Atrapados

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La humana y unida al Asilian estaba distraída, Símil estaba hablando sobre cómo funcionaban algunas de las plantas del lugar, o bueno, lo que podía recordar de ellas.

—Si tan solo tuviéramos más tiempo podria tomar algunas muestras y...— si bien, la voz del Asilian tenía el mismo tono de siempre, casi mecánico, había tristeza en ella.

—Tu vivirás mucho tiempo, podremos volver más adelante, ¿Está bien?—Dice Samanta para animarlo

—Mmm...

—Seria más fácil si pudiera ver desde arriba, ¿Seguro que no podemos volar?

—No es el momento o lugar adecuado para intentarlo. No te muevas, me estirare para echar un vistazo y...¡Auch!— Símil estaba saliendo del cuerpo de Samanta, pero no puede salir más allá de sus hombros.

—¡Aú! Más suave, eso duele— Se queja Samanta.

Símil regresa al interior de su cuerpo e intenta sacar sus piernas, pero no llega más allá de sus muslos, les dolia a ambos.
Lo mismo con sus brazos.

—¡Maldición!— Se queja Símil, asomando su cabeza desde el hombro de Samanta.

—¿Que sucede ahora?

—Me tienes atrapado.

—¿Eh?

—Tus células, me están sujetando.

—Explica como.

—Mmm... Creo que puede ser porque se crearon al estar ambos unidos, desde que dimos el salto a velocidad luz no nos habíamos vuelto a unir hasta ahora, y creo que, de momento, no podré separarme de ti. Podría intentar salir a la fuerza, pero sin tu regeneración eso podría matarte.

Un escalofrío recorre la columna de Samanta.

—Bueno... De momento quedémonos así, no sería primera vez que pasas tiempo dentro de mi.

Símil hace un ruido similar a chasquear la lengua.

—Si, pero antes tenía la opción de salir.

La chica retoma el rumbo y se acaricia el vientre.

—¿Que? ¿Ahora te molesta estar conmigo?

—No dije eso, es solo que... Ah, ¿Sabes que? Olvidalo.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

La cueva tiembla, la planta cae.
El techo estaba apunto de colapsar.
Markie logra ponerse de pie al lado de [Incubus] e Eirene.

—¡Markie!— la niña intenta ponerse uno de los brazos mecánicos del robot sobre los hombros, pero era muy bajita.

—Salgamos de aquí— Indica el Robot señalando la entrada y yendo hacia ella lo más rápido que podía, la niña iba tras el, [Incubus] lo empujaba con una mano, y usando el cañón destruía las rocas que iban a caer sobre ellos.

Markie abre un compartimiento y le ofrece una carga de munición a [Incubus], [Incubus] la toma y réplica.

—¿Que es eso?— Pregunta Eirene, las piedrecillas estaban desgarrando su bolsa.

Una roca grande se dirige a ellos, pero [Incubus] la derrite con su nuevo disparo, Cargas Ácidas.

—¿Desde cuándo puede... Hacer eso?—Pregunta Markie, empezando a subir el túnel hacia la superficie.

—Desde siempre, es por eso que lo crearon, creo—Dice Eirene, ahora tirando del brazo de Markie para hacerlo avanzar más rápido.

—Incluso puede copiar mi tecnología, ¿Te das cuenta de que tan poderoso es? ¿Porque no usaron ese arsenal contra mi en la tierra?

—Le pedí que no usara ningún arma, no me gusta decirle que haga daño pero...

—Le dijiste que matara, para ayudarme.

Logran salir a la superficie.

Markie cae de frente, sus piernas no podían soportarlo más, líquidos rojos y oscuros salen de sus uniones.

—¡Markie!

—Solo es... Liquido refrigerante y lubricante, estaré funcional. Mis nanomaquinas pueden repararme, solo necesito tiempo y...

De la tierra frente a ellos surgen del suelo más capullos iguales que el que acababan de matar, quizás un poco más pequeños. Pero igual de letales.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Eirene recuerda.
Ella estaba muy enferma, su hermano mayor, Milano, había ido a patrullar las fronteras cuando un grupo de gente en uniforme entro a su cuarto.
Pusieron algo en su intravenosa, y se durmió.

Cuando despertó estaba atada a una camilla.

Había un gran tanque de vidrio con un líquido negro al lado de ella, colocaron un tuvo desde el tanque hasta su brazo, donde ese líquido negro entro en ella.

Le dolía, ese líquido se revolvía dentro de ella.
Salía por sus ojos, por sus oídos, por su boca. Por cada orificio de su cuerpo manaba ese líquido negro, formaba un charco en el suelo, pero no sé expandía, fluía hacia fuera y dentro de su cuerpo.
Aún así, no le impedía ver ni respirar.

—...Milano...—Logra decir.

El líquido se deja de mover, regresa dentro de ella y sale por su espalda. Parecia el torso de una persona, un rostro liso, la espalda y brazos llenos de púas, parecía un demonio.

—Quiero... Salir...—Le dice al ser oscuro.
Quién mira a su alrededor, y se arroja violentamente contra una muro, clavando sus garras con ferocidad en el y arrancándolo.
Se agarra de los bordes de la puerta y se fuerza hacia afuera, jalando a la niña con el, haciéndola recorrer los pasillos.
Eventualmente, los atraparon.
Siempre los atrapaban.

Pero cuando le dijeron que Milano había muerto, dejo de intentar huir con tanta frecuencia. Permitía que [Incubus] tocara las armas que les ofrecían y las probaba si se lo pedían.

Pero un día, decidió escapar, ella recordaba esa fecha.
Era el su cumpleaños, quería salir.

—[Incubus] Por favor— Había pedido para que el explotará una puerta para huir, ese primer día que conoció a Símil y Samanta.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

—[Incubus]

Las plantas se agitaban violentamente, rodeándolos.

—Samanta peleó contra ese alien azul en la tierra, casi muere, y aún así nos salvó. Símil destruyó esa nave, perdio sus recuerdos, y aún así nos salvó —La niña lleva su mano a la bolsa en su cabeza, la agarra con fuerza— Markie nos quito del camino de esa planta, casi muere, y aun así nos salvó.

Arranca la bolsa de su cabeza.
[Incubus] se manifiesta desde su espalda, como siempre lo había hecho, su guardián, su hermano.
Con ambos brazos convertidos en largas cuchillas negras y afiladas
Se encaran a las plantas que feroces se lanzan en contra de ellos, listos para matar.

—No puedo dejarlos avanzar, pero soy demasiado pequeña para detenerlos sola, por eso, [Incubus], te lo pido. Lucha junto a mi.

 Lucha junto a mi

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