CAPÍTULO 8

9.2K 938 363
                                    

Después de aquel incidente que casi me cuesta la vida en ello, me fui directamente a meterme entre las sábanas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de aquel incidente que casi me cuesta la vida en ello, me fui directamente a meterme entre las sábanas. No quería saber absolutamente nada, solo mantenerme allí, sin salir en lo que quedaba de día, estando encerrada en mi propio mundo.

Me tapé con la manta hasta la cabeza, sentía la presencia de Sukuna mirarme desde la puerta. Era totalmente consciente de que quería estar sola, aún así, se acercó a mí a paso lento pero decidido.

No espeté nada a la espera de que hiciese algo más de poder sentarse en el colchón justo a mi lado. Sollocé por los lloros que tuve antes delante de él, al instante, me avergoncé de mi comportamiento, aunque era comprensible después de todo.

Escuché como suspiraba pesadamente hasta que, finalmente, colocó una mano sobre mi torso girado, puesto que yo estaba formando una bola. Su tacto a través de la sábana era algo increíblemente relajante, cosa que era bastante extraña en él, pues nunca transmitía aquel sentimiento. Amagué las ganas de quitarle su extremidad encima de mí, no obstante, había algo que me impedía hacerlo, algo muy dentro de mi ser.

—Idiota... –mantuvo su tono de voz tranquilo. Parpadeé un par de veces escuchando sus palabras atentamente –Si te llega a matar aquella maldición... –chasqueó su lengua molesto –Eres una completa inútil.

—Pues entonces mátame –dije seriamente enderezándome un poco y destapándome. Dejaba al descubierto mis pechos, pero a estas alturas ya no me importaba, de alguna u otra manera me tenía que acostumbrar, aunque fuese de mala gana. Lo miré a los ojos fulminándole con la mirada –. Si tanto te disgusto, si soy una simple carga para ti... Entonces... –sin embargo, no pude aguantar mucho más el mirarle a los ojos –Sería mucho más fácil para tí matarme.

Apretó su mandíbula con fuerza, parecía que le estaba midiendo la poca paciencia que tenía, el temperamento. Miró hacia el suelo como si estuviese pensando en las palabras adecuadas para poder responder a mis consejos.

—¡No puedo hacerlo, joder! –se levantó repentinamente caminando por la habitación. Elevó sus manos hacia su cabellera arrastrándola hacia atrás –, ¡si pudiera por supuesto que ya lo habría hecho!, ¡¿por quién coño me tomas?! –su enfado retumbaba por todo el cuarto haciendo que me estremeciera.

—¿Porqué no puedes? –se detuvo en seco dándome la espalda –¿Es por pena?, ¿beneficio propio?, dime.

No obstante, lo único que hizo fue gruñir y salir de la habitación indignado, como si algo le retuviera el contarme la razón del porqué no podía acabar con mi vida.

Me volví a tapar con las sábanas hasta el cuello sin entender nada de lo que acababa de suceder. Cerré los ojos adentrándome en el mundo de los sueños. No quería saber nada, no quería hacer nada, simplemente estar ahí, sola, dañada sentimentalmente a la par de físicamente, llena de remordimientos interiores que jamás podré arreglar de nuevo.

𝑅𝐸𝐼𝑁𝐴 𝐷𝐸 𝑀𝐼 𝑇𝑅𝑂𝑁𝑂 /𝑅𝑦𝑜𝑚𝑒𝑛 𝑆𝑢𝑘𝑢𝑛𝑎 𝑥 𝑅𝑒𝑎𝑑𝑒𝑟/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora