17 · No lo admito en voz alta

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Domingo 9 de Agosto, 2015

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Domingo 9 de Agosto, 2015

DANIELLE

Cuando me despierto, me siento desorientada durante un par de segundos, sobre todo cuando nada más abrir los ojos me encuentro con unos brazos que me rodean. Mi primer instinto es apartarme con brusquedad, hasta que alzo la cabeza y me encuentro con Ángel, quien sigue completamente dormido. Yo, en vez de dormir apoyada en la almohada, me he pasado la noche sobre su pecho, de ahí el dolor de cuello que tengo.

Intento moverme, pero sus brazos me rodean con fuerza e impiden que me levante. Al final, me doy por vencida y suelto un suspiro antes de volver a dejarme caer contra él. Cierro los ojos y me centro en los latidos de su corazón, en el calor que emana su piel, en el suave susurro de su respiración, en lo bien que me siento entre sus brazos. Lo miro y sonrío como una tonta.

Podría acostumbrarme a esto, pero en el fondo sé más que de sobra que no es buena idea. No debo hacerlo. Aun así, me muero de ganas.

—¿Te gusta mirarme mientras duermo, Danielle?

Su voz me sobresalta. Sonríe cuando se da cuenta de que me ha asustado y su pecho no tarda en moverse al compás de su risa. Me aparto un poco, sus brazos me sueltan y me incorporo. Al hacerlo, me doy cuenta de que voy desnuda. Ángel me mira con descaro cuando ve que me llevo las manos al pecho.

—Oh, tranquila, por mí no te cortes —bromea.

Yo le dedico una mirada asesina antes de levantarme de la cama y ponerme el pijama.

—Que sepas que es la primera vez que acabo desnuda en la cama de un hombre sin haber tenido sexo —me quejo.

—Bueno, eso podemos arreglarlo... —dice tirando de mí desde la cama.

Soy mucho más pequeña que él así que no tiene que hacer mucha fuerza para conseguirlo. En cuanto mi cuerpo choca contra el colchón, Ángel aprovecha para quitarme el pijama de nuevo y volver a dejarme desnuda. Él también lo está, así que acabo sobre su regazo, notando su piel ardiendo, la tensión de sus músculos y el deseo de sus ojos.

Tira de mí para besarme. Lleva sus manos hasta mi cintura y envuelve mi piel con cariño, recorriéndola casi con adoración. Ángel jadea cuando presiono mi cuerpo contra su erección y empiezo a moverme despacio sobre ella. Me mira, con los labios entreabiertos y la respiración desbocada. Desliza el pulgar por mi labio inferior, lo hace despacio, y luego tira de mí para volver a besarme. Sus labios atrapan los míos, nuestras bocas encajan, como si estuvieran hechas para estar juntas.

También lo hacen nuestros cuerpos. El roce de mi piel con la suya y la electricidad que me envuelve me demuestra una y otra vez que era inevitable que llegáramos a este momento. Siento mi cuerpo estremecerse cuando sus labios abandonan los míos y empieza a recorrer la curva de mis hombros y mi cuello. Sus manos presionan mis caderas, gruñe un poco y tira más de mí, como si no estuviera lo suficientemente cerca, como si no estuviéramos lo suficientemente pegados.

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