Capítulo XIII.

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Ya no hay un hogar.

Veo en shock como la ambulancia se va con urgencia. Las luces, sonidos de alerta, los murmullos de las personas, todo eso a mi alrededor parece distante, como si estuviera en una realidad en la que no debería.

Miro mis manos, sangre espesa gotea de mis dedos.

Casi le corto la garganta, casi la dejo sin cabeza, cuando mis ojos se quedaron multicolor algo que no sabía que tenía dentro de mi se activó y salté encima de ella, pero no para halarle el cabello, no, mis manos fueron a su cuello y presionaron con fuerza, intenté parar pero no pude.

—¡Mátala!—. Algo en mi mente me gritó.

—¡No! ¡Déjame!, ¡vete!— le respondí y entonces me di cuenta de algo aterrador, mi voz cambiaba de tono y se volvía aguda, no estaba hablando con mi conciencia o algo más, me convertí en dos personas en una.

—Mátala.

—¡No!

—Haz presión, hunde tus dedos.

—¡NO! ¡detente!

Estaba hablando conmigo misma, mi voz cambiaba, mi rostro pasaba del miedo total al psicopatismo, reía como si fuera divertido estar asfixiando a alguien.

—¡Detente!

—¡Matála!— mis dedos hicieron más presión— ¡Matála!— ella poco a poco empezó a dejar de forcejear y entonces me quitaron de encima de ella.

Mis ojos volvieron a la normalidad porque las punzadas se fueron de mi cabeza.

Un policía se acerca e intenta esposarme, todos se habían enfocados en ella y se olvidaron de mi, la que estuvo apunto de matarla.

—Señorita, manos detrás de...

Las punzadas llegan de nuevo y sé que mis ojos cambian porque veo como retrocede con horror en su cara.

—¿Que decía, oficial?

Mierda.

Mierda.

No soy yo hablando, no soy soy.

Corro, corro tan rápido que mis piernas empiezan a doler pero no me detengo y llego a mi casa.

—¡Mamá!—llamo desesperadamente—¡Mamá, papá! ¡No quiero vivir más aquí, no puedo con esto!, ¡necesito estar lejos de todo!, ¡necesito estar lejos del pueblo! Necesito irme.

***

Mi familia me ve preocupada. Están intentando decidir si ir a la cabaña oculta en lo más profundo del bosque es buena idea, dejar este lugar sin dejar rastro.

—Lo haremos—Alarik se levanta del mueble—Están pasando cosas extrañas y eso la está sobrepasando. Murió y está aquí, no sabemos como, creo que el no socializar con estas personas le harán bien.

El resto del día me la paso literalmente acostada y sin hacer nada ni mover un músculo, estuve así unas cuatro horas cuando escucho como aporrean la puerta y bajo de prisa.

—¿Cam?—pregunto extrañada—Cam, ¿qué pasa?

Veo como tiembla, la dirijo de manera apurada a mi cuarto y la siento en la cama.

—Camryn, ¿qué pasó?

Me mira, sus ojos ahogados en miedo.

—L-Lo que dijiste, Ela, lo que dijiste, al-lgo me recorrió la espalda cuando me bañaba y cuando voltee ví justamente lo que me describiste, mi espalda empezó a arde y en el espejo se podían ver las marcas de unas garras— su cuerpo se sacude de manera violenta, empieza a tener espasmos y yo la intento tranquilizar. Poco a poco su cuerpo vuelve a la normalidad. Las luces fallan en la casa y se hace un apagón, busco la linterna en mi mesita pues es normal estas cosas.

—¿Estás bien?— Le pregunto y ella asiente respirando pesadamente.

Me volteo y me paralizo, en mi closet, en una esquina hay algo que parece un perro pero con las patas más largas y terminadas en puntas, mi corazón se acelera y eso crece poco a poco, siento a Cam retroceder en la cama y la cosa aumenta, entonces doy un paso adelante y deja de crecer.

Doy otro, y otro hasta así estar con la cabeza inclinada viendo la cosa que no creció más pero que tampoco disminuyó.

Oh pequeña, haz pactado tu sentencia con la muerte— una voz retumba en mi cabeza.

Y entonces, hago click:

No intentes nada contra el y nunca, nunca lo retes.

Oh Dios.

Algo En El Bosque Te ObservaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora