"La noche cubría toda la ciudad de Nueva Orleans y las luces de las casas se reflejaban en las oscuras aguas del río Mississippi, impregnándolo con su colorido, creando de esa manera un hermoso espectáculo que se movía con el fluir de la corriente.
La mirada de Gonzalo, se desplazaba por las calles aledañas a la concurrida zona comercial del puerto, en busca de algún hotel bueno y económico, donde pudiera pasar la noche. Sabía que por esa parte de la ciudad había varios, pues era uno de los puntos donde se concentraba la mayor afluencia de turistas y locales nocturnos; los mismos que al ser sábado, estaban repletos de personas deseosas de vivir una noche fuera de la rutina.
Tomó una de las calles alternas para subir un par de cuadras y alejarse del tráfico que en esa zona siempre era lento. A medida que avanzaba se daba cuenta de que la verdadera actividad de esa noche estaba atrás, y el resto de Nueva Orleans se disponía a dormir y dejarles la fiesta a otros.
Vio a un grupo de personas afuera de lo que parecía ser un restaurante; algunos llevaban uniformes por lo que supuso debían ser parte del personal que ya estaban cerrando. Estacionó y bajó con rapidez para pedirle a alguno de ellos indicaciones.
Se encontraba perdido pues las pocas veces que había estado en esa ciudad siempre fue de paso, y solía quedarse en casa de su padre, la que se encontraba cerca de los pantanos; y a la que, debido a la tormenta de esa noche, no podría llegar.
—Buenas noches —saludó y todos se volvieron a mirarlo, de inmediato. Intentó mostrar una sonrisa amable, pero falló—. ¿Les importaría ayudarme? Acabo de llegar a la ciudad y estoy algo extraviado, busco dónde pasar la noche... algo cómodo y económico —indicó, viéndolos.
—Buenas noches, señor. —Lo saludó Mary, acercándose a él, con una sonrisa—. La mayoría de los hoteles aquí, en el Barrio Francés, seguramente estén ocupados, por ser fin de semana, al menos de esos que busca, aunque están otros, que le costarán el triple.
—Sí, eso estuve viendo, todos decían que estaban llenos... ¿Por casualidad, sabrá de otra zona, donde pueda conseguir? —pidió, con la misma amabilidad de la mujer mayor.
—En el Distrito Jardín, también puede conseguir hoteles, por menos de setenta y cinco dólares la noche. —Le dio otra opción, mientras le sonreía.
—No creo que haya disponibles, madre... muchos se están quedando esta noche, por la tormenta —intervino Louis, mirando al hombre y después a Mary.
—Sí, mi hijo tiene razón... pero no pierda la esperanza, joven; tal vez, tenga que pagar algo más, pero tendrá un lugar seguro donde descansar —comentó ella, con esa sonrisa, que siempre adornaba sus labios.
—Eso haré, muchas gracias, señora; es usted muy amable.
—No tiene nada que agradecer, que tenga suerte.
Gonzalo le devolvió el gesto, agradeciendo la información y el trato amable de la mujer, se volvió para regresar a la camioneta, resignándose a buscar alojamiento en alguno de esos hoteles de cinco estrellas que tanto odiaba; no por el hecho de pagar el triple de lo que le costaría otro; si no, porque las personas que siempre se hospedaban en estos, miraban a los hombres como él, como si tuvieran alguna peste.
—Bueno... ya estamos listos, estaba revisando que todo estuviera desconectado —avisó Rebecca, apagando las luces.
Cuando Gonzalo escuchó la voz de la mujer que acababa de salir del local, algo en la suavidad de ese tono, le hizo volverse llevado por la curiosidad.
Ella salió del local con esa prisa con la que siempre se movía, y le extendió su bolso a Mary, sonriéndole. En ese momento su mirada se topó con el desconocido, que se encontraba a pocos metros, lo observó por varios segundos, pero después se concentró en su tarea; tenía que cerrar ya era tarde y todos estaban cansados.
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Ronda Mortal: La reina y el Alfil.
RomanceDespués de aquella conversación, en un bar de carretera, con un abogado ebrio; Gonzalo Dorta, decide lanzar al olvido, las palabras de aquel hombre; ya que, tiene asuntos más importantes de los cuales ocuparse. Sin embargo, el primer encuentro con D...