podía seguir. Lo hacía de a poco pues la inseguridad sobre su peso, sus acciones, sobre toda ella no iban a desaparecer de la noche a la mañana. Empezó a hablar con el consejero escolar y un diario para no olvidarse de quien era ella realmente, para poder seguir tan bien como lo estaba haciendo hasta ahora.

Pero aún había algo que la atormentaba por las noches más fría, Haru. Sorprendentemente no podía dejar de pensar en ella. Le dolía hacerlo, no podía imaginar estar en su situación. Quería ayudarla, pero no sabía cómo. En ocasiones los prejuicios la atormentaban pensando "¿por qué sigue con él? Seguro debe gustarle aquello" pero los eliminaba recordando todo lo que experimentó.

También pensaba en Jeno, en como sus ojos parecían perdidos durante las clases. Notaba que no había visto sonreír desde hacía bastante tiempo. Quería abrazarlo, decirle que todo estaría bien de alguna manera, pero no sabía cómo hacerlo después de todo lo que pasaron, tampoco quería que Jaemin se sintiera alejado, celoso. Ya le había dañado de esa manera y no quería cometer los mismos errores del pasado.

Sostuvo el cuello de Jaemin, sus labios calientes recorriendo los suyos, sus mejillas y su cuello. En poco tiempo su timidez se había perdido con él. La cama cómoda del chico la hacía olvidar que los padres de él estaban a tan solo unos metros de ellos, con su madre algo recelosa rondando cada cierto tiempo. Lo separó un poco cuando sintió los dedos de él recorrerle el muslo, subiendo su falda a lugares inexplorados.

Decidió terminar con la sesión de besos y regresar a los libros de matemáticas mientras él sonreía avergonzado, sonrojado y muy feliz. Acomodó su blusa de colegio cuando Jaemin corrió al baño, prometiendo continuar en una próxima ocasión. En su casa, con la puerta cerrada y con su madre ocupada en su trabajo.

−Te amo −susurró mientras él todavía estaba fuera. Aún no era capaz de decirlo, no a la cara, pero lo hacía y lo haría. Pronto.