Capítulo 2

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Nada de lo que acaba de ocurrir me hace sentido. El chico se encontraba robando ¿Cómo es que no lo han enviado a prisión? ¿No es así como debería funcionar la justicia? Una simple advertencia, y libertad. ¿Y qué hay de mí? Sólo porque él ha dicho que no tenia que ver, que por cierto, es la verdad, me han dejado ir sin ningún tipo de cargo, aún cuando para la visión de ese oficial si era una sospechosa. En fin, ahora un potencial criminal sabe mi nombre.

Presiono mi espalda contra una de las paredes de la gran estación policial esperando ver a mi hermano llegar en el auto. Luego de esta mañana ajetreada sólo me apetece tenderme en mi cama a dormir.

El sonido de las ruedas del coche me hace elevar mi rostro.

—Sube —grita mi hermano. Puede que quizás esté algo molesto.

Me enderezco para acercarme al coche. En cuanto lo hago, noto que no viene solo. Allí está él, genial. Abro la puerta trasera rápidamente para evitar crear aglomeración en el tráfico e ingreso en el vehículo de mi hermano.

—No sabía que te gustaba el vandalismo, creo que no podrás continuar siendo amiga de mi hermana —comenta burlesco.

—Cállate, Holland —lo observo a través del espejo retrovisor.

—Hey, la única que guardará silencio hasta que lleguemos a casa, serás tú —mi hermano me dedica una corta mirada amenazante.

Tom esboza una sonrisa maliciosa, a lo que yo respondo desviando mi vista hacia la ventana del auto. Ya me han irritado lo suficiente el día de hoy como para tener que aguantar las bromas del mejor amigo de mi hermano.

La luz de mi móvil se enciende, llevando mi atención a este. Emma es la que no deja de enviar mensajes.

—Gracias por delatarme, Tom.

—Me ha llamado a mí mientras jugábamos —señala a mi hermano.— Sabes que me fastidia cuando lo hace, no me quedó más que decirle por qué no llegabas a casa.

Ignoro su respuesta volviendo a mí móvil para textear a Emma y comentarle que luego tendré tiempo para explicarle lo sucedido. Después de todo, su casa era el destino al que pretendía llegar antes de que aquel chico arruinara todo.

~

El resto del camino consistió en un silencio incómodo. Por un lado, mi hermano estaba evidentemente molesto por haber tenido que pasar por mí a una comisaria, y por otro, Tom sabía lo que pasaría conmigo al llegar a casa, tal como yo.

Mientras subíamos por el ascensor mi ansiedad comenzó a apoderarse de mí. Es cierto, suelo hacer enojar a mis padres, pero usualmente es porque insisto mucho en verme con Emma y llegar tarde a casa por haber perdido la noción del tiempo, pero jamás los había hecho enojar por casi caer en prisión.

Una vez frente al departamento sé que ya no hay escapatoria, y mi hermano solo lo confirma al abrir la puerta.

—¿Y tú? —mi madre se acerca a mí con una velocidad que desconocía.— ¡¿Te has vuelto loca?!

—¿Cómo es que terminaste en una estación policial? —mi padre eleva su ceja sorprendido.

Mamá le da un pequeño golpe con su codo, por lo que él vuelve a reformular su pregunta.

—¿Has perdido el juicio, señorita? ¿Te hemos educado para que acudas a actos vandalicos? —esta vez se posiciona frente a mí de una forma mucho más imponente.

—No es lo que creen.

—¿Entonces tú hermano se ha inventado que tuvo que ir por ti a la comisaria?

Volteo a ver a Lucas con una expresión de sorpresa. La traición.

—No —respondo finalmente.

—Estas castigada —sentencia mamá. Tom deja escapar una pequeña risa, de la que se retracta inmediatamente al sentir la mirada de mi madre en su persona.

—Tengo 21 años —comento ofendida.— No pueden castigarme.

—¿Y si tienes 21 años, por qué tú hermano tuvo que ir por ti?

—No me has dejado explicarles.

—Tiene un punto —mi padre dice algo inseguro.

—Adelante —mamá eleva una ceja desafiante.

—Iba caminando a casa de Emma cuando de repente un chico cayó encima de mí. Resulta que a él lo venían siguiendo los policías por robar no sé qué cosa —todos me escuchan atentos.— fue ahí cuando nos tomaron a los dos y terminé en la comisaria. Evidentemente andaba sin documentación y no me dejaban demostrar que soy mayor de edad. Ese oficial realmente me odiaba —pienso en voz alta.— en fin, me dejaron en libertad y por eso llamé a Lucas.

—¿Te dejaron en libertad así sin más? —papá pregunta incrédulo.

—Te hubieras inventado una mejor historia —murmura Stive el más grande de mis hermanos quien ingresa a la sala de estar.

—Te lleva la policía y ahora mientes.

—Es enserio, má —digo con algo de frustración.— yo tampoco entiendo que ha pasado, pero así ha sido. Él chico ha insistido en que yo era inocente y le han creído.

—¿Le han creído a un ladrón? —Stive vuelve a intervenir.

—Sí.

—Estas castigada —vuelve a decir mi madre.

—Pero...

—21 años y castigada —ríe Stive. Puede ser que ahora si termine en una comisaría, pero por asesinar a mi hermano.

—Ya está. Vives bajo mi techo aún, sabes las consecuencias de eso. Estas castigada y no cambiaré de parecer, durante las dos próximas semanas te limitaras a ir a la universidad y el voluntariado, nada más que eso.

Mi mandíbula casi cae al piso al percatarme que no bromea. Sé que la historia es poco convincente, pero aún así es real.

—No vuelvas a abrir tu boca, señorita. No se volverá a hablar de esto.

—Eres una dictadora —digo en un tono casi inaudible.

—¿Decías?

—Nada.

—Hija, estar en una comisaria puede ser el paso previo a las drogas.

El aporte de mi padre saca risas en mis hermanos.

—No caeré en las drogas papá.

El sonríe orgulloso. Mamá en cambio parece no querer borrar su expresión de decepción.

—Bien, volveré a mis pinturas —comenta antes de voltearse y darme la espalda.

—¿Enserio no caerás en las drogas? —papá se acerca a mí con la intención de que el resto no escuche.

—No —niego con la cabeza.— Tranquilo, ¿Me disculpas? quiero irme a mi cuarto.

Besa mi frente como de costumbre dándome a entender que si puedo marcharme. Paso por el lado de Lucas y Tom, donde me detengo un momento.

—Gracias por tanto —escupo con evidente molestia, y continúo con mi camino.

No me doy la oportunidad de mirar a Stive, pues ya he tenido más que suficiente por hoy. Unos cuantos pasos más e ingreso a mi habitación. Justo lo que necesitaba frente a mis ojos, mi preciada cama.

Tan solo unos movimientos más y mi cuerpo cae como un saco de piedras en ese adorable colchón. Un gran suspiro abandona mis labios. Con la intención de dejar los momentos desagradables de lo que llevaba de día, dejo que mis ojos se cierren entrando en un sueño profundo.

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L@s leo!

Break the rules ~ Tom Holland, Timothée Chalamet & túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora