—Mi señora... –una voz lejana conocida de una chica se metía en mi cabeza logrando que poco a poco me despertara. Abrí los ojos parpadeando perezosamente hasta que recordé que no llevaba ropa encima. Me incorporé sobre el colchón con rapidez, sin embargo, tenía las sábanas por encima, con lo que no se me podía ver nada. La sirvienta que me atendió ayer me miró algo confusa –Mi señora, le traigo el Kimono que me mandó a limpiar –dejó la prenda encima de la cama fijándose en uno de los muebles –. Aunque veo que aquí tiene otro... ¿El Rey de las maldiciones estuvo aquí?
La chica cogió la prenda con las dos manos enseñándome el bello bordado. Era un Kimono completamente blanco como la nieve con flores cosidas alrededor de esta color azul eléctrico. Me quedé observando a la sirvienta negando con la cabeza repetidas veces.
—N... No, él no estuvo aquí... –desvié la mirada –Bueno... Quizás, por eso está eso ahí. –eso era uno de los tantos detalles que me quedaban por decirle, aunque obviamente no le iba a contar mi noche de pasión con un demonio que me penetró por los dos lados. Mis mejillas se tornaron de un rojo carmesí nada más pensarlo de nuevo.
—Vale... –volvió a doblar el Kimono –El desayuno está listo, su padre la espera en la mesa, no tarde mucho. –se inclinó antes de marcharse por la puerta dejándome toda la intimidad que necesitaba por el momento.
Suspiré rascando mi cabeza para luego, levantarme y probarme la nueva ropa que me había regalado Sukuna. Me quedaba a la perfección en cuanto me lo puse. Sonreí inconscientemente como una niña pequeña jugueteando por un campo de flores, me hacía tan feliz.
Rápidamente, traté de arreglarme un poco el cabello, colocarme las zapatillas e irme directamente al gran comedor, en donde, efectivamente, mi padre me esperaba sentado aún con su desayuno en frente.
Me dedicó una sonrisa mañanera al verme, logrando al fin dar un bocado a su comida, como si estuviera muerto de hambre. Me senté con él a charlar tranquilamente sin mencionar nada de lo sucedido con el de cabello rosado.
Por el resto del día pasó con completa normalidad, asistí como de costumbre a los entrenamientos de mi padre, realicé algunas tareas y ayudé a la gente de mayor edad con sus cosas, aunque algunos me seguían mirando como si fuese un simple bicho raro.
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El tiempo transcurrió tan deprisa que ya perdí la noción de este, aunque bastantes días han pasado desde la última vez que vi a Sukuna. No obstante, mi estabilidad física había empeorado, me encontraba mal y quizás ni comía por los vómitos.
Observaba el atardecer desde lo más alto de mi hogar, pues había invocado a Nue para que me pudiera subir ahí arriba. Una suave brisa golpeaba mi rostro, sin embargo tenía un muy mal presentimiento sobre lo que iba a pasar los días siguientes.
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𝑅𝐸𝐼𝑁𝐴 𝐷𝐸 𝑀𝐼 𝑇𝑅𝑂𝑁𝑂 /𝑅𝑦𝑜𝑚𝑒𝑛 𝑆𝑢𝑘𝑢𝑛𝑎 𝑥 𝑅𝑒𝑎𝑑𝑒𝑟/
Fanfic𝐸𝑙𝑙𝑎 𝑝𝑜𝑑í𝑎 𝑠𝑒𝑟 𝑙𝑎 ú𝑛𝑖𝑐𝑎 𝑒𝑥𝑐𝑒𝑝𝑐𝑖ó𝑛 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑈𝑛𝑖𝑣𝑒𝑟𝑠𝑜, 𝑠𝑖𝑛 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑚𝑢𝑦 𝑏𝑖𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢é. 𝐴𝑙𝑏𝑒𝑟𝑔𝑎𝑟 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑛 é𝑙 𝑒𝑟𝑎 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑐...