8. Ciencias Sociales

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Un chirrido de neumáticos en la carretera hizo que Eric girara la cabeza hacia la izquierda. El Audi  ya no les seguía tranquilamente por detrás; el coche azul se desvió hacia un lado, desviándose ruidosamente hacia el carril contiguo. Eric dejó de pisar el acelerador e intentó vislumbrar al otro conductor.

El Audi se adelantó y luego se echó a un lado, tratando de cortarles el paso. Anticipándose a sus movimientos, Cartman frenó. Evitó la colisión por los pelos y su cuerpo se balanceó hacia delante mientras su mano agarraba la palanca de cambios y metía la marcha atrás. Las ruedas giraron en señal de protesta. Volvió a cambiar las marchas a la posición de conducción, haciendo un amplio giro en forma de "U" que el otro coche se esforzaría en seguir.

— ¿Estás bien? — preguntó el neoyorkino a Kyle, pisando a fondo, de nuevo, el acelerador.

— He estado mejor. — murmuró el copiloto, girándose para mirar al otro coche. Tendría que dar marcha atrás antes de dar la vuelta, lo que le costaría unos valiosísimos segundos.

Eric no desperdició aquella ventaja. Se arriesgó y se saltó el semáforo en rojo al final de la calle, atravesando el coche en la intersección sin mirar a ningún lado.

La repentina aceleración empujó a Kyle hacia el asiento. Sus ojos vieron el movimiento de una mano de Eric al girar el volante y con la otra, tocando sin pensar, la palanca de cambios. Los ojos del castaño permanecían fijos en la carretera. Escuchaba ese tono inconfundible, un pequeño matiz de variación para un oído entrenado, cuando el propio vehículo indicaba al conductor cuándo debe cambiar la marcha; Eric seguía cada señal como un profesional.

Su rápida reacción y sus agudas maniobras les dieron una ligera ventaja. Aunque en aquel juego, ochocientos metros, en lugar de un par de manzanas, habría sido una ventaja más cómoda. Con las calles de un solo sentido, su camino no sería difícil de predecir. Eric giro rápidamente a la derecha y luego a la izquierda, continuando hacia la carretera interestatal. El tráfico no impedía su avance, pero el hecho de que fuera así tampoco jugaba necesariamente a su favor.

El otro coche continuaba con su persecución. Aunque estaba todavía a una distancia prudencial, era fácil visualizarlo en el espejo retrovisor ya que cambiaba de carril de manera agresiva. Eric sabía que era igual de visible, sin tráfico en el que perderse.

— ¿Alguna idea? — preguntó Eric.

Parecía que Kyle se había acostumbrado a la aventura, ya que parecía más relajado que la última vez que atravesaron la ciudad como si fueran un tren bala. Una de sus manos estaba agarrando el cinturón de seguridad, pero esta vez sus nudillos no estaban en blanco.

— Podríamos volver al restaurante. — dijo.

— Nah, demasiado fácil. — contestó Eric.

Tal vez sólo estaba evitando lo inevitable, pero ceder a las exigencias de "El Topo" le cabreaba demasiado al de Nueva York.

El Ford iba fácilmente al doble del límite de velocidad.

— ¿Dónde hay un policía cuando lo necesito? — refunfuñó.

Entonces Eric vio un gran cartel iluminado de "PARKING". Dobló la esquina y dio marcha atrás, conduciendo hacia un aparcamiento subterráneo en el lado opuesto de la carretera. Con un silbido, el coche tomó el desvío. Ninguna barrera o requisito de recoger un ticket para entrar les frenó, y Eric esperó haber desaparecido sin ser visto, bajando la rampa hacia los niveles inferiores. En lugar de seguir descendiendo, el de mirada parda giró el automóvil hacia la salida, tomando la ligera subida a la calle, eligiendo estratégicamente una plaza reservada y numerada, parcialmente oculta por una furgoneta blanca, para meter el Ford.

El Crimen Perfecto (Kyman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora