el universo

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Los ojos dorados de Samanta son llenados con luz cuando la nave salta. Siente como su cuerpo arde, como si vibrara.
El aire se salía de sus pulmones...
Hasta que de golpe todo se detiene.

—¿Que fue...?—Empieza a preguntar, pero cae de rodillas, al igual que Eirene.

—¡Rápido, Aclimata una presión adecuada al interior de la nave!— Ordena Símil, y el Acidiano obedece, entonces las humanas pueden respirar.

—Lo siento, debí prever la asfixia, la presión gravitacional de este sistema solar es diferente al del suyo.

Samanta asiente y ayuda Eirene a ponerse de pie, junto a [Incubus]

—Hare revision del inventario, te voy a necesitar a ti— Dice Simil señalando al Acidiano, quién se desliza fuera del asiento, después de todo, estaban en su nave.

El Viriano seguía piloteando la nave.
A su lado había un asiento vacío.
Samanta miraba por una ventanilla transparente y reforzada de lejos los planetas vecinos.

Eirene va hasta la silla al lado del Viriano. Quién la mira por la orilla de su visor, antes de enfocarse nuevamente en trazar un rumbo.

—¿Como es tu planeta?—Pregunta la niña

—Estoy ocupado— responde el ser mecánico.

—¿Me enseñas a conducir?

—No estoy "Conduciendo" esto es una nave, estoy PILOTANDO.

—¿cuál es la diferencia?

El Viriano empieza una extensa descripción de las diferencias entre pilotar y conducir.

. . . . . . . . . . . .

—Tenemos combustible suficiente para hacer al menos otros 20 saltos a la velocidad de la luz— Dice el Acidiano— No deberíamos tener problemas de alimentos de momento, pero lo que si es un problema es... Esto.

Señala con su viscoso dedo a un medidor.

—Oxigeno.

—Si, corrígeme si me equivoco, pero los humanos necesitas oxígeno. Y se nos está acabando.

Símil se lleva la mano a la barbilla.
Si bien, Samanta era más Asilian ahora, no era seguro que haya trascendido la necesidad de respirar, y no hay que olvidar que Eirene también necesita respirar oxígeno.

—¿Hay algúna baliza de mercado por aquí? Deberíamos poder reabastecernos ahí de lo que necesitemos y...

—De haber, hay. ¿Pero tienes los creds suficientes?

Lo había olvidado.
Los creeds son la moneda vigente en todos los lugares bajo el control de la federación.
Se guardan en un banco digital privado en cuentas que se abren para cualquier persona con al menos un cred.

Y Simil estaba poco más allá de la quiebra, ser un fugitivo no es rentable.

—Mmm... —Ante la falta de respuesta del Asilian, el Acidiano sigue— yo comprare los tanques, pero lo mejor seria conseguir algún trabajo pronto, esta es una nave de cazarrecompezas, así que podíamos seguir por esa línea de trabajo hasta... ¿Tenemos un rumbo?

—Un rumbo...mmm... Podríamos ir algún centro de datos de la federación a reabastecerme de los conocimientos que perdí, eso al menos ayudaría un poco.

. . . . . . . . . . . . . . .

La nave se acerca a una estación espacial, una nave enorme con capacidad de atracar otras naves para hacer intercambios.

Los ojos de Eirene estaban llenos de la luz de distintas ampolletas y carteles, todo tipo de sonidos entraban por sus oídos.
A donde fuera que viera veía diferentes alienígenas.

Aunque, claro, esto solo podía verlo desde la ventana de la nave.
Ella y Samanta no sabrían como moverse por un lugar asi, por lo que solo los aliens fueron a comprar.
Esto la molestaba un poco.
Pero no quería arriesgarse a salir.

¿Hay siquiera aire afuera? Que ella recordara, Simil no necesita respirar.
Y tampoco tenía un traje espacial y...

Samanta se da una palmada en la cara.
¿Como fue tan tonta?

Ella es parte Asilian ahora.
Inhala profundo y busca dentro de ella la sensación que tiene cuando está unida a Simil.
Pero no la siente.

—¿Pero que...?

Samanta se mira las manos, esperando algún cambio.

Las agita, pero no pasa nada.

Abre la boca y se da un pequeño mordisco en el dedo, pero lo bastante fiero para sacar sangre.

El líquido rojo fluye en pequeñas gotas, y sigue, y sigue.
Como haría en cualquier humano.

—...¿Porque no me regenero?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

El Acidiano, el Viriano y una figura muy gruesa y de baja estatura, cubierta en ropas negras los acompaña.

—¿Quién lo diría? Tu disfraz funcionó.—Dice el Acidiano

—Usar tu capacidad de manipular tu masa y cambio de color es muy útil. Pareces un peregrino Azazainu cualquiera.

Simil había cambiado de forma, aún era alguien buscado.
Y estando entre bandidos, mercenarios, cazarrecompensas mercaderes, nadie dudaría un segundo en vender su gris y liso culo al que más pague.

Llegan a un puesto de "Aumentos" para las naves.
Habían tanques con todo tipo de gases respirables para diferentes especies.
Habían cultivos de bacterias y alimento.
Habían cápsulas de clonación baratas, una estafa en la experiencia de Simil.
Teletransportadores, sistemas de camuflaje y campos de fuerza, balizas distractoras e incluso habían licencias de cazarrecompensas, bastante baratas la verdad.

Simil lo sabía aún, la razón por la que él era tan buscado era porque su conocimiento podía ser decisivo tanto para al federación como para la resistencia, un grupo rebelde que se oponía a el gobierno de la federación, alegando que cada sistema, cuadrante y planeta debe seguir sus propias reglas en lugar de las establecidas por una agencia externa.

Eso aumento mucho las oportunidades de trabajo para ese tipo de gente.

El Acidiano ya había comprado el tanque de oxígeno grande, y el vendedor giro las órdenes para que fuera rellenado de inmediato en el puerto de atraque.

Simil finge tropezar, empujando al Viriano y este contra el vendedor.

En ese pequeño momento, tentáculos de Simil se aferran a las licencias de cazarrecompensas, y las oculta dentro de su masa.

El vendedor no lo vio, Simil se disculpa con una ligera inclinación, el vendedor no pidió nada más, los Azazainu estaban prohibidos de hablar durante su peregrinaje, y siendo el un comerciante experimentado, sabía eso.

Simil se relaja, pero es cuando voltea hacia el lado que, de tener las glándulas necesarias, hubiera sudado frío.

Otro comprador estaba viéndolo los sus aparatos ópticos muy abiertos.

Ese comprador sale corriendo entre la multitud, seguramente a avisarle a sus compañeros.

Simil se voltea a sus compañeros, y les hace señas de que debían irse de inmediato.

Caminaban a paso normal, luego un poco más rápido, según escuchaban susurros a su alrededor.
Luego escucharon movimientos, muchos pies tras ellos.

Ni ellos se dieron cuenta en el momento en que estaba corriendo hacia la nave, con una ola de gente que quería atrapar al Asilian.

GALAXIA SIMILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora