-Capitulo 1-

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Abrí mis ojos al sentir unos brazos en mi cintura

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Abrí mis ojos al sentir unos brazos en mi cintura. Me moví un poco pero aquel brazo me sujeto más a su cuerpo.

–Debo ir a el instituto – me queje.

Un minuto después, contestó.

–No. – esa fue su única respuesta.

–Zev tú debes trabajar – eso sonó como una advertencia.

Sin embargo, el me soltó. Siento que mi cuerpo aún desnudo con mucha pereza, me senté y me froté la cara para despertarme bien. Por parte de Zev solo se levantó aún desnudo y se metió al baño. Se cuanto odia que lo despierten, pero debo ir al instituto es mi último año y no debo ni quiero llegar tarde mi primer día. Odio que me miren por llegar tarde o que me regañen.

La puerta se abrió dejando ver a Shane en su teléfono, junto a su traje azul del trabajo, su cabello rubio estaba bien despeinado, despeinado, pero le daba un toque elegante la cera de cabello. Su mandíbula se marcaba exactamente como la de Caleb y Zev. Detrás de él estaba Caleb con el uniforme del instituto su cabello rubio estaba un poco largo el cual medio caía en cada lado de su rostro venia con un pan en la mano.

Los dos sonrieron.

–¿Zev? – preguntó Shane.

–En el baño – respondí.

Shane es el mayor de todos tres, luego esta Zev y Caleb quien es el menor y estudia conmigo el me lleva dos años, pero cursamos el misma grado por Shane obvias razones, las cuales sinceramente solo son que repitió para acompañarme a mí.

La similitud de los tres eran sus ojos azules oscuros. Zev tiene el cabello castaño, y Shane junto a Caleb son casi iguales cabello rubio. Son los típicos chicos perfectos.

1 año conviviendo con ellos y no me acostumbro a esto.

–Me duele la cabeza – susurré para mí misma.

–¿Quieres una pastilla?

Asentí ante la pregunta de Caleb. Salió de la habitación y solo quedábamos Shane y yo aquí. Él siempre fue un poco más serio que los demás. Sin embargo, no era una mala persona. Ninguno lo era.

–Es tu primer día de clases Maxine... ya sabes cuales son las reglas – su fuerte voz hizo que lo mirara.

Su vista aún estaba clavada en su celular

Este era mi último año el cual debo colocarle muchas más ganas

–Si – murmure aun viéndolo. Este dejo de mirar su celular y se acercó a mí. Se sentó al frente mío y yo me puse más nerviosa.

Su cercanía me pone un poco incomoda. Sus ojos demostraban diversión ya que me encontraba desnuda y lo único que me tapaba era una sábana roja. Sus manos fueron a mi pierna y la dejo alli.

–dímelas.

Suspire. Así era siempre. Malditas reglas

–No hablar con chicos sin el permiso de ustedes.

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