Advertencia: Contenido sensible.
– Señor, detecto que su ritmo cardíaco es veinte porciento mayor a lo normal, ¿se siente mal?
Jingheng no podía hablar en ese momento.
Había pasado dieciocho años buscando a quien se llevó a la Sra. Lu. Durante ese tiempo, gastó la mitad de su energía y tiempo identificando y quitando del camino a quienes no estaban de su lado. Arrastrándose sobre sus rodillas hasta la primera línea de la Unión, y entrando exitosamente a la Fortaleza Plateada, un distrito militar muy importante. Y con esos piratas espaciales aún libres, logró hacerse de la mayor libertad para movilizarse fuera de la Unión. Solo la Fortaleza Plateada podría ofrecerle ese fantástico grado de libertad.
Hace quince años, finalmente una oportunidad se le presentó. Dejó escapar adrede a un grupo de piratas, viendo cómo volaban hasta la Octava Galaxia, los siguió. Cuando pasó por el Planeta Cayley, hizo algunos cambios y aprovechó la diferencia horaria para tomarse un descanso. En esa ocasión no llevaba consigo ninguna tropa, y aún así logró atrapar a Halcón Tuerto por sí solo, mientras este pasaba el rato en un club nocturno que flotaba en la atmósfera de Cayley.
Cuando Jingheng lo atrapó, Halcón estaba en medio de "algo", y ni siquiera le dio tiempo de ponerse los pantalones.
Cada segundo del interrogatorio fue una completa desgracia para Halcón Tuerto. Al final, después de que confesara que había sido él quien se llevó a la Sra. Lu, Jingheng le dio un par de pantalones como una muestra de su extrema generosidad.
Recordando el pasado con objetividad, Jingheng debía aceptar que fue un poco demasiado inmaduro y agresivo en aquel entonces. Y la manera en la que se hizo cargo de las cosas fue un poco demasiado extrema. Sin embargo, no se puede aplaudir con una sola mano, y por lo que veía, Halcón Tuerto no estaba para nada cansado de incrementar la tensión entre ellos. Al final, ese par de pantalones se convirtieron en la base de la pésima relación entre esos dos hombres.
Con las piernas descubiertas y solo un boxer cubriendo su cuerpo, Halcón Tuerto fue llevado por tres cañones de micropartículas. Al aterrizar, fue forzado a entregar las cenizas de la Sra. Lu, la insignia militar que el Contralmirante Lu llevaba consigo, el registro de viaje de la pequeña nave en la que escapó la Sra. Lu.... Pero no un niño.
Rechinando los dientes, Halcón le dijo a Lin que la Sra. Lu estaba muerta, por lo tanto, el niño que tanto añoraba Xin Lu también lo estaba. Por supuesto, Jingheng no le creyó, pero no había evidencia de la existencia del niño en aquel entonces y era imposible para él permanecer más tiempo en ese lugar. Así que dejó ir a Halcón Tuerto.
Y cuando el monumento de Xin Lu fue eliminado del jardín memorial, Jingheng hizo todo lo que pudo para salvar una pequeña parte, que a pesar de ser insignificante, era un recuerdo de la existencia del Contralmirante Xin Lu en este mundo.* Después de eso, durante varios años, Jingheng calculó una y otra vez la ubicación donde el meca de Xin Lu fue destruido, y gastó grandes cantidades de energía buscando algún resto. Sin embargo, lo único que encontró fueron tres pequeños fragmentos del tamaño de una uña.
*N.T.: Referencia al capítulo 10: "En medio de todos esos monumentos, había uno pequeño e inusual; ni siquiera podría ser llamado "monumento", puesto que solo era una base de piedra rectangular de unos treinta centímetros de alto, sin inscripciones ni busto esculpido. Como un diente podrido entre los demás dientes de piedra perfectamente alineados."
Esos fragmentos eran sus restos mortales, aquel monumento era su gloria, esa insignia militar era la fe a la que se aferró toda una vida, y su cónyuge era el hogar donde su alma podía descansar.
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Imperfecciones
Science FictionArte de la portada: Solla (Sollamola en Twitter) Escrita por: Priest Traducción voluntaria al español sin fines de lucro.