Capítulo 2

118 23 16
                                    

Tres hombres y una mujer bajaron de esas motocicletas. 

Uno pensaría que esos tres chicos estaban próximos a debutar en una boyband, debido a que su cabello estaba teñido de verde, amarillo y rojo. De manera que sí alineabas sus cabezas en el orden correcto parecerían un semáforo. En cuanto a la mujer, vestía igual que la chica salvaje que estaba siendo atacada cuando llegaron; una chaqueta abierta que dejaba ver un bra de diseño llamativo. Debe ser el último grito de la moda entre la comunidad de pandilleras.

A pesar de que aterrizaron desde el cielo como una banda de bravucones, ahora estaban ahí parados formando una línea, frente a la puerta trasera de aquel bar clandestino, sin atreverse a decir ni una palabra.

Después de resistir algún tiempo así, el "equipo semáforo" empujó a la mujer para que diera un paso al frente fuera de la línea y hablara por ellos. Ella era el tipo de persona que vive bajo este pensamiento: "mientras el outfit se vea bien, el clima es un estado mental". Pero la helada mirada de aquel hombre parado en el umbral de la puerta la superó  y no pudo evitar comenzar a temblar mientras decía --- Ese tipo estaba usando un extraño dispositivo de bloqueo y le perdimos el rastro...

El hombre la miró en silencio, causando que la chica estornudara tan fuerte que sintió como sí sus pulmones fuesen a ser expulsados de su pecho. Incluso el pequeño niño que estaba justo donde ese hombre lo dejó y finalmente se había calmado hace un momento, se sobresaltó por el estornudo y empezó a llorar otra vez. Sin embargo, una sola mirada de ese tipo que sostenía un cigarrillo fue suficiente para hacerlo callar y dejarlo temblando en silencio por el pánico.

--- Llamen a la policía y dejen de avergonzarme quedándose ahí parados. --- Dijo aquel tipo y con un solo brazo cargó al niño que hace unos segundos aterrorizó con solo la mirada, miró a la chica que yacía despeinada en un rincón con la mente en quién sabe dónde y le dijo:

--- Tú también vienes.

El grupo de motociclistas lo siguió en fila como si acabarán de ser absueltos después de cometer un crimen. La chica volvió en sí y vaciló por un momento, pero la calidez del bar la persuadió casi de inmediato. Tocó la herida en el dorso de su mano y recogió su equipaje.

La atmósfera en el bar tenía un toque retro, incluso ese desolador aspecto parecía tener algo especial. El dulce aroma del licor se mezclaba en el aire, mientras sonaba un jazz que añadía cierta chispa al ambiente del lugar. Al parecer, el bar estaba cerrado en ese momento, pues no había clientes, meseros ni baristas por ningún lado; el único presente era el hombre que abrió la puerta trasera y atrapó al niño hace un momento. Tal vez, él era el dueño del establecimiento.

"Parece bastante engreído como para ser el dueño de un lugar como este..." Sospechó la chica. Creyó haber visto algo moviéndose por sí solo detrás de la puerta pero lo dejó pasar pensando que era alguna clase de efecto provocado por la iluminación del lugar. Hasta que vió un frío ojo que la hizo saltar del susto; así se dio cuenta de que se trataba de un lagarto de un color verde oscuro, que estaba sentado en un taburete.

--- No te preocupes, es demasiado perezoso como para morder. --- El propietario del lugar tomó al animalito y lo puso en otro taburete, lejos de la chica. --- ¿Qué te apetece tomar?

--- Cerveza ---. Respondió ella.

El propietario la miró un segundo y preguntó --- ¿Cuántos años tienes?

Ahora que estaba en un lugar con iluminación, la chica pudo reconocer claramente los rasgos físicos de aquel hombre. A juzgar por el marcado contorno de su cara, pudo adivinar que era de ascendencia asiática. Parecía que no se había afeitado en tres días por la barba esparcida en su mandíbula, las mangas de su camisa estaban enrolladas hasta sus codos y su camisa tenía algunos botones sueltos, dejando a la vista un pecho fuerte y unos abdominales marcados. Al notar que la chica lo miraba, se dio cuenta de que tenía la camisa abierta y casualmente la abotonó.

ImperfeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora