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El azabache se miraba en su espejo del baño, hace unos minutos se había levantado para comenzar un nuevo día en la universidad y poder seguir con su vida rutinaria, que hace no tan poco empezó

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El azabache se miraba en su espejo del baño, hace unos minutos se había levantado para comenzar un nuevo día en la universidad y poder seguir con su vida rutinaria, que hace no tan poco empezó. Solo que se detuvo a examinar su rostro, las ojeras ya no eran tan visibles, su rostro ya no estaba tan pálido y eso solo lo hizo sonreír. Realmente estaba mejorando de a poco.

Terminó de alistarse, para así bajar a desayunar. Desde lo ocurrido, su madre se quedaba durante las mañanas para acompañarlo a desayunar, tuvo que acostumbrarse, solo suspiró al verla beber de su jugo de naranja mientras leía una revista.

— Buenos días mamá —la mujer lo miró con una sonrisa cariñosa.

— Buenos días, cariño, ¿cómo amaneciste? —preguntó, dejando la revista a un lado y así poder conversar mejor.

— Bien, ya sabes —se sentó frente a ella, una mujer un poco mayor vino con una bandeja en manos, dónde traía su desayuno— Buenos días Merlin, sabes que no debes traerme el desayuno —la nombrada sonrió, mientras dejaba lo de la bandeja en la mesa.

— Sabe que no es molestia joven De Luque, es muy considerado, pero sabe que no quiero que se interponga en mi trabajo —su madre negó divertida, él solo soltó un suspiro.

— Vale, ya no lo haré, pero al menos deja las formalidades ¿está bien? Sabes que puedes decirme Samuel o Vegetta —ella asintió.

— Está bien Samuel —sonrió, la mujer soltó una risa— me retiro, disfruten su desayuno —dijo, para volver por dónde vino.

— Mi niño —miró a su mamá, mientras tomaba la taza morada y beber un poco del contenido— ya han pasado unas semanas y bueno... —sacó una hoja de entre su revista, para así extendérselo, él la tomó dejando la taza en la mesa— ¿piensas cumplir lo de la lista?

El menor simplemente leía lo que escribió hace unas semanas atrás, no pensó que su madre lo hubiera encontrado, pero lo dejó en medio de ambos, levantándose de la mesa y así tomar su mochila.

— Creo que es mejor que me vaya ya, no quiero llegar tarde a mis clases —avisó, para caminar hacia la puerta e irse.

La mujer solo suspiró, tomando aquella hoja— Merlín, ¿cree que algo lo pueda hacer cambiar de opinión? —preguntó, mientras miraba a la contraria, está simplemente le dió una sonrisa.

— No creo que sea algo señora, si no, alguien. Deje que el tiempo lo decida —contestó, la mujer solo le dió una leve sonrisa.

 Deje que el tiempo lo decida —contestó, la mujer solo le dió una leve sonrisa

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ᙖᥱƒoɾᥱ ɩ ᑯɩᥱ ɩ ωᥲᥒt↗ᖇᑌᗷᕮGᕮTTᗩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora