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Iba entrando a su auto luego de aquellos cincos días fuera de casa

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Iba entrando a su auto luego de aquellos cincos días fuera de casa. Estando en aquel lugar que le traían tantos sentimientos a la vez, no podría explicar el porqué, solo pasó cuando vino con su padre a aquella cabaña. Recordaba que él se la pasaba mirando con melancolía todo el lugar, cada habitación, mirando con una sonrisa triste los árboles y como sus hojas caían por el viento del otoño acercándose.

Suspiró. No podía creer que hizo a aquella cabaña un lugar al cual recurrir cuando discutía con su padre muy fuerte y solo ver el rostro de su madrastra con tristeza, además de preocupación... No podía seguir ahí.

Sabía que causaba más angustia cuando desaparecía, pero después de todo volvía y eso era bueno, ¿verdad?

Al entrar al auto y poner sus manos en el volante, apretó los labios en una línea. Tomó una bocanada de aire y luego soltarlo con un suspiro. Debía regresar ya y si aquel día no hablaba con el adulto, bueno, no sería sorpresa de todas formas.

Solo encendió el auto al poner la llave, para retroceder un poco e ir por la carretera en dirección a la ciudad otra vez. A esas horas no habían tantos autos, agradecía, ya que no quisiera que justo lo atrapé el tráfico y se ponga a maldecir en voz baja. En eso, su celular empezó a sonar.

Vió rápidamente que el contacto era el apodo por el cual le nombraba a su pareja. Sonrió.

Todos sabemos que mientras alguien maneja, no debería estar con el celular en alguna mano enviando mensajes o solo en una llamada. Te distraes, lo que realmente es muy malo para el conductor y lo cual te podría dar una muy mala consecuencia.

— Buenas noches, mi amor, ¿qué pasó? —contestó la llamada, mientras solo tenía una mano en el volante y la otra sujetando el celular al lado de su oreja.

Al fin me contestas, estaba preocupada Rub —habló al otro lado de la llamada la pelirroja, mientras paraba de dar vueltas por su habitación— ¿Sabes que tu madre también ha estado llamándote? Joder, que hasta el celular apagado tenías.

Volteó por una calle con su auto— Ya, lo lamento, sabes las razones del porqué no contesto el teléfono —escuchó el suspiro resignado a través del celular— Perdón por preocuparte, Nieves.

Entiendo que cuando discutas con tu padre quieras un tiempo a solas, pero soy tu novia Rubén, sabes que puedes contar conmigo o con Mangel. No todo se resuelve en soledad, me preocupas... Nos preocupas a todos cuando haces estas cosas.

Solo hizo una mueca con sus labios, para que se cree un silencio duradero. Hasta que nuevamente suspiró— Vale, se que debí dejar de escapar hace mucho, es difícil ¿entiendes? —miraba la carretera o a veces solo el techo de su auto— Quiero hacer algo bien, desde que me enteré de la verdad... Mierda, creo que la he hecho preocuparse mucho más ahora.

Hey, Rub cariño, respira ¿vale? —hizo lo que su novia le recomendó— Si, se preocupó, como las otras veces que esto ha pasado. Pero sabe que siempre vuelves y eso la relaja, no te comas tanto la cabeza con aquella discusión. Creo que es momento de que hables con tu padre de todo, por su bien, por el de tu madre y por el tuyo.

ᙖᥱƒoɾᥱ ɩ ᑯɩᥱ ɩ ωᥲᥒt↗ᖇᑌᗷᕮGᕮTTᗩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora