Capítulo 13

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Yureiny se había ido. Pasé por su casa y encontré el portón de madera abierto. Entré y no me gustó lo que vi: no había muebles, no había focos, no había nada en relación con ella. Las ventanas estaban rotas y había escombros y polvo por todas partes. En algunos rincones había montones de propaganda del supermercado, trozos de madera, llantas de coche usadas. El aroma a orín y a papeles quemados se extendía desde dentro hasta la entrada principal. La preciosa escalera de caracol estaba destrozada, y un eco fantasmal rebotaba el sonido de todo lo que allí se hacía

Salí y toqué la puerta de David, el vecino. Se asomó por la ventana, recorriendo apenas un poco la cortina, luego abrió la puerta al ver que era yo. Se ha ido, dijo, ¡cuánto lo siento! Me miró con pena unos segundos, y cerró.

No hay manera de describir el sentimiento, o, mejor dicho, el conjunto de sentimientos que me embargaron en ese momento. Me quedé allí de pie sin poderme mover ni pronunciar palabra alguna. Observaba sin observar, gritaba por dentro, me dolía el estómago, la cabeza me daba vueltas.

Me recargué en el coche de David y me quedé pensando allí un largo rato. Pensaba muchas cosas. Pensaba mucho en Yureiny y en el aspecto desgastado que había adquirido la casa en tan pocos días, pero sobre todo pensaba en lo que pudo haber orillado a Yureiny a marcharse de esa manera. ¿Qué estaba ocurriendo?

De pronto sonó una canción dentro de la casa que apenas se percibía. Yo sabía perfectamente cuál era, la había escuchado algunas veces en el móvil de Yureiny cuando le llamaba su madre. Era su canción favorita: If I fell de la banda The Beatles.

Es una canción muy bonita. Recuerdo un poco la letra en español. Dice algo como:

Si me enamorara de ti,

¿prometerías ser sincera y ayudarme a entender?

Porque he estado enamorado antes

y descubrí que el amor es más que sólo tomarse de las manos.

Si te diera mi corazón,

tendría que estar seguro

de que me amarías más que ella.

Pero, ¿por qué sonaba música en el interior de aquella casa abandonada y arrumbada?, ¿podría ser que estuviera Yureiny por allí escondida, o que hubiera dejado intencionalmente su celular para que no tuviera yo manera de contactarla? No me cuestioné más nada y me paré ansioso por descubrir lo que pasaba allí dentro. Entré de prisa dispuesto a cruzar la puerta, pero salió de sorpresa un gato que me hizo trastabillar y tropezar con algo. Perdí el equilibrio y caí, pero no golpeé el suelo. Desperté llorando enredado en las sábanas y con el móvil incrustado en mis costillas. Este precioso dispositivo era el que estaba sonando.

¡Bendito sea el terreno de los sueños que siempre da una segunda oportunidad!

¿Recuerdan que les platiqué de los sueños lúcidos que lograban hacerme creer que todo lo que soñaba era cierto? Pues éste fue uno de ellos, y creo que es el más horrible que he tenido si no me falla la memoria.

—Así que las noches son más bellas estando a mi lado, ¿eh? —Era Yureiny al otro lado de la línea—. ¿Por qué no vienes y lo compruebas?

YUREINYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora