☂️Prologo☂️

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Diez años antes


Sentada en la cama, con las puertas de mi habitación abierta de par en par oía los gritos de mi madre cruzando el pasillo, las personas corrían de arriba hacía abajo. Luigi, el secretario de mi padre, no paraba de hacer llamadas. Milena, la ama de llaves, entro en mi habitación directa al closet. No lograba enfocar mi visión, todos comenzaron a distorsionarse.

─ Mi niña ─ me acaricio la cabeza Milena─ necesito que te cambies. He dejado la ropa en el pequeño sofá. ─ al ver que no respondía, Milena me abrazo ─ ¿Elia me escuchaste?

─ Cambiarme ─ dije en un susurro. Por primera vez en mi vida la enorme casa en la que he crecido me parecía pequeña y asfixiante. ¿Cómo había pasado esto? La noche anterior estaba riendo con Luisa, teníamos planes de salir a cenar juntas hoy. Siempre fueron nuestros los jueves, míos y de mi hermana mayor.

─ Elia ─insistió Milena. Asentí sin mirarla, me puse de pie, tomé la ropa y me metí al baño. Era como si no fuese yo, perdía la concentración en lo que me rodeaba. ¿Le había dicho que la quería ayer?

Me quite el pijama, apenas llevaba despierta una hora más o menos. El reloj digital del baño confirmaba que eran las diez y media. Tomé la ropa que me dio Milena, y a medio vestir, tuve la sensación de que me temblaban las manos o talvez, era todo el cuerpo. Mire el vestido y las medias negras, ¿por qué nunca se me paso que usaría esta ropa para mi familia? Salí del baño y tomé los zapatos negros del armario, sobre la cama ya había un abrigo negro largo junto a una bufanda y guantes. Los tome antes de salir de mi habitación.

─ ¡No, mi pequeña! ─ escuche la voz de mi madre entre sollozos─ William, mi Luisa.

Parada en la puerta de la habitación de mis padres vi a mi madre en el suelo y a mi padre haciendo lo mejor que podía para ponerla de pie. Él tenía los ojos rojos, igual que mamá, pero era obvio que estaba poniendo todo de su parte por mamá. Luigi los miraba con tanta tristeza desde el otro lado de la habitación. Me miró e inmediatamente camino en mi dirección.

─ Elia, ─me llevo al pasillo cerrando la puerta del cuarto de mis padres─ ven conmigo.

─ Mamá... ─empecé a decir, pero mamá necesitaba a Luisa no a mí. Ella siempre fue su hija favorita, con la que más hablaba y eso siempre estuvo bien para mí. Yo tengo a papá. Y, antes, también a Luisa.

─ Tus padres necesitan un momento solos. ─aseguro Luigi.

─ ¿Sabes lo que le pasó a mi hermana? ─ me detuve a mitad de las escaleras mientras Luigi, al final, se giraba para verme─ Nadie me ha dicho nada más, solo que murió.

─ Un conductor borracho se salió del camino junto al camino por el que Luisa corría... ─Milena tomo del brazo a Luigi y lo jalo.

─ Tal vez no debería darle detalles, solo tiene catorce. ─murmuro.

─ Ella pregunto, se merece la verdad... ─ Milena volvió a interrumpirlo.

─ Si, por parte de sus padres. ─sentencio─ ¿Qué pasa si el señor William no quiere que se entere de todo? Y si...

Pase caminando junto a ellos. Milena paro de hablar y ambos me miraron, cruce el pasillo hasta la puerta principal. No necesitaba más información para juntar el hilo del acontecimiento. Entendí lo que pasó, pero no llegaba a comprenderlo. Cuando salí esperaba verla recorriendo el camino de entrada de la casa, con su habitual sonrisa y su coleta alta. Sin embargo, no había nadie.

Bajé unos escalones y me senté. Apoye los codos en las rodillas y oculte el rostro en mis manos. Su cumpleaños es el 3 de marzo, en dos semanas. Dos semanas más y por fin iría a la universidad. Luisa estaba tan emocionada por poder vivir en otra ciudad, conocer nuevas personas, aprender a valerse por ella misma...

El sonido de un auto entrando con rapidez hizo que levantara la cabeza, tal vez era Luisa y venía a decirnos que estaba bien. No, no es ella. El auto de los padres de mi mejor amigo acababa de estacionarse. Los señores Kim se bajaron inmediatamente, se acercaron a mí con palabras de condolencia. La señora Kim, me abrazo y repitió cuanto sentía mi perdida.

─ ¿tus padres pequeña? ─hablo el señor Kim.

─ Arriba. ─ asintieron. No parecía que fuese más de su interés. Una vez los vi entrar regrese mi mirada a la persona que tenía a unos pasos. ─ Luisa era esa persona con la que nunca pensé que no tendría que vivir.

─ Lo sé, lili ─se acercó. ─ ¿Qué haces aquí afuera? Estamos casi a cinco grados, podrías enfermarte.

─ No quiero entrar. ─acomodo mi bufanda. ─ Se siente asfixiante dentro. Todos están haciendo algo y yo solo estoy parada ahí, sin saber que hacer.

─ No tienes que hacer algo. Te lo puedes permitir. ─aseguro.

─ Nam ─ baje la cabeza ─ ¿Qué pasará conmigo ahora?

Luisa era la heredera de la familia Labay, ella quería manejar los laboratorios. Quien cumplía con los encuentros con otras familias, quien se interesaba en las reuniones de la empresa... Siempre fue ella. Yo no sentí el interés, y me vi libre de hacerlo al tener a Luisa conmigo. Ella me aseguraba que yo podía hacer lo que quisiera, que lo tenía permitido pues lo demás era su responsabilidad. Y ahora me preguntaba, ¿qué tenía que hacer? Si solo me hubiese interesado más sobre todas estas cosas no constaría como un estorbo, pero no lo hice.

─ Tú seguirás siendo tú. ─ me abrazo─ Y si las cosas cambian, yo seguiré aquí. Seguiremos juntos.

Al funeral vinieron varias personas desconocidas para mí. Milena y, sobre todo, Namjoon estaban pendientes de mi dado que mis padres estaban sufriendo la perdida de su hija. Con Namjoon junto a mí, no sentí el peso de la soledad tan directo. Ni cuando fue su cumpleaños y mamá volvió a encerrarse en su habitación. Mientras papá hacía de todo para hacerla sentir mejor, aunque sea un poco.

Y finalmente, todo cambio. No solo para mi sino también para Namjoon. De repente su padre no le dejaba tener tanto tiempo libre, ahora lo llevaba con él a todas partes. Meses después descubrí que ahora se esperaba la excelencia de mi parte. Me vi envuelta en un mundo nuevo, con mi madre totalmente enfocada en crear una nueva yo. Casi sin control de mi vida, como si se planeara hasta los momentos en los que podía usar el baño. Y mi tiempo se redujo entre las clases del colegio, las clases particulares, las actividades extracurriculares que ahora me veía obligada a aprender. Ya no podía leer, ni comer cualquier cosa. No tenía tiempo para escribir, de hecho, la última entrada en mi diario era de hace nueve meses. Estaba tan agotada todo el tiempo que no tenía tiempo de sentir nada más que cansancio.

Así que ahora, nuestras conversaciones pasaron de ser presenciales a virtuales. Tan poco control teníamos de nuestras vidas que debíamos planear escapadas en la madrugada para poder vernos y ni hablar de intentar saltarnos clases en el colegio solo para poder conversar. Al menos, aún podía contar con Tae y Amaya.

Pero ellos no lo entendían como lo hacía él. Sin Namjoon estaba segura que hubiese enloquecido. Perdida en la nueva yo, esa persona que no reconocía.


Nota: En esta historia, en el presente, Namjoon tiene 24 y Eliatiene 23. :)

Nota 2: Si quieren más información pueden seguirme en instagram. :)

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