Capítulo 3

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1300 Horario Universal

Era tarde por la noche en el puerto Venus, Beijing-β.

El puerto Venus, era un puerto galáctico a punto de ser clausurado. Solo le quedaban unos pocos obreros, que vivían precariamente con el miserable sueldo que les pagaba el gobierno.

Era un noche fría, ya no había ni un alma en el puerto. Los largos tramos de terreno baldío estaban cubiertos por maleza que superaba la estatura de un adulto; el viento aullaba y mecía esas hierbas creando un suave susurro al pasar entre ellas. Parecía un ciudad fantasma; vacía y en ruinas. Los edificios y plataformas obsoletos en el puerto Venus yacían aún de pie, desolados; evocando esos horribles escenarios de aquellas novelas antiguas de ciencia ficción, difíciles de describir solo con palabras.

Un grupo de personas sin hogar caminaban hacía el puerto por un pequeño sendero que el ir y venir de los obreros entre la pálida maleza había creado con el paso del tiempo. A pesar de que los obreros hacían que se fueran a otro lugar durante el día, a estas altas horas de la noche ya no había nadie que les prohibiera entrar a ese lugar para refugiarse del viento nocturno.

Entre ellos, había un anciano cargando sobre su espalda a un niño con ropas tan desgastadas como las suyas. Súbitamente, ese hombre se colapsó, el niño sobre su espalda cayó y rodó por el suelo, revelando el tono azul de su rostro...solo Dios sabe cuánto tiempo llevaba muerto.

Un cubo recolector de basura que estaba cerca del lugar, detectó el cadáver de una forma de vida a base de carbono y comenzó con su proceso automático de limpieza. Al ver que esa maquina se acercaba, el anciano tomó el rígido cuerpecito del niño para evitar que esa helada pinza mecánica se lo llevara. Enseguida, abrazó el cadáver con la poca fuerza de sus brazos, como sí así pudiese compartir su vitalidad con el niño.

Desgraciadamente, el cubo recolector de basura, a pesar de ser un modelo viejo, no era completamente inútil. Continuó luchando cruelmente por arrebatar el cadáver del pequeño de los brazos del anciano.

Inevitablemente, la maquina ganó.

Y golpeado por ese insensible y frío aparato, el anciano cayó de rodillas al suelo, llorando desconsolado. Las demás personas en ese grupo, seguían caminando sin voltear siquiera un segundo, ni una sola mirada. A todos les importaba una mierda el dolor del otro; después de todo, tirar un cadáver en uno de esos cubos recolectores como sí no fuera más que basura era algo que pasaba seguido en ese lugar.

El anciano se quedó atrás y un par de botas aparecieron de entre la maleza. Después de vacilar durante unos segundos, fue directamente hacía el cubo recolector. Era un hombre alto, de cabello color lino y piel pálida. Había algo mecánico en su persona; tal vez era que sus rasgos faciales eran demasiado perfectos o que cada paso que daba tenía la misma longitud que el anterior. Era como ver a un soldado con ropa de civil.

En silencio, hackeo el programa interno del cubo recolector. Justo después, la maquina abrió su garra y devolvió el pequeño cadáver. Sin importarle ensuciarse, ese hombre regresó el cuerpo del niño al anciano, que seguía tumbado en el suelo. --- Lamento su pérdida.

El anciano lo miró asombrado, el hombre señalo una dirección --- A las tres en punto, a unos 200 metros de aquí, la tierra es apropiada para sepultar a su niño. Nuevamente, lamento mucho su pérdida ----. No solo sus pasos, su voz era monótona como la de un robot. Después de hablar como si estuviera leyendo un guión, juntó sus pies y dio una reverencia, listo para partir.

Aquel viejo vagabundo no pudo evitar preguntar --- ¿Quién es usted?

Se arrepintió un segundo después de preguntar. Ese hombre estaba bien vestido, el aura de la riqueza emanaba de su cabeza hasta los pies, todo un miembro de la clase alta. De acuerdo a su experiencia de vida, debería mantenerse alejado de los de la clase alta tanto como sea posible, o sufriría graves consecuencias. Sin embargo, aquel hombre se detuvo y respondió con seriedad:

ImperfeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora