34 · Una última vez

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Domingo 24 de Diciembre, 2017

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Domingo 24 de Diciembre, 2017

BRUNO

—Voy a pasar por la casa de mis padres para darme una ducha y cambiarme de ropa —le digo—. Luego iremos al pueblo, así que aún nos queda casi otra hora de camino. Acuérdate de que esta noche dormimos allí.

—Te estás pegando una buena paliza a carretera, ¿quieres que te turne a la ida? —me sugiere.

—No me fío de dejarte al volante —le digo con una sonrisa tensa.

Danielle no dice nada. Aparco en la plaza de garaje que hay en la finca de mis padres y bajo del coche.

—¿Quieres cambiarte de ropa o quieres cenar así? —le pregunto tenso.

—He cogido un vestido —responde en voz baja.

—¿Entonces bajo tu maleta?

Ella asiente. Salimos de la plaza de garaje y vamos a la casa de mis padres. En el ascensor, Danielle suelta un suspiro y se deja caer contra la pared. Cierra los ojos y se lleva la mano al pecho. Aprieta entre sus dedos la camiseta negra fina que lleva puesta, dejando a la vista la hilera de tres corazones que lleva en la clavícula. Baja un poco más de la cuenta, dejando a la vista el tirante de su sujetador y el comienzo de su pecho. Aparto la vista con violencia y doy gracias cuando las puertas se abren.

Salgo deprisa y voy hasta la puerta para abrirla.

—La maleta tiene ruedas —escucho hablar a Danielle detrás de mí—. Podrías arrastrarla, ¿lo sabes?

Señala con la barbilla la maleta que llevo en la mano izquierda.

—Me molesta el ruido de las ruedas —contesto.

Termino de abrir la puerta con la llave, empujo con el pie y paso, dejando su maleta en el recibidor. La casa está en silencio y a oscuras puesto que son casi las seis de la tarde y a estas horas apenas queda luz ya en la calle. Danielle pasa detrás de mí. Cuando cierro la puerta, noto la fría mano de Danielle sobre la mía. Tira de mí y me hace dar media vuelta hasta quedar cara a cara.

—Tengo miedo —susurra en voz baja.

Trato de concentrarme y de apartar la mirada de sus labios. Tomo aire, me aclaro la garganta y me esfuerzo por centrarme.

—¿De qué? —digo tenso.

—De todo. Últimamente tengo miedo de todo —admite.

—Todo va a ir bien —intento animarla.

—En realidad, creo que tú estás incluso más cagado que yo —afirma con una sonrisa de medio lado.

Sin poder evitarlo, yo también sonrío.

—Puede.

Sonríe más todavía y, entonces, se pone de puntillas y lleva sus manos hasta mi cuello para besarme. Le respondo el beso de inmediato y un ronco gemido se escapa de mi garganta cuando llevo las manos hasta su culo y pego nuestros cuerpos. No habíamos vuelto a besarnos desde que acabó llorando, y me jode admitir que había echado de menos su contacto.

Alguien que te ame ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora