Después de recorrer varios kilómetros por el bosque, conseguimos llegar a un lugar apartado, muy apartado, donde solo reinaba la oscuridad. Miles de maldiciones rodeaban el lugar, no obstante, no se interesaban en nosotros, simplemente seguían con lo suyo sin darle importancia su entorno.
Nos adentramos en lo que pude divisar en una especie de casa en ruinas. Nos detuvimos dejando que Sukuna me diera paso a retomar el control de mi cuerpo sintiéndome aún cansada por los esfuerzos que estaba haciendo. Me adentré algo insegura en la estancia, era como si una energía leve emanaba de esta poniéndome nerviosa. La madera del suelo crujía a medida que avanzaba y un leve aroma a polvo se metió por dentro se mis fosas nasales robándome un estornudo.
—¿Dónde estamos? –pregunté bastante curiosa mientras que pasaba a lo que parecía ser una habitación por las pequeñas velas que se encontraban encima de los estantes. Me fijé que ya estaban desgastadas, pero aún así estando apagadas emanaban un pequeño dulce olor. Sentí un cosquilleo en la zona de mi mejilla izquierda.
—Bienvenida a mi hogar –alcé las cejas sorprendida, no creía que mantendría una casa en estas condiciones –. La verdad no vendría mal limpiar un poco. –seguí avanzando lentamente hasta llegar a la cocina, en donde una pequeña cazuela estaba encima de unos cuantos troncos resecos. Justo al lado de la pared, había otra pila más de madera junto con unas cajas casi vacías.
—¿Qué les sucede a las maldiciones que hay fuera?, están como... Si un rayo les hubiese caído encima. –el rey de las maldiciones rió dejando que su recipiente se paseara por su humilde hogar.
—Han estado mucho tiempo sin su rey, me reclaman y no saben que hacer –me mordí el labio inferior encontrando el cuarto de baño. Estaba bastante sucio, pero no había nada que con agua se pudiera limpiar. Me acerqué al espejo el cual estaba agrietado considerablemente. Pegué un pequeño salto al descubrir que quien se reflejaba en él no era yo, si no Sukuna, quien sonreía maliciosamente –. ¿No te parece acogedor?
Puse una mueca antes de volver a salir del cuarto de baño con un mal sabor de boca. Finalmente, llegué al salón que daba conexión al enorme jardín ocupado por flores marchitas y malos hierbajos. Abrí los ventanales iluminando el lugar, al igual que ambientar lo un poco.
Giré mi rostro descubriendo un montón de velas, ofrendas y demás cosas. Me acerqué para poder observarlo mejor.
—¿Venían a venerarte? –cogí entre mis manos lo que parecían ser inciensos con aroma a lavanda.
—Por supuesto, vosotros los humanos me dabais obsequios, muchos obsequios, ofrendas como por ejemplo niños sin ningún futuro para poder sacrificarlos –mi estómago se revolvió al escuchar aquello volviendo a dejar en el sitio los inciensos –. Obviamente yo os daba otras cosas a cambio.
Relamí los labios observando las paredes de arriba a bajo pensativa.
—Podríamos reconstruir esto, dejarlo como es debido si es que vamos a estar aquí durante una buena temporada –inconscientemente sonreí, como si una nueva etapa en mi vida comenzara a dar sus frutos –. Si no te molesta, claramente. –lo escuché reírse de nuevo.
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𝑅𝐸𝐼𝑁𝐴 𝐷𝐸 𝑀𝐼 𝑇𝑅𝑂𝑁𝑂 /𝑅𝑦𝑜𝑚𝑒𝑛 𝑆𝑢𝑘𝑢𝑛𝑎 𝑥 𝑅𝑒𝑎𝑑𝑒𝑟/
Fiksi Penggemar𝐸𝑙𝑙𝑎 𝑝𝑜𝑑í𝑎 𝑠𝑒𝑟 𝑙𝑎 ú𝑛𝑖𝑐𝑎 𝑒𝑥𝑐𝑒𝑝𝑐𝑖ó𝑛 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑈𝑛𝑖𝑣𝑒𝑟𝑠𝑜, 𝑠𝑖𝑛 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑚𝑢𝑦 𝑏𝑖𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢é. 𝐴𝑙𝑏𝑒𝑟𝑔𝑎𝑟 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑛 é𝑙 𝑒𝑟𝑎 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑐...