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Pasaron unas semanas desde que aquel castaño había llegado a la universidad, captó la atención del de orbes morados, siempre mirándolo en cada clase, solo que se había convencido de que no podía hablar con aquel chico para nada

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Pasaron unas semanas desde que aquel castaño había llegado a la universidad, captó la atención del de orbes morados, siempre mirándolo en cada clase, solo que se había convencido de que no podía hablar con aquel chico para nada. ¿Por qué? Es muy fácil de decir aquello.

En primera; no quería hacer más amigos por el motivo de no preocupar o que solo lo pueda ver con pena cuando se entere de todo, en segundo; aquel lindo chico tenía pareja. Una chica pelirroja que estudiaba en otra rama de psicología, la conocía, solo que ella ya se había adelantado por los meses que el había faltado a la universidad. El día que los vió abrazándose en la cafetería, sintió su pecho doler y más cuando ella le dió un beso en los labios.

Si él no quería tener más amigos, mucho menos quería enamorarse.

Recordaba lo que le dijo a su psicólogo, pero a pesar que quisiera algo con alguien, seguía en tratamiento por aquella cosa que crecía en su cabeza y no sabía si iba a sanar o no. No quería tener a otras personas atadas a él, sintiendo pena de dejarlo solo por su problema.

Miró la hoja que le había dado su madre. Suspiró, para volver a leer lo que puso antes de sus ya no recurrentes visitas al psicólogo, empezó a rasgar aquel pedazo de papel y tomó su teléfono, marcando el número de uno de sus amigos.

— ¿Vege? ¿Pasa algo? —escuchó la voz de su amigo al primer tono.

— ¿Puedes decirle a los demás que vengan a mi casa? No es algo tan importante, pero me gustaría que estén aquí —sinceró, mordiendo su labio inferior por el nerviosismo y la respuesta que le daría aquel chico castaño.

Claro Vege, estamos en diez —y colgó la llamada, sonrió.

Si, definitivamente sus amigos siempre han sido un apoyo para él desde hace mucho, pero si no estaban todos, no cree que aquella nueva lista estaría bien. Así que marcó otro número, con una gran sonrisa. Al segundo tono contestaron.

¿Samuel? ¿Ocurrió algo?

— Hola Frank, la verdad es que no, solo quería preguntarte si podías venir a mi casa hoy.

— Hola Frank, la verdad es que no, solo quería preguntarte si podías venir a mi casa hoy

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ᙖᥱƒoɾᥱ ɩ ᑯɩᥱ ɩ ωᥲᥒt↗ᖇᑌᗷᕮGᕮTTᗩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora