de mano a garra

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Samantha llega al cráter, o lo que pensaba que era un cráter.

Inmediatamente retrocede tosiendo, sus pulmones ardían por los vapores, eran muy calientes y de sentían ácidos, la masa Asilian cubre su boca y nariz para protegerla y filtrar el gas, como una mascarilla gris.

No podía mirar hacia adentro, estaba muy oscuro, no había lava ni nada, solo un gran vacío hacia adentro de ese abismo, un escalofrío le recorre la espalda, sintiendo que algo la miraba desde el fondo.

La tierra a sus pies empieza a temblar suavemente, la tierra corría entre las rocas como una cascada roja.

Podía ver algo enorme moverse en la oscuridad, trepando rápidamente con el sonido de rocas siendo despedazadas a su camino.

Retrocede de un salto cuando la criatura sale.

Era un enorme Drahonian verde.
Con 3 pares de torsos con enormes brazos. marcas por todo el cuerpo y un cráneo agrietado en su cabeza.
Sería más o menos del mismo tamaño que el cráneo en el centro de la plaza.

 Sería más o menos del mismo tamaño que el cráneo en el centro de la plaza

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Un gruñido profundo y grave se forma en la garganta del Drahonian

—…¿Que buscas... Aquí?...—Dice muy ronco, como quien no suele usar mucho su voz

—Eh... Yo, em... Solo estaba visitando el planeta y...—naturalmente nerviosa, más por no querer tener que enfrentar un Drahonian gigante más que por miedo, le cuesta formar palabras.

—mmm... Visitas... No suelo recibir muchas aquí arriba. Soy Doroakon, el guardian de Drahonia.

—¿Guardián?, ¿Drahonia no es neutral?

Doroakon acerca su enorme cabeza a Samanta.

—Soy más antiguo que la federación, o que los rebeldes. Protejo este lugar de cualquier amenaza.

Samantha intenta relajar su postura

—eso es genial, nosotros vinimos a buscar ayuda para detener a los rebeldes.

Doroakon enseña un poco sus enormes colmillos, cada uno tan grande como el antebrazo de Samantha.

—Mis Drahonian no van a morir por nadie, no pelearán las guerras de otros, merecen la paz.

Samantha iba a replicar, pero un gruñido molesto de Doroakon la calla.

Después de unos momentos y profundas respiraciones, Doroakon parece calmarse, sus amarillentos ojos se fijan en la camara de Samantha.

—¿Que es eso?— Pregunta.

—¿Esto? Es una cámara, sirve para grabar y... Mmm... No estoy segura si sabes lo que es grabar. Básicamente sirve para mantener un registro de cosas que pasaron.

Doroakon entrecierra los ojos y acerca la cabeza a la cámara.

—mmm... Preservar el pasado... Mmm... Mis Drahonian solo conocen el pasado por mis historias. ¿Que tienes guardado en esa... Cámara?

Samantha cierra la cámara, sabía que había ahí pero no iba a enseñarselo bajo ningún concepto.

—Pues... El espacio, algunos amigos, muchas alienígenas y algunos planetas, también he grabado cosas de aquí, es un lugar muy bonito.

Aún con el cráneo puesto, se podía ver como las facciones de Doroakon se relajan.

—Mmm... Si, no es un mal lugar. Pero viendo el mismo paisaje siempre es algo hartante con el tiempo, mis Drahonian no suelen abandonar el planeta, el universo es muy peligroso.

Una pequeña chispa de una idea de forma en la mente de Samantha.

—Entonces... Si el universo fuera más seguro, tus Drahonian podrían viajar, o tú mismo podrías hacerlo.

—¿Yo? ¡Yo no puedo!—Doroakon niega con la cabeza con fuerza

—¿Porque?

Doroakon se reclina más, colocando su enorme hombro frente a Samantha e indicándole con la cabeza que se suba. Cosa que ella hace. Solo su hombro era más grande que el lomo de un caballo.

—Hace mucho tiempo, antes de que se fundara la Federación, habían dos tipos de Drahonian en este lugar. Los pequeños y los grandes. El universo era un lugar muy salvaje, tan salvaje que de cientos solo quede yo.

—Entonces ese cráneo en la plaza es...

—es el cráneo de mi compañera, al igual que todos los otros Drahonian grandes, murió protegiendo a nuestros Drahonian pequeños, solo quedo yo. El universo ahora solo es apenas un poco más seguro que antes, pero siempre de repiten estás guerras. Mi trabajo probablemente jamás vaya a terminar.

—Pero... Si la federación gana, sería otra vez aunque sea un poco más seguro. ¿No te gustaría que tus Drahonian puedan viajar por el universo? Tu también deberías poder.

—mmm...—Doroakon gruñe nuevamente, pero mucho más suave. Reflexivo—¿Como lo harían?

Lo tenía, Samantha ahora solo debía elegir bien sus palabras.

—Tenemos un Asilian, con el podremos superar a los rebeldes, si cortamos sus suministros aquí, no podrán mantenerse.

—En cuento bloqueemos los recursos, nos volveremos enemigos de los rebeldes—Contesta Doroakon—¿Acaso la federación nos protegerá?¿Mandarán a la nave insignia a nuestra órbita?

—La nave insignia... Fue destruida.

Doroakon hace un gruñido similar a una risa ahogada.

—¿Rebeldes?

Samantha niega con la cabeza.

—El Asilian. Si pienso en ello, el es bastante parecido a ti. El último de los suyos con algo que proteger, pero... Ahora está del lado de la federación, el también quiere hacer que el universo vuelva a ser algo seguro para todos. Si tuviéramos tu apoyo...

—Mmm... Tu haz estado en muchos lugares, ¿no es así? —Pregunta Doroakon de repente.

—¿Eh? Si, ¿por?

—he oído hablar mucho del océano, este es un planeta desierto. ¿Como es? Me gustaría verlo algún día.

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Símil sale de la caverna junto a los Drahonian pequeños.

—su oferta suena bien, pero debemos consultarlo con nuestro Dios.

—¿Su Dios?—Pregunta Simil.

—El Gran Drahonian, el nos ha cuidado desde siempre. Vive en la cima del volcán muerto. Ahí—El Drahonian señala con una de sus garras la montaña.

Símil mira en esa dirección, apenas logra ver una figura en la cima.
Su ojo cambia varias veces, haciendo Zoom hasta que puede ver al enorme Drahonian, y a Samantha en su hombro.
Hablando tranquilamente como dos amigos.

—¿Hay alguien con el?—Pregunta otro Drahonian esforzando su vista.

—Mi compañera— Símil se da una palmada en el "rostro" y empieza a correr en dirección al volcán— ¡Samantha, bajate de ese Dios!

GALAXIA SIMILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora