¡despega, combate y huye!

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Samantha suspira profundamente, seguramente Símil debe dar algo sobre esto.

La humana se estira, no siente nada de la masa dentro de ella.

Eirene ya había despegado la cara de la ventanilla y estaba revisando la computadora con [Incubus], pero en lo personal dudaba que fuera a haber una versión en español de lo que sea que haya ahí.

No había tenido tiempo de instalarse dentro de la nave, de hecho, no la conocía más allá del puente principal.
¿Habría siquiera cuartos? ¿Una cama? ¿Baño? Había muchas cosas que no había considerado antes de aventurarse al espacio...

Se estaba poniendo nerviosa, claro, no tenía a Símil para suprimir su miedo ahora mismo.

Inhala profundamente y exhala, intenta calmarse.
El aire dentro de la nave se sentía muy fresco y limpio, como el de una montaña.

Ya un poco más relajada, decide ponerse a mirar también por la ventana, desearía haberse traído su cámara, hay tantas cosas maravillosas por ver qué...

—¿!Ah!?¿¡Pero que!?— grita Samantha al ver por la ventana como Símil, el Acidiano y el Viriano corren a toda velocidad hacia la nave, con una ola de alienígenas detrás.

Símil nisiquiera se detiene, directamente se estampa de cabeza contra la nave para unirse a ella y abrir la compuerta, el Acidiano arranca una bola de ácido de si mismo y la arroja a la parte inferior de algunos contenedores.
Por lo general, estaban hechos para aguantar casi todos, por lo general. Pero seguramente los contenedores de los mercaderes de la masa baja calaña no estaban adecuados.
Y estos se abrieron o desplomaron, dándoles tiempo suficiente para subir a la nave.

Símil apunta los cañones de la nave, se había materializado en la sala de armas.

Los perseguidores estaban superando los obstáculos que pusieron, Eirene se cae de la silla al quitarse justo a tiempo para que el Acidiano se pusiera a los controles y comenzara el despegue.

La nave empieza a ascender mientras los cañones abren fuego a tierra, no había tiempo de apuntar, los disparos de advertencia deberían servir.

Antes que el resto de caza recompensas pueda llegar a su nave, ellos ya estaban saliendo de la atmósfera, más allá de los radares del planetoide y los sensores de las naves enemigas.

Bueno, todas menos la que tenían justo en frente.

—¿Alguien en la sala de escudos?— pregunta el Acidiano por un comunicador.

—estoy en ello— responde el Viriano.

—¿Sala de armas?— pregunta también.

—Yo me encargo— Responde Simil.

La nave enemiga empieza su ataque.
Descargas de plasma rojo son disparadas contra la nave Acidiana.

Pero el hábil manejo de su piloto y el trabajo en la sala de escudos evita daño mayor.

La nave aliada se coloca en posición para que los cañones puedan disparar.

—¿Sólo tienes repetidores de plasma? ¿Ningún disruptor de sistemas?—Pregunta Simil.

Es lo último que Samantha llega a entender, estaban hablando de cosas que ella no llegaba a entender.

Estaba en una maldita batalla espacial.

Pero no pensaba quedarse ahí esperando a ver qué pasaba.

—¿Que puedo hacer yo?— Pregunta al Acidiano, quien hacia encarar ahora la naves, evitando el rango de disparo del enemigo.

Un potente disparo sale de la nave Acidiana y da en la nave enemiga, deteniendola.

—Maldicion... —el Acidiano señala algo, era una porción del centro de mando de la nave, tenía una especie de bocina, había empezado a pitar—No puedo dejar los controles, intenta comunicarte. Aveces se puede negociar.

Samantha pasa saliva, y activa la bocina.

Una solicitud de comunicación se envía en una línea segura entre las naves.

—¡H-hola!— Dice Samantha— Aquí la... Eh... Nave...mmm...Verde.

Se escucha un chicharreo y luego una voz.

—Nos rendimos, la cabeza del Asilian no vale por el riesgo de seguir luchando. Les daremos la recompensa de reglamento, solo déjenos ir.

—¿Recompensa?— pregunta Samantha, pero al recordar que estaba en un momento importante, sacude la cabeza y sigue— De acuerdo, si esos son los términos...

Y la comunicación se corta.

Unos momentos después, la nave enemiga abre un compartimento y deja salir cajas grandes, que son recogidas por la nave Acidiana, sin dejar de apuntar con sus cañones en ningún momento.

Habían ganado por tener un excelente piloto.

Samantha deja salir el aire de sus pulmones.

—¿Hay una especie de reglas en esto o como?—Pregunta al Acidiano.

—Claro, las reglas protegen al perdedor a cambio de ganancias para el ganador, en general se respetan. En general—Contesta Símil, llegando al puente de mando.

—Ya veo...¡Ah! Símil, casi lo olvido, mira.

—¿Que sucede?— Pregunta el Asilian cuando Samantha pone la mano sobre su abdomen que simulaba músculos de un humano.

Símil no parece notarlo, pero de repente abre su ojo y agarra la mano de Samantha para examinarla.
Su masa se junta a la de ella, por fin se sentía cómoda otra vez.

Aún si la piel de Simil era algo fría, se sentía tan cálido cuando estaban fusionados...

—Esto es... Interesante...—Dice Simil.

—Saltate las pausas dramáticas y dime qué sucede ahora—Se queja Samantha.

—No estoy del todo seguro, pero tu firma de ADN sigue unida a la mía, si embargo, parece estar recesiva, tanto que es apenas un rastro. No estoy seguro de que podría haberlo provocado.

Samantha se lleva la mano a la barbilla y se pone a pensar.

—mmm...¿La descarga de energía en la tierra?

Ahora es Simil quien se lleva la mano a la barbilla.

—mmm... Podría ser... O quizás el salto espacial, podría eso haber terminado de ajustar la fusión.

El estar casi en la misma postura, con una mirada al techo similar, hace reír a Eirene.

Esto los saca de sus pensamientos.

—Bueno, en ese caso solo necesitamos fusionarnos otra vez para volver a ser uno, ¿No?—Dice Samantha, intentando meter su mano en el pecho de Simil.

—No es tan sencillo —dice Símil sujetándola de la muñeca— mi ADN si está fusionado al tuyo, pero desactivado.

—¿Eso significa que...?

—Que eres, técnicamente, humana otra vez. Y no sé cómo reactivar mis células dentro de ti.

GALAXIA SIMILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora