Capítulo XII.

7 2 3
                                    

Cambios.

 —¿Cómo me encontraron?— le pregunto a Cam después de convencer a mi familia de que no es necesario llevarme al hospital, aún siguen en shock pero sorpresivamente dejaron las preguntas para luego aunque siguen en trance.

—Se hizo de noche y tu familia me llamó de que no habías llegado y estuvimos horas buscándote en el bosque. Cuando te encontramos estabas sangrando de la cabeza porque habías caído en una roca. — me mira preocupada. Solo que yo no caí en una roca.— Sentí horror al ver como te ibas en esa camilla.

Está temblando. Oh Cam.

La abrazo y nos quedamos así un rato, en un abrazo tan reconfortante.

—¿Cuánto tiempo estuve dormida?

—Cinco días.

Mis ojos demuestran la más grande sorpresa.

—¿C-Cinco días?

—Si, y en esos cinco días tus labios no dejaban de moverse, como si estuvieras leyendo algo pero sin hablar. Se movían demasiado rápido.

No recuerdo haber sentido que mis labios se movieron.

—¿Estuve así todo el tiempo? ¿Hasta el día en el que se supone que morí?

—Si—Dios mío—Ela...—juega con sus dedos— ¿Me dirás que es lo que pasa? Yo estuve ahí cuando dictaron tu hora de muerte, vi como el monitor se volvió una línea solitaria, te vi dejar de respirar, pero también ví como saliste flotando del ataúd y bajaste con vida.

Me pongo nerviosa.

Decirle o no decirle, esa es la cuestión.

No quiero que ella esté en peligro si sabe lo que yo, es mi única amiga, no la quiero perder. Pero tampoco puedo con esto que oculto.

Le cuento todo.

Le cuento todo lo que me ha pasado, todos los encuentros, el cambio de la rosa, mi habitación, el lago, los espejos, todo, absolutamente todo y se siente tan bien.

—Di algo.—Ella me mira impactada.— Por favor, dí algo.

—¿Es una broma verdad? ¿En serio estás bromeando en un momento como este?

Respiro hondo— No podría hacer algo así, tienes que…

Ella niega con la cabeza— No, es imposible, yo… y-yo me voy.

—Cam, espera... ¡Camryn!

Es tarde, ya se había ido. Se había ido por dos semanas.

Cuando voy a la biblioteca me ignora y si me la topo por el camino yo me convertía en invisible.

Si antes mi vida era un martirio ahora lo es peor. La palabra demonio cogió más sentido después de que el pueblo presenciara como volví de la muerte. No tengo más remedio que hacer como si mis oídos no escucharan como quieren matarme, como las burlas y odio hacia mi aumentan, como los roses empiezan y como los golpes llegan de apoco.

Estoy en el comedor, mi celular al lado y mi comida convertida en desperdicio, no tengo apetito y las punzadas, a pesar de no ser fuertes, siguen ahí, constantes.

Sigo moviendo mi cuchara entre el arroz y los vegetales cuando escucho pasos detrás de mi, volteo y me encuentro con el grupo popular de la escuela mirándome con repulsión, recorro el comedor y todas las vistas están puestas en mi.

Miro el cristal de las puertas que dan al patio, me veo claramente; ojeras, palida, despeinada y desarreglada, lo de siempre. 

—¿Necesitas algo?— le pregunto directamente a Sofía, la líder del grupo.

 —¿De ti? Nada— me mira con asco, esa es la mirada que últimamente recibo.

—Entonces lárgate.

—No me hables así— alza el pecho.

—Entonces, de nuevo, ¿por qué jodida mierda me hablas tú a mí?

—¡Demonio!— me tira agua de una botella encima. Tiene que ser una puta broma.

Veo como todos miran expectantes. 

Me retuerzo con fuerza. Ella ríe con suficiencia

—¡Busquen algo!, ¡me quema!— me retuerzo como si de verdad quemara, río burlándome y luego como si hubieran activado un botón me detengo y me quedo rígida, ella deja de sonreír y mi cabeza empieza a moverse de un solo lado, como un disco rayado, entonces, veo como la burla y soberanía desaparecen de sus ojos para ser reemplazados por el miedo, terror.

Retroceden, al igual que los están sentados retroceden en sus asientos. Todos retroceden cuando yo llego a algún lugar.

Volteo mi cabeza mecánicamente al vidrio para ver mi reflejo, ya no hay ojeras, ya no hay cansancio, pero… mis ojos cambian de completamente negro a completamente blanco, de rojo a negro y de negro a blanco con pintas pequeñas rojas y negras, todo el ojo cambia a una velocidad horrorosa, pestañeo pero no se detiene.

Volteo al grupo que siguen inmóviles al igual que el resto del comedor, sonrío y no sé porque, Dios mío que no sé porqué pero echo mi cabeza hacia atrás para volverla a poner como estaba y todo el comedor exclama con temor, volteo de nuevo mi cabeza para ver mi esclerótica negra, mi iris blanca y la pupila formando un círculo deformado de color rojo.

Entonces, sonrío.

Algo En El Bosque Te ObservaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora