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— Déjame ver tu rostro, por favor — Pidió Albedo.

Sacarosa levantó su rostro haciendo que las miradas de ambos se conecten, Albedo paso sus dedos por las mejillas de Sacarosa limpiando cualquier rastro de previas lágrimas.

— Albedo... — Susurro nerviosa Sacarosa por el acercamiento.

— Sin lágrimas en tu rostro te ves mucho más hermosa— Hizo una peqeuña pausa apreciando el rostro de su compañera — ¿Recuerdas el festiva? ¿Cuándo te entregué aquella flor? — Sacarosa asintió — Bueno, recuerdo que cuando Aether vino, me hablo de la flor y te mencionó simplemente no pude negarme y no pude evitar pensar en ti cuando finalice con ella, termine con mi trabajo lo antes posible para disfrutar un poco del festival, me alegró mucho verte feliz por la flor — Relató con una pequeña sonrisa haciendo que el corazón de Sacarosa se acelerase aún más.

— Yo...yo... Yo te quiero Albedo — Dijo con suavidad acercando su rostro más al de Albedo.

— Siento lo mismo Sacarosa—.

Sus rostros se acercaron y no tardaron en que sus labios se unan en un corto y casto beso, ambos entrelazaron sus dedos tomando la mano del otro, se habían besado, lo hicieron y totalmente conscientes una pequeña sonrisa se dibujaba en el rostro de ambos.

— ¿Por qué esto se siente tan irreal? — Preguntó con una tímida sonrisa.

— No lo sé, espero no sea un sueño, perdón por haber tardado tanto —.

Y así le dio otro y otro y otro beso, eran besos cortos y tiernos llenos de dulzura, se sentía como si por fin ambos se hubieran quitado un gran peso de encima y por si fuera poco también ganaran una gran recompensa.

— Espero con ansias seguir trabajando a tu lado — Hablo con emoción Sacarosa de tan solo pensar en estar en la oficina decodificando libros viejos y haciendo algunos experimentos en compañía de Albedo se emocionaba y más ahora.

— Yo también lo espero, la alquimia por si sola siempre fue magnifica, pero nunca pensé que gracias a ella conocería a una chica tan maravillosa que me haga sentir de esta manera— Respondió algo avergonzado reforzando más su agarre de la mano de Sacarosa para después darle otro tierno beso.

Sacarosa asintió feliz y se abrazó de Albedo recostándose en su pecho, escuchar los latidos de su corazón la hacía feliz, tenerlo tan cerca, sentir su calor y su aroma único de él, podría estar así por siempre.

— ¿Podemos recostarnos en la cama? — Preguntó Sacarosa aún sin separarse de Albedo.

Este asintió levantándose con cuidado para no incomodar a Sacarosa y luego tendiéndole la mano para que ella también se levantase, ambos recostándose en la cama.

— Este tipo de cosas no se me dan del todo bien pero aun así espero puedas ser feliz a mi lado — Pronunció algo avergonzado mientras acariciaba la mejilla se Sacarosa.

— No tienes que disculparte yo me siento feliz, bueno aún algo molesta por lo de Kaeya y Mona, pero supongo que ahora ellos son lo de menos—.

— Se me ocurre algo que pondría a Mona los pelos de puntas — Comenta con gracia Albedo.

— A mi no se me ocurre nada para Kaeya, no parece que pueda haber algo que le moleste siempre está muy relajado —.

— Podemos pensar en eso luego, no creo que esos dos ameriten tanta de nuestra atención, es un gasto de energía.

— Ahora que lo pienso no comimos nada, lo siento — Se disculpó apenada.

— Podemos pedir servicio a la habitación — Sugirió Albedo.

— Me parece bien—.

Sacarosa salió a recepción e hizo el respectivo pedido no tardando en llegar a la habitación.

— Espero te gusté lo que ordené. Oh y los postres aquí son muy buenos se que te encantan los dulces — Hablo con una sonrisa sin embargo su rostro se volvió de confusión al no ver respuesta — ¿Pasa algo? —.

— Estaba pensando, me gustan mucho las cosas dulces y tú eres Sacarosa supongo que era algo inevitable — Comentó con gracia causando un gran sonrojo en Sacarosa logrando una pequeña risa en él — Honestamente me sentía bastante nervioso y extraño en un inicio, todo esto es muy nuevo para mí, pero... — Hizo una pequeña pausa para enforcar en los ojos de Sacarosa — Me siento otra vez tranquilo en especial si es a tu lado —.

Definitivamente el rojo del rostro de Sacarosa era inigualable, se sentía tan alagada y afortunada, pero a la vez inevitablemente avergonzada de recibir aquella atención de en su primer lugar maestro, también era algo muy nuevo para ella, aunque no le disgustase en absoluto no podía evitar avergonzarse. Claro, Albedo también se sentía avergonzado por toda la novedad, pero en definitiva tras toda la conversación y aquel lindo momento que estaba pasando se sentía más tranquilo.

Ambos disfrutaron de su comida hablando de temas varios dentro de su área claro, después de todo eran alquimistas que amaban su trabajo y la alquimia nunca sería un mal tema de conversación, al contrario, no solo era el mejor era el favorito de ambos. Ahora el dúo se encontraba de nuevo recostado en la cama en un agradable silencio, Albedo acariciaba el suave cabello de Sacarosa incluso pasando su mano por las mejillas de esta y ella lo miraba con todo el amor del mundo, no tardaron en pegarse más el uno al otro hasta estar abrazados aun manteniendo ese agradable silencio que les trasmitía paz, Sacarosa no tardó en quedarse dormida recostada en el pecho de Albedo rodeada por los brazos del alquimista el cual se mantuvo unos minutos observando aquel bello rostro que había dibujado tantas veces, verla dormir tan pacíficamente en sus brazos realmente lo hacía feliz no tardó mucho en él también quedarse dormido.

Amor Entre AlquimistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora