CAPÍTULO 6

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Sentí una sensación bastante extraña en cuanto quitaba los hierbajos que habían en el jardín, como si me observaran constantemente, sin apartar la mirada en mí

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Sentí una sensación bastante extraña en cuanto quitaba los hierbajos que habían en el jardín, como si me observaran constantemente, sin apartar la mirada en mí. Una gota de sudor resbaló por mi sien, tenía calor, sobre todo porque me pegaba el Sol. Decidí quitarme una prenda de arriba dejándome solo con unos pantalones anchos finos apretando finalmente los tobillos y un tipo de vendaje que cubría mis pechos junto la mitad de mi abdomen.

Resoplé cansada al quitar el último hierbajo, observando que solo me quedaba aplanar el terreno para poder comenzar a plantar demás plantas, entre ellas fruteros. Pasé el brazo por mi frente llena de sudor, un buen baño no me vendría mal, después de todo, ya estaba casi todo acabado.

Sabía que Sukuna se había ido a pasear, quizá cazar a alguna maldición rebelde, pasar el rato mejor dicho.

Con aquella seguridad puesta en mí, me adentré en el cuarto de baño el cual conseguí milagrosamente limpiar, pues estaba muy sucio, tanto que tuve que ir a por agua junto con mis sombras unas cinco veces. Desafortunadamente no pude arreglar el cristal del espejo, pero, ¿quién lo necesitaba ahora?

Me deshice del resto de ropa para luego, meterme dentro de la bañera con el agua tibia, hice algún que otro apaño para que el agua se pudiera calentar ligeramente. Suspiré sintiendo mis músculos relajarse después de un arduo día de trabajo. Sinceramente, nunca llegué a imaginar que haría este tipo de cosas, aunque por algo se empieza una nueva vida que, básicamente no me desagradaba del todo.

Solo con la presencia del rey de las maldiciones ya se me ponía la piel de gallina, cosa que era lo único que me disgustaba.

Observé mi cuerpo nítido bajo el líquido pensativa, si habíamos hecho un trato, ¿porqué está fuera de mi cuerpo?, seguía sin entenderlo, pero era algo que agradecía, puesto que ya, por fin podría dormir en paz, sin estar en otro lugar de mi subconsciente, solo mis sueños y yo.

Canturreaba una melodía que me cantaba mi madre para cuando me iba a la cama, aquello calmaba mi ser, el tener un recuerdo bonito de ella, de su dulce voz, de su cariñosa mirada, de sus interminables caricias. Sonreí inconscientemente, era una gran madre, una gran mujer. Hasta que llegó aquel día, batallando hasta que murió en manos de Sukuna.

Era injusto, totalmente injusto, por ese simple hecho le seguía teniendo remordimientos a aquella maldición todo poderosa. Pero, ¿qué se le podía hacer?

De repente, en cuanto la puerta deslizante se abrió, di un pequeño salto salpicando un poco de agua en el suelo. Rápidamente acabé de esconder mi cuerpo bajo en líquido que ahora me cubría hasta los hombros. El de cabello rosado me observaba con una expresión indiferente.

—No sé de que te escondes si ya te vi desnuda en aquel lago –tenía razón, pero aún así quería mantener mi intimidad, mi espacio personal –. Date prisa, algunos guardias de tu querido Clan se aproximan. –abrí los ojos como platos saliendo directamente de la bañera para ponerme la ropa, no obstante, Sukuna se quedó mirándose el rostro a través del cristal del espejo roto.

𝑅𝐸𝐼𝑁𝐴 𝐷𝐸 𝑀𝐼 𝑇𝑅𝑂𝑁𝑂 /𝑅𝑦𝑜𝑚𝑒𝑛 𝑆𝑢𝑘𝑢𝑛𝑎 𝑥 𝑅𝑒𝑎𝑑𝑒𝑟/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora