Capítulo 7

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Mi paso decisivo anuncia mi entrada a la habitación. Timothée parece disfrutar de mi nerviosismo, el que no hace esfuerzo alguno por ocultarse.

—¿Y bien? —pregunto.

—¿Tanta prisa tienes?

—Bastante en realidad.

—Bien, seré breve entonces.

Me quedo en silencio esperando que de paso a la conversación que me ha carcomido la cabeza desde que Terry me envió ese mensaje de texto. ¿Qué tendría él que hablar conmigo? ¿Acaso después de todo tendré que volver a esa comisaria? ¿Tendré que ir a la cárcel? ¿Ese oficial habrá puestos en mi contra? Oh por dios...

—Hey —interrumpe mis pensamientos negativos.— ¿Estas bien? Había comenzado mi discurso, pero pareciera que te fuiste a otro planeta.

—Sólo di que soy inocente, por favor. No quiero ir a la cárcel.

—¿Qué? ¿Se puede ir a la cárcel por internar a alguien? —se ve realmente confundido.

—¿Internar? Espera... ¿Qué?

—Tsk —voltea sus ojos.— no me estabas prestando atención. Si tanto te molesta que tú novio esté con su amante en este mom...

—Ya basta con eso, molestas a Ben.

—Como sea. Necesito tu ayuda, quiero internar a alguien en la clínica para la que trabajas.

—¿Y por qué no le pediste ese día a mi jefa en vez de hablar sobre mí?

—Tienes bastantes cualidades –guarda silencio confundiéndome. -... ahora resulta que eres rencorosa también.

—No tengo tiempo para esto –dejo el aire pesado escapar por mi boca, dando un gran suspiro de rendición. Hecho eso comienzo a voltearme, pero su mano presiona mi brazo.—Gritaré —me deshago de su agarre con fuerza.— No vuelvas a hacer eso, no vuelvas a tocarme.

Ante mi reacción su rostro cambia, ya no tiene su expresión burlesca tan característica de él, más bien luce preocupado.

—Lo siento.

—No puedo ayudarte, no puedo internar a nadie. Sólo soy voluntaria del lugar, no manejo nada sobre los pacientes. Debes hablar con la misma señora que visitaste ese día.

—Es que... ella me dijo que no sería posible.

—Entonces, lo siento, es una lástima.

—Tú puedes ayudarme.

—¿Me estás escuchando? No puedo hacerlo, sólo soy una voluntaria.

—La persona... la persona que quiero internar no está en el país en este momento. Es complicado, necesito ir por ella, y.… necesito convencerla. He leído que ese centro es de los mejores de por acá, y yo... necesito tener un cupo en él.

—Timothée –le llamo guardando paciencia.— si la persona que quieres internar no está en el país claramente mi jefa te diría que no es posible, menos aún si no sabes si desea iniciar un proceso de rehabilitación. ¿Tiene alguna situación de discapacidad? —niega.— ¿Alguna deficiencia? —niega nuevamente.— Si esa persona no desea ser internada, si no desea recibir tratamiento, no puede ser internada. Se necesita la voluntad única y exclusiva del paciente. No puedo guardarte un cupo si esa persona nunca llegará. Ahora, si me disculpas, debo irme.

Vuelve a realizar la maniobra que le había prohibido realizar y mi cuerpo vuelve a tensarse.

—Lo siento... lo siento de verdad —su voz es apenas un hilo esta vez. Por primera vez, se deja ver indefenso.— no volveré a tocarte, pero... por favor ayúdame. Terry dijo que eres cercana a la directora, tú puedes ayudarme. Tú puedes guardarle un puesto a mí... a esa persona.

Observo como sus ojos transmiten esa desesperación, la misma que acompaña su voz cuando me pide ayuda. Me le quedo viendo, concentrada, más no digo nada, sólo respiro de forma agitada al sentirme impotente, pues se de muchas familias que han querido internar a alguien en la clínica, pero no cuenta con la autorización más importante, la del paciente. ¿Por qué no querrán internarse? Es algo que siempre me he preguntado ¿No quieren mejorar? ¿Viven mejor con esa dependencia? ¿Cómo pueden querer continuar en ese mundo? ¿Y los riesgos? ¿Las deudas que a veces pagan con su misma vida? Es algo que nunca he podido descifrar, algo que nunca he podido entender, pero tal como se me ha enseñado en lo que llevo del voluntariado, no hay que entenderlos, no hay que juzgarlos, hay que acompañarlos, empatizar con su lucha, más no entenderla porque no podremos hacerlo, porque no vivimos aquello.

—Cuando tengas a esa persona en el país haré lo que esté en mis manos por ayudarte. Ahora no puedo hacer nada, Timothée, lo lamento.

Sin embargo, con mi respuesta sus ojos recuperan cierto brillo, algo de esperanza, porque no me he negado, al menos no del todo y se que está agradecido cuando su impulso es abrazarme, pero se contiene, más cuando yo retrocedo reacia al tacto.

—Gracias, yo... prometo no... n-no volver a molestar a Ben con lo de que Terry es tú novio, y.… no volveré a meterte en una comisaría.

—Está bien, de todas formas, no creo que volvamos a vernos hasta entonces. Recuerda que debo mantenerme lejos de ti, fue tú propio consejo.

—Oh... claro. Es cierto —dice esta vez con mayor seguridad.

Nos quedamos en silencio con nuestras miradas sosteniéndose por algunos minutos, hasta que la voz de Terry interrumpe el momento.

— ¡¿Estas viva?! —grita alterado.— Oh por dios, sí lo estás —se acerca a mí mientras toma mis manos con las suyas asegurándose que no soy parte de su imaginación.— que susto, estaban muy callados y ya pensé que éste estaba escondiendo tú cadáver.

—Ya les he dicho que quien podía matarme era ella, no yo.

—Yo... debo irme.

—¿Tom viene por ti?

—Sí... él... él debe estar por venir.

—Te acompaño fuera entonces —Terry dice con esa sonrisa que automáticamente ilumina el rostro de Ben quien observaba en silencio desde el umbral de la puerta.

Mi mejor amigo ignora el hecho de que antes de que él llegara me encontraba hablando con la misma persona por la que temía que me dañara, por ello sólo me jala fuera de la habitación sin permitirme pronunciar una palabra, por lo que, no me despido. No es que me moleste del todo, pero no me gusta quedar como una mal educada, más frente él, que de seguro a la próxima que nos veamos me dirá que soy mala per... no habrá próxima. Al menos en mucho tiempo, me recuerdo.

—¿Tiene novio? —pregunto.

—¿Te importa? —el larguiducho de la relación me observa intrigado. ¿Insinúa algo? Dios, es la segunda vez que la veo, qué les pasa. Con razón son tan empalagosos con el rubio, creen que el amor es como los libros.

—No, sólo preguntaba.

—Ajam.

—Como sea, ya me voy cuernu... novio del rubio ese —yo y mis tontas promesas. 

Break the rules ~ Tom Holland, Timothée Chalamet & túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora