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El otoño se acerca y con este, las vistas increíbles y los lugares bastantes concurridos debido al gran flujo de turistas en todo Seúl.

Taehyung había decidido que ese día, primero de septiembre, vestiría un simple suéter beige y unos pantalones flojos oscuros, lacearía su cabello rubio y lo cubriría con su gorrito de rana de lana. Sin más que agregar, se echa un último vistazo en el espejo y sale de la habitación con su mochila al hombro.

Llega a la planta baja y ve a Kaeby como de costumbre, preparando el desayuno. Ayuda poniendo la mesa y se sienta a esperar a que esté listo.

Jeongguk, por otro lado, no desea levantarse de la cama ese día. Especialmente ese día. Es su cumpleaños y ya ve venir las felicitaciones de todos, felicitaciones que les parecen innecesarias y que además, no desea, le molestan.

A regañadientes se levanta de la cama, entre la indecisión de serntirse irritado o fingir ser feliz ese día, se ducha, se viste con lo típico, arregla su pelo y se dirige al comedor dónde descubre, tras poner un pies dentro del lugar, lo tan mala idea que fue.

Sus padres sonrientes le esperaban con un pastel sobre la mesa y velitas de colores que formaban los dígitos de su cumpleaños. Con el esmero y el conocimiento latente de que al Jeon Junior no le gusta ese tipo de festejos, los señores le saludan de forma fraternal y le cantan con emoción contenida el típico feliz cumpleaños. Floky se frota contra sus pies, como queriéndole decir que él también le desea un buen cumpleaños, que se lo merece y Jeongguk, ante la imagen frente a sus ojos, sólo suspira.

En realidad en el fondo lo agradece pero no agradece cumplir años, agradece tener a sus padres vivos, con él. No suele pensar en ese tipo de cuestiones, pero repara en ellos sin querer y se da cuenta de cosas. Cosas que lo hacen sentir, quizás sólo a veces, un tanto afortunado.

Tras haber desayunado y conversado con sus padres, los abraza y se despide de ellos. Toma el casco entre sus manos y lo pone sobre su cabeza. Jeon no lo puede negar, una lombriz que se mueve feliz habita en alguna parte de su cuerpo, no la quiere reprimir, pero prefiere hacerlo.

En el semáforo número 3 de camino a la universidad, se encuentra con Kaeby, le saluda con la cabeza y la mujer le devuelve una mirada entre altanera y cautelosa, acelera su auto rojo cuando tiene luz verde y Jeon repara, tiempo después, en que el rubio no va en el carro.

Llega a la universidad y lo primero con lo que se encuentra es con un grupo de féminas que desconoce, le miran sonriente y lo interceptan a medio camino hacia su casillero para, con palabras demasiado melosas, desearle el mejor de los cumpleaños y entregarles regalos innecesarios. Jeon no agradece, sólo espera a que terminen de hablar para dedicarles una mirada indiferente y alejarse de ellas en cuanto tiene oportunidad, con las manos llena de objetos que posiblemente deje olvidados en su taquilla.

Se acerca a un Min Yoongi demasiado sonriente para su gusto y, con amabilidad, le dice que necesita sacar sus libros, ya que lo ve recargado sobre su casillero a propósito.

— Jeon. ¿Qué tal estás hoy?. — Yoongi, con una sonrisa que Jeongguk empieza a calificar como sospechosa, se cruza de brazos y se mantiene frente al mismo, esperando que le dé espacio.

El pelinegro le recorre el cuerpo con la mirada.

— Bien. — responde impasible.

— Si, se te ve de maravilla.

Jeon se cruza de brazos, esperando.

Rewrite the stars -  taekook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora