Capítulo IV.

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Google, ayúdame.

—Ya encontré lo que buscaba—le digo enseñándole solo la parte de atrás— ¿Puedo llevármelo?.

—Tienes que registrarlo.

—Toma—le doy mi tarjeta de biblioteca —¡Gracias Camryn!—dicho esto salgo corriendo lo más rápido que puedo hacia la estación.

En mi casa saludo a los que me topo por el camino y corro a mi cuarto, abro la laptop y de una me voy al traductor de Google, ingreso en detectar idiomas La Bèstia que Viu en la Foscor.

Oh por Dios.

La bestia que vive en la oscuridad

¿F-Foscor significa oscuridad en... Catalán?

Ay, no puede ser.

Por suerte solo la portada está en ese idioma, el resto del libro lo puedo leer, creo.

Básicamente me topé con algo mitad sombra y mitad nada, si, confuso. Mi cabeza va a explotar.

Mi corazón va a mil por hora y no sé que pensar ni que hacer, no paro de dar vueltas por mi habitación sin...

—¡Ela, abre la puerta! ¡Devuélveme mis botas!— mi hermana toca la puerta con impaciencia.

Mierda.

Busco las botas debajo de mi cama y abro un poco.

—¿Qué ocultas?—. Me da una mirada juzgadora.

—¿Yo? Nada, ¿por qué ocultaría algo?

Cagaste.

No ayudas.

—¡Mamá, Adelainë ocul...!

La callo antes de que pueda decir algo más.

—No oculto nada, deja de joder.

La suelto y se va poniéndome los ojos en blanco como toda una niña grande.

Me devuelvo a mi cama y busco el libro pero no lo encuentro.

Estoy segura de que lo dejé ahí.

Pongo mi habitación pata' pa' riva' en busca del libro...

No está.

Wao, mira que no me había dado cuenta.

¿En serio, tu de nuevo?

Vivo en ti, estúpida.

¡Aahg!

Aún sabiendo que dejé el libro en la cama lo busco por toda mi habitación y no encuentro nada.

¿Cómo desapareció?

¿Cómo se movió de mi cama?

¿Quién lo movería si solo estaba yo en el cuarto?

Tengo miedo, puedo decir que tengo miedo y eso que pocas veces algo me da miedo.

Okey.

Okey.

Okey.

Deja de decir okey.

Okey.

Aahg.

Bien, mejor me voy a acostar. Nada de esto pasó, solo estoy loca.

***

Despierto a media noche, de nuevo, como las últimas cuatro semanas, y no me muevo de la cama, normalmente me cambiaría e iría al bosque pero ni loca vuelvo, ¿o si?

No, ni lo pienses.

Nadie sabe si sigue ahí.

Te recuerdo que nadie sabe que está ahí.

El punto es que vamos a ir.

No.

Si.

No.

Si.

Y aquí vamos de nuevo, otra batalla interna conmigo misma, necesito amigos.

Lo escucho, es un sonido suave pero poco a poco se va intensificando hasta que crea un hermoso ritmo, lluvia, está lloviendo, siempre he querido ir al lago en media noche, con la luz de la luna en su máximo poder y las gotas de agua cayendo sobre mi rostro mientras la mitad de mi cuerpo está sumergido.

Necesito ir, ha sido uno de mis sueños pero siempre hace sol o la lluvia viene con huracán incluído.

Me levanto de un salto y me pongo lo mismo que la noche anterior.

Esto es una mala idea.

Lo sé.

Bajo y de camino al lago la lluvia cesa, cuando estoy en el entro con la ropa y nado lentamente al centro, los pinos y árboles gigantes me rodean y las gotas de lluvia danzan en mi rostro como la pieza más esperada del público.

Ya se nos puso filosófica.

Arruinas el momento.

Floto en el lago, siento que vuelo, que todo a mi alrededor desaparece.

Okey, no fué mala idea después de todo.

En serio necesito amigos.

No sé cuánto estoy así, flotando, respirando tranquilamente; el tiempo corre y yo siento que el mundo va en cámara lenta.

Cojo aire y me hundo para cuando estoy dentro dar vueltas tranquilamente, sintiendo como el agua a mi alrededor me abraza...

Toda esa tranquilidad acaba cuando siento que algo roza mi pie y antes de poder intentar hacer algo soy jalada hacia abajo con fuerza, estiro mi brazo inútilmente intentando nadar pero no puedo, me hundo más y más, el aire me empieza a faltar, mis pulmones piden oxígeno y entonces empiezan las arcadas.

Forcejeo pero empiezo a ver negro y siento que la conciencia se me va cuando de pronto saco la cabeza del agua y respiro hondo, nado rápidamente hacia la orilla arrastrándome y mirando con terror el lago, escupo todo el agua que tragué. Toso y empiezo a temblar.

—¿Q-qué acaba de pas-sar?— le susurro a la nada.

—Me sentiste— escucho en mi cabeza.

Me levanto del suelo y doy pasos pequeños para atrás.

Esto no me gusta.

A mí tampoco.

Pequeños pasos Adelainë, pequeños pasos.

Sigo viendo el lago, pensado que acaba de suceder, como es que estuve al filo de la muerte y de un momento a otro podía respirar.

Debería estar corriendo por mi vida, pero el miedo domina mi cuerpo y caminar lento es lo único que llega a mi cerebro.

Lo veo, otra vez veo esos ojos rojos con negro brillando como estrellas entre la oscuridad, pero ésta vez mis piernas se mueven solas al ver como esa sombra -que resalta aún en la noche- se dirige hacia mi.

Dios mío.

Algo En El Bosque Te ObservaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora