Eric silbó con los labios fruncidos. Después de caminar más de un kilómetro y medio hasta la calle principal, no iba a dejar pasar el taxi. El suspiro de alivio fue genuino cuando agarró la puerta y se arrastró al interior.
— Tengo que ir al aeropuerto. — dijo.
— ¿Lleva equipaje? — preguntó el taxista.
Juntos, ambos hombres miraron hacia la acera, como si Eric hubiera dejado algo ahí mismo.
La maleta de ayer todavía estaba guardada en la casa de Ike.
— No. Voy a recoger un coche en el garaje del aeropuerto.
— Oh, vaya. Nunca es bueno dejar un coche allí por mucho tiempo.
— Exacto, justo lo que estaba pensando. — dijo Eric, palmeando las llaves del Mustang, que había guardado en el bolsillo de sus vaqueros.
— ¿Qué terminal?
— La número uno.
— Debería llevarnos unos diez minutos.
Eric trató de ponerse cómodo mientras el taxista comunicaba por radio su tarifa y destino. El taxi olía a humo de cigarrillo rancio y a leche caducada. Era bastante inmune al hedor después de tantos años de práctica en Nueva York, pero aún así se sintió aliviado de que el viaje no fuera largo.
Se echó a un lado cuando el conductor cambió de carril en la autopista. Un instinto bien afinado hizo que el reportero mirara por la ventanilla trasera, a tiempo de ver el coche negro que le seguía.
— Hazlo otra vez. — dijo Eric.
— ¿Qué?
— Cambie de carril.
El taxi se incorporó al carril rápido. El conductor miró por el espejo retrovisor y preguntó:
— ¿Le sigue alguien?
— Eso parece.
— ¿Quiere que los pierda de vista?
— Le daré un extra de veinte dólares si... — Eric no llegó a terminar la frase.
Volvió a sentarse en el asiento y tomó la brusca aceleración del vehículo como un sí.
Mientras el taxi zigzagueaba entre el tráfico, Eric se preocupó de encontrar el cinturón de seguridad y abrochárselo. Se acercaron a la salida del aeropuerto y el taxi pasó a toda velocidad por el extremo izquierdo, atravesando seis carriles, para alcanzar la rampa en el último segundo. Eric se sorprendió de que no chocaran contra los pilones de cemento.
Sus perseguidores no tuvieron tanta suerte. Un carril menos y un bloqueo por parte de un camión les obligó a permanecer en la interestatal. Quienquiera que fuera, tendría que entrar en O'Hare por otra ruta.
— Bien hecho. — dijo Eric.
— Igual que en las películas.
Lo único en lo que pensó Eric es que aquello fue aterrador. Se unieron a otros taxis que se dirigían al aparcamiento.
— Planta número tres. — dijo Cartman mientras miraba por encima del hombro.
Eric no había conducido el Mustang cuando fueron al aeropuerto, pero recordaba dónde lo había aparcado Kyle. El elegante coche clásico parecía no inmutarse cuando el taxi se detuvo a su lado. Sacó un billete de cincuenta de su cartera y pagó al conductor.
— Quedase con el cambio.
— Gracias, caballero.
Había mucho ruido en el garaje, mientras Eric estaba junto al Mustang negro de Ike. Observó cómo el taxi se alejaba, sus luces de freno parpadeando brevemente en la cabecera del pasillo antes de girar. Sólo entonces, Eric caminó alrededor del coche aparcado. Le resultaba un poco extraño estar allí solo. Esperaba que Kyle estuviera ahí, o que al menos dejara alguna prueba de que se le había adelantado.
ESTÁS LEYENDO
El Crimen Perfecto (Kyman)
FanfictionLo que parece un seguimiento rutinario para una noticia del periódico, lleva a dos periodistas de investigación a una trama de secuestro, asesinato y venganza...