Capítulo VIV

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Problemas.

Pero...

—Ve, yo mandaré tu salida al aula—. La directora me sonríe.

—Gracias.

Por los pasillos llamo a un taxi, pero la paciencia no es mi fuerte y me voy por lo fácil, corro.

Todo en el pueblo está pegado, llegar a mi casa no es tan lejos pero tampoco tan cerca. Llego sin aire y pongo mis manos en las rodillas para recuperar fuerzas.

Alrededor de mi casa hay patrullas y bomberos, las luces resaltan aún de día y las personas murmuran mirando la casa.

Cuando voy a la entrada la gente se aparta, como en el último mes.

Veo a mi familia del otro lado, mamá pone su mano en el hueco de la puerta como si fuera un mimo, su mano se detiene justo en el medio, como si hubiera una puerta invisible.

—¿Qué es lo pasó?— le pregunto al oficial.

—No lo sabemos, intentamos entrar pero es imposible. Hemos subido por ventanas, por el techo, por todos lados pero no ha dado resultados.

Pero...

Pero...

¡¿PERO NO SE SUPONE QUE SOLO PROHIBE EL PASO DE LO SOBRENATURAL?!

—Pero yo salí sin ningún problema.

¿Segura?

Cállate.

—Buscamos todas las maneras de entrar, no se puede señorita—. El oficial me habla guardando sus distancias, obvio.—Ahora intentaremos otra cosa— le hace una seña a unos hombres horrorosamente fuertes y ellos cargan un cilindro negro que parece pesado— Le recomiendo alejarse, señorita.

Sabiendo lo que harán, con un gran disimulo uso la punta de mi pie para romper la barrera, siento una corriente por todo mi cuerpo que me eriza la piel y me hace estremecerme de manera sutil.

Sacudo mi cuerpo.

Los hombres fuertes mesen el cilindro y solo puedo cerrar un ojo e inclinar mi cabeza para no ver.

Veo como se dirigen a mi casa y como en cámara lenta todos caen uno encima de otro.

"La barrera se rompió".

Exclamaciones de asombro se escuchan y la policía celebra.

—¡Lo hicimos!—. Celebra uno.

Já, inútiles.

Corro a los brazos de mi familia.

—Estaba preocupada, no sabía si los sacarían—. Me sorprendes Adelainë, me sorprendes.

—Ya cariño, todo está bien, un simple percance un poco extraño. Puedes volver a clases.

One moment.

—¿Qué?, Pero mamá...

—Adelainë.

—Si, mamá.

Me volteo y pongo mis ojos en blanco.
Se supone que no volvería, el resto del día fué horrible y mi única amiga no asistía a la escuela.

Después de una jornada asfixiante salgo directo a un super pequeño y compro un café frío ya que no podía entrar a un cafetería sin que las miradas cayeran en mi como un imán atraído por el metal.

Camino con mis audífonos puestos hacia la biblioteca, le doy una dona a Cam, le encantan y me dirijo a la mesa de siempre para estudiar.

Ahora tengo tiempo suficiente para poder pensar en lo que pasó. Rompí la barrera, antes de hacerlo mi familia ni nadie del pueblo pudo entrar, salí como si nada y la rompí como si nada también.

Dios mío, ¿qué es lo que pasa en este pueblo?, ¿qué es lo que oculta? ¿Qué es lo que ocultan?

Respiro hondo e intento relajarme.

—Voy al lago.

—¿Quieres que te acompañe?, Puedo cerrar la biblioteca— Cam me da una sonrisa a boca cerrada, aún está muy mal por lo de su hermano.

—No, no, gracias. Si necesito algo te llamaré—. Paso el mostrador y la abrazo.

Tenía tiempo sin ir al bosque, no salía de mi casa si no era estrictamente necesario como la escuela o visitar a Cam, y no era que lo tenía prohibido, simplemente no es una sensación bonita el que te vean como una especie de demonio.

Camino a paso calmado, sin prisa.

No sé como afrontar todo esto, que pensar de esas personas que ahora encuentro como extrañas. No sé por donde empezar a ordenar mis ideas. No sé cómo tomar lo del Cerbal. No sé nada.

Dirijo mi mano a la parte de atrás de mi cabeza cuando siento punzadas, como si miles y miles de agujas se clavaran en mi cráneo. Sacudo la cabeza pero las punzadas no disminuyen, empeoran.

Grito agarrándome la cabeza. Doy vueltas en mi propio eje y todo lo veo quebrado, como cuando la señal empieza a fallar en la tele; todo se distorsiona y un sonido agudo inunda mi cabeza, gritos de personas resuenan como una melodía macabra.

Mi garganta arde—¡¡AHHH!!—. El sonido aumenta y siento como mi cuerpo pierde fuerza y desfallece.

Lo último que veo es una silueta humana completamente negra con ojos rojos.

Algo En El Bosque Te ObservaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora