v e i n t i t r e s (final)

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Jeno

¿Cuando dejabas de ser un niño para convertirte en adulto?

La primera vez que tuvo que afeitarse recordó que su padre le dijo que cada vez estaba más cerca de convertirse en un hombre pero si su su madre le daba un abrazo se sentía tan pequeño y protegido que nada podría hacerle daño.

Y cuando se enamoró de Haru creyó que ahora el papel de protegerla era el suyo. Salvarla.

Sabía que no era tan alto ni tan fuerte, por eso empezó a ejercitar. Decidió comenzar a fumar a escondidas, a querer crecer y dejar atrás aquel niño temeroso y asustadizo. Tímido de siquiera decir sus verdaderos sentimientos.

Empezó a alejar aquello que lo hacía débil y que le recordaba a su antiguo yo: consiguió nuevos amigos, nueva ropa, las chicas empezaron a notar que él existía más allá de sus calificaciones y sonrisa amable.

Su pecho se inflaba cada vez que una noona lo invitaba a salir y le decía lo maduro que era para tan solo tener 17 años. Sus hyungs le enseñaron cómo comportarse, a lanzar un puñetazo limpio, a la barbilla y regresar tu postura de defensa. Le enseñaron a beber correctamente y a disimular las resacas del día siguiente como el hombre que era. No podías quejarte, eso solo lo hacían los bebés.

Por eso pensó que estaba listo. ¿Qué más si no? A pesar de que ella, su Haru, lo seguía tratando como un chiquillo más en su vida. Pero él era diferente, Haechan y Mark tenían la misma edad que él mas el comportamiento de ellos era especial y único. La conexión que tenían no podía ser otra cosa que una realidad: amor.

Ella, la dueña de sus primeros suspiros y deseos, la autora de su primer beso y el ser más especial que había conocido hasta entonces no podía traicionarlo.

¿O sí?

Recordaba haberle entregado aquel número que alguna vez Jaemin le dio, un hogar de ayuda. Y cuando finalmente parecía convencida de irse lejos de aquel monstruo que no solo la poseía sino que le destrozaba el alma, cayó en cuenta que tan solo era un niño que no podía hacer más que darle ideas para que ella se encargara. Por eso debía domar al toro por las astas, siendo él el único responsable de ella, tal vez así Haru dejaría de verlo como el chico lindo que estaba enamorado de ella y empezaría a ser el hombre que la amaba y de la que ella podría confiar.

Sin embargo, en el segundo que se destapó la verdad y el engaño había sido consumado se topó con la dura realidad y el frío suelo de concreto asfaltado. Seguía siendo tan solo un niño que quería esconderse en los cálidos brazos de su madre mientras le decía que todo estaría bien.

—La anestesia lo tiene un poco aturdido aún.

—¿Nos está escuchando? —reconoció la voz de su querida amiga y sintió una daga atravesarle el pecho.

¿Cómo es que nunca lo había notado? Ella estuvo todo el tiempo a su lado, pero era tan ciego para notar si quiera los sentimientos de una de las personas más importantes para él. Ahora otro sostenía su mano. Alguien quien en verdad podría cuidarla y quererla. Deseaba tan fuertemente regresar el tiempo y no ser un idiota con ella, de no haber roto su corazón y comportarse a la altura de lo que ella sentía.

—¿Se... recuperará pronto? —la inconfundible voz de Renjun resonó en la habitación fría. 

Escucho una risa, probablemente de la enfermera pero no escuchó la respuesta dicha. Tan solo como una mano sostenía la suya y jugaba con los dedos aún adormecidos de él. 

—Jeno-ssi, no nos puedes dar estos sustos. Tienes que despertar pronto así puedo molestarte como se debe. 

—Jeno-ah, no puedes preocupar a mi novia de esta manera. Vas a tener que vértelas conmigo- ¡Ay!

¿Por qué quería apurarse tanto en crecer de nuevo? ¿Por qué deseaba ser tan pronto un adulto? Tenía amigos que lo amaban y una familia que lo apoyaba. Trató de abrir los ojos pero estos eran demasiado pesados. Quería dejar ir todo el dolor. 

—Chicos, debemos dejarlo descansar. 

Sintió los rechonchos dedos de Hyerin deslizarse de su mano, el frío recorriendo nuevamente su cuerpo y las lágrimas incapaces de salir siendo todas acumuladas en su garganta tan seca que casi no le dejaba pronunciar sonido, pero cuando lo logró tan solo pudo repetir entre sollozos :— Lo siento, lo siento. 

Y así su madre lo sostuvo mientras su papá corrió por una enfermera que pudiera verlo bajo la mirada de sus amigos aún presentes en la habitación. Volvió a sentirse como un niño, pero finalmente se sentía protegido y a salvo. Vio a Hyerin sollozar en los brazos de Jaemin que también abrazaba a Renjun, asustados por la escena, viviendo algo que los niños, adolescentes que apenas se encaminaban a la adultez, no tendrían por qué padecer. Sin darse cuenta él los había envuelto en un torbellino que les robó un poco de aquel brillo y calidez de su juventud y probablemente nunca podría volver. 

Pero, cuando en sus brazos los dos chicos lo rodearon con el mayor de los cuidados posibles mientras lloraban igual de desconsolados y repitiéndole que todo estaba bien comprendió que el perdón es también parte de la vida y que debía aceptarlo para no cargar con tanta pesadez en el corazón. 

Y tal vez, solo tal vez, ese pensamiento le serviría para perdonarse a sí mismo un poquito y poder volver a ser aquel chico lindo que nunca debió dejar de ser. 




Hola! Finalmente, después de varios años (jeje) cute boy llega a su fin. 
Falta el epílogo para cerrar qué pasó con Haru pero aprovecho para mencionar lo mucho que agradezco que hayas podido llegar a estas instancias queridx lectorx 

Cute Boy » LEE JENO✔️«COMPLETA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora