CAPÍTULO 7

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Estiré mis brazos y piernas en cuanto escuché una leve llovizna aterrizar en el suelo, de manera que también golpeaba las hojas de los árboles

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Estiré mis brazos y piernas en cuanto escuché una leve llovizna aterrizar en el suelo, de manera que también golpeaba las hojas de los árboles. Al estirar energéticamente uno de mis brazos, me di cuenta de que Sukuna no se encontraba a mi lado, cosa que exteriormente agradecía como una condenada, no obstante, en mi interior residía un pequeño vacío que necesitaba llenar de nuevo.

Suspiré buscando con la mirada mis prendas de ropa, pero para mi sorpresa, no estaban por ningún lado. Miré por las esquinas, muebles, por todos los sitios posibles de la habitación, hasta que me topé con unas prendas a los pies de la cama. Estas estaban dobladas cuidadosamente.

Me acerqué a estas inspeccionando la suave tela que obtenían. Aunque, ahora que me daba cuenta, era una sola formando un Kimono precioso de color negro con dibujos de rosas rojas como la sangre. La cinta que rodeaba la cintura era del mismo color que estas. Parpadeé un par de veces asimilando la hermosura y elegancia que transmitía aquel Kimono, pero, ¿de dónde diablos había salido?

Fruncí los labios tratando de esconder una sonrisa encantadora, no sabía que los milagros existían.

Rápidamente, me quité lo que llevaba puesto para luego, colocarme aquella prenda de ropa que encajaba perfectamente con mi cuerpo. Emocionada, giré sobre mí misma sin poder evitar guardar una pequeña risa.

Salí de la habitación en dirección a la cocina para poder tomarme algo, lo que fuese, pero tenía hambre mañanero. Opté por un melocotón, de seguro que en esta época estaban buenísimos.

Canturreando alegremente, me dirigí hacia el salón para poder empezar a desayunar. Sin embargo, en cuanto deslicé la puerta hacia un lado, mi percepción me alarmó de algo que se acercaba a mí a gran velocidad. Inconscientemente, me agaché de inmediato logrando esquivar lo que, segundos más tarde, descubrí que era un cuchillo, el cual por la fuerza del lanzamiento se había quedado encasquillado en la pared.

Giré mi cabeza descubriendo que era Sukuna quien me lo había lanzado. Lentamente me adentré en la sala de estar, estando alerta por si hacía algo más.

—¡¿Porqué coño has hecho eso?!, ¡me podrías haber matado! –rió maliciosamente como de costumbre volviendo su mirada hacia la lluvia. Me coloqué a su lado sentándome cuidadosamente para empezar a desayunar algo furiosa.

—Tus reflejos son buenos, interesante... –me metí dentro de la boca un trozo de melocotón masticándolo con los ojos entre cerrados, observando también las gotas de lluvia en el exterior –"Esa técnica" es lo único que falla, a parte de una buena sesión de entrenamiento con respecto a tu defensa física.

—Deja mi técnica en paz –espeté sin pensar con un tono visiblemente enfadado –, requiere tiempo para poder dominarla –lo miré de reojo –, y no creo que tú me puedas ayudar con eso.

Interiormente me maldije a mí misma, sabía que después de contestarle de esa manera me iba a descuartizar entera, pero, para mi sorpresa, no pasó absolutamente nada, solo se quedó la suave melodía de la lluvia.

𝑅𝐞𝐌𝑁𝐎 𝐷𝐞 𝑀𝐌 𝑇𝑅𝑂𝑁𝑂 /𝑅𝑊𝑜𝑚𝑒𝑛 𝑆𝑢𝑘𝑢𝑛𝑎 𝑥 𝑅𝑒𝑎𝑑𝑒𝑟/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora